A pocos días de que el representante del Fondo Monetario Internacional (FMI), Roberto Cardarelli declarara a los medios de prensa argentinos, tras reunirse con miembros de la Confederación General del Trabajo (CGT) que "la economía del país ya pasó su peor momento", la central obrera decretó la quinta huelga general que paralizó a la nación.
Los argentinos, cuando ya el presidente Mauricio Macri alcanza sus casi cuatro años en el poder, están completamente decepcionados con las promesas no cumplidas por el Partido Cambiemos y sufren en la actualidad una de sus peores crisis económico-social de su historia, semejante a la que padecieron durante los gobiernos de Carlos Ménen y Ricardo de la Rúa.
Macri ha incrementado drásticamente las medidas neoliberales y se entregó al FMI para evitar el descontrol financiero que padece el gobierno.
Tras el acuerdo con el Fondo por 56 300 millones de dólares, cada una de las medidas fiscales, monetarias y cambiarias del Banco Central Argentino son supervisadas por esa institución financiera. El pasado 9 de mayo el Fondo realizó su cuarto desembolso por 10 870 millones de dólares al país sudamericano.
El FMI, surgido en 1944 (junto al Banco Mundial) como mecanismo de dominación de los países capitalistas había ejercido el control financiero sobre las naciones pobres del mundo pero hace varios años comenzó a sufrir un declive al ser rechazado por imponer políticas neoliberales y de libre comercio a sus deudores, con empréstitos leoninos, que han llevado la pobreza a millones de personas en el orbe.
La afirmación de Cardarelli, además de ser mendaz resulta ofensiva a la inteligencia del pueblo argentino cuando un reciente informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) estima que la "pobreza multidimensional" más extrema, que abarca carencias económicas, de diversos derechos y servicios básicos, subió de un 37,1 % hasta el 41,2 % entre niños y adolescentes en el 2018, lo que significa que creció de 4 100 000 personas a 4 700 000 en un solo año.
El documento asegura que, el 63,4% de los niños y adolescentes estaba privado en el ejercicio de varios derechos y 51,7% vivía en hogares pobres en términos monetarios. Los 4 700 000 millones cuyos padres no disponen de ingresos suficientes para vivir, están mal alimentados, con bajo nivel de asistencia sanitaria, duermen en casas sin agua potable ni alcantarillados y tienen problemas para acceder a la educación.
Argentina atraviesa una servera crisis en la que se unen una profunda recesión económica con inflación récord, devaluación de la moneda que ya se cotiza a 45 pesos por dólar; caída de la producción nacional y quiebra de numerosas empresas, crecimiento del desempleo y aumento global de la pobreza.
Recordemos que el gobierno de Néstor Kirchner logró sacar a la población argentina de la profunda crisis en la que cayó el país con las políticas neoliberales establecidas por los regímenes de Ménem, de la Rúa (autor junto con su ministro de Hacienda Domingo Carvhalo del tristemente Corralito económico).
Con la posición soberana de Néstor Kirchner que en 2006 pagó 9 600 millones de deuda al FMI y suspendió relaciones con ese organismo, volvió a renacer la economía argentina, se establecieron políticas sociales justas, aumentaron los empleos, y la tranquilidad y el bienestar regresaron al país.
Ahora las manifestaciones y protestas sindicales retumban a lo largo y ancho de la nación sudamericana mientras el impulso de las medidas neoliberales, conllevaron a recortes públicos extremos y disminución de la calidad de vida de la población.
En estos casi cuatro años de gobierno, se duplicaron los precios del transporte público automotor y en 68 % el del metro urbano; el costo de la luz subió en 500 %; el agua y gas en más de 300 %; la atención médica y de las medicinas en 50 %, y la gasolina, 30 %.
El FMI, como dueño y señor de la economía del país sudamericano, realiza supervisiones generales e impone reducciones en el gasto público, exige más tarifas arancelarias y el fin del fondo de garantías para pagar jubilaciones.
En esta enorme encrucijada mortal, como le han dado en llamar varios analistas, Argentina se acerca para finales de año a nuevas elecciones generales y la gran mayoría afirma que no se volverá a dejarse engañar por los cantos de sirena que susurraban Macri, su partido Cambiemos y los grandes medios de comunicación controlados por la derecha. Esperemos que en esta ocasión tome fuerza el viejo adagio que expresa: A palabras necias, oídos sordos.