40 años

Lunes, 22/07/2019 12:01 AM

Tenía 9 años, en 1979, cuando en mi casa se comentaba con fervor, la lucha que estaba librando el pueblo de Nicaragua, contra un dictador sangriento, Anastasio Somoza Debayle, cuya familia había sometido al pueblo durante 40 años, protegida por los Estados Unidos. Esa lucha era liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fundado en 1969, casualmente año de mi nacimiento, por Carlos Fonseca Amador.

Aquellos días de julio de 1979, seguía por televisión, junto a mi Mamá, el desarrollo de la rebelión dirigida por jóvenes mujeres y hombres. Y el 19 de julio de aquel entonces, amanecimos con la gran noticia de la victoria popular.

Se iniciaba así por primera vez, en la tierra del General de Pueblos Libres, Augusto Cesar Sandino, quien había liberado a su Patria de la ocupación de Estados Unidos, a mediados del siglo XIX, un auténtico y hermoso proceso de liberación democrática, en lo político, económico, social y cultural liderado por Daniel Ortega y un grupo de valiosos e inspiradores dirigentes.

No hubo tiempo para celebrar, había muchas que hacer y casi de inmediato comenzó la guerra contrarrevolucionaria, en lo mediático, en lo económico y que finalmente se concretó en un escenario de violencia mercenaria. Y mucho hicieron, y cosas muy hermosas hicieron a favor del pueblo, en medio de la guerra contra, dirigida desde la Casa Blanca por Elliot Abhrams. En nuestros liceos y luego en la Universidad, acompañamos desde la solidaridad revolucionaria la lucha cristiana, socialista y democrática del admirado pueblo nicaragüense.

El gobierno de los Estados Unidos y sus lacayos hicieron ingobernable al país, en esas condiciones forzaron unas elecciones adelantadas en 1991, donde el FSLN, fue derrotado electoralmente. Comenzaba una etapa de resistencia y acumulación de fuerzas constante para volver al poder.

Tuve el privilegio de visitar Nicaragua en aquellos turbulentos años y nos enamoramos de su historia, de su música, de su batallador pueblo. No por casualidad mi hija Natalia, nació un 19 de julio de 2003. Como un chilotito tierno (así llaman allá al maíz jojoto).

En 1999 triunfó la Revolución Bolivariana en Venezuela bajo el liderazgo de nuestro Comandante Chávez. Al poco tiempo, en el año 2001, él me designó para recibir y acompañar al Comandante Daniel Ortega en nuestra Patria, en una visita política que éste realizó.

16 años después de aquella derrota electoral, que a decir de Eduardo Galeano fue como "un golpe de Dios" para nuestra generación revolucionaria, en Enero de 2007, acompañando a nuestro Comandante Chávez, presencie la juramentación de Daniel Ortega como Presidente de Nicaragua, tras haber ganado las elecciones en noviembre de 1996. Ese día, allá en la Plaza de La Fe, yo recordaba la frase de nuestro Libertador Simón Bolívar "Dios concede la victoria a la constancia".

A lo largo de estos 12 años he presenciado en primera línea el gran esfuerzo de reconciliación nacional y una de las mejores gestiones de gobierno que he conocido en nuestro continente. Un país precarizado tras16 años de neoliberalismo salvaje, en poco más de una década ha sido recuperado en lo económico, en lo social, en la infraestructura, en los servicios.

En el año 2008, asistí a la reapertura de un camino rural en la Costa Atlántica de Nicaragua y un campesino me dijo: "Este camino lo abrió la revolución en los 80, se fue la revolución y al camino se lo tragó la selva durante 16 años, ahora volvió la revolución y se volvió a abrir el camino". El pueblo es sabio.

A pesar de gobernar con todos y para todos, el año pasado el gobierno de reconciliación nacional que encabeza Daniel, en nombre del FSLN, fue emboscado de manera violenta por las élites que nunca aceptan que las mayorías populares gobiernen.

El gobierno derrotó el intento de llevar a Nicaragua a la guerra, y de manera laboriosa ha comenzado a recuperar la estabilidad, mediante el diálogo sincero con todos los sectores y un proceso de amnistía para los violentos.

El proceso sandinista es una escuela de paciencia y constancia en la construcción de mayorías, una y otra vez, cuantas veces le ha tocado hacerlo. Ese pueblo nos ha demostrado que no hay derrota final, que siempre habrá mañana para la causa de la soberanía nacional y de la democracia socialista.

Por eso y por muchas cosas más, digo con la letra de una hermosa canción nicaragüense "Soy y seré militante de la causa Sandinista". ¡Feliz aniversario de la Revolución Popular Sandinista!

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