Italia, aliada apoderada de EEUU en Europa

Lunes, 19/08/2019 07:04 PM

Califican además de «irresponsable» el hecho que ciertos Estados –a pesar de ser firmantes del ‎Tratado de No Proliferación nuclear– participen en «misiones nucleares conjuntas» y solicitan a ‎esos Estados «el regreso a los territorios nacionales de todas las armas nucleares desplegadas ‎fuera de sus fronteras». ‎

Ese llamado concierne directamente a Italia y a los demás países europeos donde, en violación ‎del Tratado de No Proliferación, Estados Unidos ha desplegado armas nucleares que esos países ‎receptores podrían utilizar bajo las órdenes de Estados Unidos. ‎De todo eso, los grandes medios de difusión no han dicho absolutamente nada. Están ‎demasiado ocupados describiendo los esplendidos vestidos de la First Lady Melania Trump en las ‎ceremonias sobre el desembarco de Normandía y de artistas de televisión. ‎ El estado de las relaciones entre Italia y Rusia es excelente. Al menos eso expreso el primer ‎ministro italiano Giuseppe Conte cuando a recibido en Roma al presidente ruso Vladimir Putin. ‎El mensaje es tranquilizador, hasta soporífico para la opinión pública. Se circunscribe, ‎fundamentalmente, al estado de las relaciones económicas. ‎

Rusia, país donde operan de 500 a 580 empresas italianas, es el 5º mercado extraeuropeo para las ‎exportaciones de Italia y satisface un 35% de las necesidades de Italia en gas natural. ‎Los intercambios –precisa Putin– fueron de 27 000 millones de dólares en 2018, pero en 2013 ‎se elevaban a 54 000 millones. Así que se redujeron a la mitad por causa de lo que Conte ‎llama el deterioro de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea que condujo a las sanciones ‎europeas … sanciones que en realidad se decidieron en Washington. ‎

A pesar de lo anterior, hay entre los dos países una intensa relación a todos los niveles. Ese ‎tono tranquilizador es el mismo de la visita de Conte a Moscú, en 2018, y también el que había ‎utilizado antes, en 2016, su predecesor, Matteo Renzi, cuando estuvo en San Petersburgo, donde ‎garantizó que la expresión "guerra fría" ha salido de la historia y de la realidad. O sea, ‎continúa la farsa. ‎En las relaciones con Rusia, Conte –al igual que Renzi en 2016– se presenta únicamente bajo ‎su condición de jefe de gobierno de un país miembro de la Unión Europea, mientras disimula ‎el hecho que Italia es miembro de la OTAN, alianza militar bajo las órdenes de Estados Unidos, ‎país que Italia considera su aliado privilegiado. Así que a la mesa Italia-Rusia sigue sentándose ‎como convidado de piedra el aliado privilegiado tras cuyas huellas siempre marcha Italia. ‎

El gobierno de Giuseppe Conte declara que el estado de las relaciones con Rusia es excelente ‎a pesar de que apenas una semana antes volvió a acusar a Rusia, en la sede de la OTAN, de haber violado el Tratado INF –basando esa acusación en pruebas supuestamente ‎proporcionadas por Washington– y alineándose así junto a la decisión estadounidense de enterrar ‎ese tratado para desplegar en Europa nuevos misiles nucleares de alcance intermedio que ‎apuntarán hacia Rusia. ‎

Un mes de julio, en la víspera de la visita de Putin en Italia, se publicó en Moscú la ley firmada por el ‎presidente ruso para suspender la participación rusa en el Tratado INF, lo cual no es otra cosa ‎que una acción preventiva antes de que Washington salga definitivamente de ese tratado, lo cual ‎ocurrió días después. Putin advirtió también que, si Estados Unidos despliega en Europa nuevas ‎armas nucleares cerca de las fronteras rusas, Rusia dirigirá sus propios misiles hacia los puntos de ‎la geografía europea donde se despliegue ese armamento.‎

Así queda advertida hasta la propia Italia, que se prepara para recibir –a partir del año 2020– las ‎nuevas bombas atómicas estadounidenses B61-12, que también equiparán a la fuerza aérea ‎italiana… según lo que ordenen los militares de Estados Unidos.‎

Una semana antes de la confirmación del excelente estado de las relaciones con Rusia, ‎el gobierno del primer ministro Conte confirmaba la participación de Italia en la fuerza de ‎la OTAN que –con 30 navíos de guerra, 30 batallones y 30 escuadras aéreas– será capaz de ‎desplegarse en 30 días, por orden de Estados Unidos y contra Rusia, a partir de 2020. También ‎en función de amenazar a Rusia, varios navíos italianos participan en maniobras de guerra ‎submarina de la OTAN, fuerzas italianas motorizadas forman parte del grupo de batalla de ‎la OTAN en Letonia y la brigada blindada italiana Ariete ha realizado hace semanas ejercicios ‎en Polonia mientras que aviones de combate italianos Eurofighter Typhoon están desplegados ‎en Rumania y en Letonia. Todo eso confirma que la política exterior y militar de Italia no se decide en Roma sino ‎en Washington, a pesar del soberanismo que tanto pregona el gobierno de Giuseppe Conte. ‎Las relaciones con Rusia, al igual que las relaciones con China, se hallan sobre las arenas ‎movedizas de la sumisión italiana a las decisiones estratégicas de Washington. Basta recordar ‎como en 2014, por orden de Washington, se canceló el gasoducto South Stream pactado ‎entre Rusia e Italia, anulación que significó para las empresas italianas la pérdida de miles de ‎millones de euros… sin que nadie protestara en el gobierno ni en la clase política de Italia. ‎Aunque la oposición sigue criticando al gobierno y a pesar de las divergencias existentes dentro ‎del propio gobierno, no se levantó en el parlamento ninguna voz crítica cuando el ‎primer ministro Giuseppe Conte presentó ante la Conferencia de Embajadores –realizada el 26 de ‎julio– las líneas directrices de la política exterior de Italia, lo cual es muestra de que existe un ‎amplio consenso entre los partidos. ‎

Conte definió ante todo el eje alrededor del cual gira el lugar de Italia en el mundo: ‎

«Nuestra relación con Estados Unidos sigue siendo cualitativamente diferente de la que ‎mantenemos con las demás potencias porque se basa en valores, en principios ‎compartidos que son la base misma de la República y parte integrante de nuestra ‎Constitución: la soberanía democrática, la libertad y la igualdad de los ciudadanos, la ‎defensa de los derechos fundamentales de la persona.»‎ El primer ministro Conte recuerda así, no sólo que Estados Unidos es su aliado ‎privilegiado, sino que también enuncia un principio: Italia toma a Estados Unidos como modelo ‎de sociedad democrática. Se trata de una falsificación histórica de proporciones colosales. ‎

En materia de libertad e igualdad de los ciudadanos basta recordar que aún hoy en día los ‎ciudadanos estadounidenses siguen siendo censados oficialmente según la raza –o sea como ‎blancos (divididos entre no hispánicos e hispánicos), negros, amerindios, asiáticos e indígenas ‎hawaianos– y que las condiciones de vida promedio de los negros y los hispánicos ‎‎(latinoamericanos en general de todas las razas) son ampliamente las peores. ‎ En cuanto a la defensa de los derechos fundamentales de la persona, basta recordar que en ‎Estados Unidos más de 45 millones de ciudadanos (un 16%) viven en condiciones de pobreza y ‎alrededor de 32 millones no cuentan con asistencia sanitaria mientras que muchos más son ‎incapaces de enfrentar gastos como una larga quimioterapia para el tratamiento de un tumor. ‎También en el plano de la defensa de los derechos de la persona, hay que recordar que miles ‎de negros desarmados son asesinados impunemente por policías blancos. ‎

En cuanto a la soberanía democrática, basta con recordar la serie de guerras y golpes ‎de Estado que Estados Unidos ha orquestado, desde 1945 hasta nuestros días, en más de ‎‎30 países de Asia, África, Europa y Latinoamérica, con un saldo de 20 a 30 millones de muertos y ‎cientos de millones de heridos (ver la investigación de James Lucas presentada por el profesor ‎Michel Chossudovsky en el sitio web Global Research . ‎

Esos son los valores compartidos en los que Italia basa su relación cualitativamente ‎diferente con Estados Unidos. Y para mostrar cuán fructuosa es esa relación, Conte declara: ‎‎«Siempre he encontrado en el presidente Trump un interlocutor atento a los intereses italianos.» ‎Intereses que Washington considera legítimos… mientras que Italia se mantenga sumisa en el ‎seno de la OTAN dominada por Estados Unidos, mientras que Italia siga a Estados Unidos de ‎guerra en guerra, mientras incremente sus gastos militares –como exige Estados Unidos– y ‎mientras ponga el territorio italiano a la disposición de las fuerzas y bases militares ‎estadounidenses, incluyendo las fuerzas nucleares de Estados Unidos. ‎Conte trata de hacer creer que su gobierno, usualmente definido como «soberanista» dispone de ‎un amplio espacio de autonomía para dialogar con Rusia en base a la perspectiva de la OTAN ‎de doble vía (diplomática y militar): perspectiva que en realidad sigue la vía única de una ‎confrontación militar cada vez más peligrosa. ‎ Por cierto, según reporta el diario La Stampa , el embajador de Estados Unidos en Roma, Lewis Eisenberg, ‎se comunicó telefónicamente con el vicepresidente del consejo de ministros, Luigi Di Maio, a ‎quien Washington considera el más confiable, para exigirle aclaraciones sobre las relaciones ‎con Moscú, específicamente en el caso del otro vicepresidente del Consejo de Ministro, Matteo ‎Salvini, cuya visita a Washington se caracterizó –a pesar de sus esfuerzos– por un resultado ‎decepcionante. ‎

No se sabe si el gobierno de Conte logrará pasar el examen. Lo que sí se sabe es que se perpetúa ‎la tradición según la cual en Italia el gobierno siempre tiene que obtener la aprobación de Washington. Eso confirma nuestro grado de soberanía democrática.

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