Rusia y China tienen razón cuando condenaron esta semana el ensayo de un nuevo misil por parte de Estados Unidos, confirmando así la liquidación del Tratado INF. Desvergonzadamente Washington pone en peligro la seguridad global con la acostumbrada y cínica excusa de su "seguridad"
Washington disparó un misil crucero con base en tierra desde la costa de California. Se informó que se trataba de un misil tipo Tomahawk capaz de transportar un cabezal nuclear, pero el Pentágono declaró que el proyectil portaba un armamento convencional. Aparentemente el proyectil tuvo éxito en alcanzar su blanco luego de un vuelo de más de quinientos kilómetros. La prueba de semejante misil habría estado prohibida por el Tratado de Armas Nucleares de Alcance Intermedio (INF sigla en inglés) tratado del cual Estados Unidos oficialmente se retiró el día dos de agosto pasado.
El Tratado INF firmado el año 1987 prohibía los ensayos y el despliegue de misiles con un alcance de 500 a 5500 kilómetros.
Resulta inconcebible que este último armamento no haya estado en el largo proceso de desarrollo con anterioridad al período de tres semanas desde que el tratado fue abandonado. En otras palabras, la abolición del tratado fue largamente anticipada por Washington lo cual desmiente el alegato de Estados Unidos estos últimos meses que estaba rompiendo con el INF debido a supuestas violaciones de parte de Rusia. Estados Unidos deseaba romper con el tratado. Ahora que se ha liberado de las restricciones y el rápido despliegue del proyectil crucero en la costa de California parecen confirmar la ulterior agenda.
Anteriormente, Mark Esper, jefe del Pentágono, se refirió de manera indirecta a esta ulterior agenda cuando en una audiencia en el senado admitió que la razón de renegar del INF apuntaba a capacitar a Estados Unidos para que pudiera enfrentar a China.
Esta semana Esper comentó que la prueba del misil apuntaba enviar a Beiyín un mensaje en el sentido que "Estados Unidos era capaz de detener el mal comportamiento de China."
Por lo tanto, seamos un tanto honestos aquí. Washington despedazó un importante tratado de control armamentista para la seguridad global, no precisamente debido a alguna supuesta violación de parte de Rusia sino más bien debido a que Estados Unidos quiere permitirse la libertad de expandir su arsenal de corto y mediano alcance para desafiar a China.
Ciertamente, Esper también hizo hincapié durante su viaje a Australia en el sentido que Estados Unidos trata de desplegar misiles tipo INF con bases en tierra en el continente asiático.
Cierto es que se piensa que China cuenta con un arsenal de misiles de corto y mediano alcance. Beiyín no era signatario del INF, de manera tal que no estaba en desacato de sus restricciones. Pero la diferencia crucial es que ese armamento chino no plantea una amenaza contra Estados Unidos continental. En cambio las intenciones de Estados Unidos de instalar cabezales balísticos en bases terrestres en Asia sí que plantean una amenaza inminente contra China y también contra Rusia.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN alegan que ellos no quieren iniciar una nueva carrera armamentista. Washington sostiene que no está planeando instalar cabezales tipo INF en Europa. Sin embargo, el tipo de plataforma empleado en Rumania y –como se sospecha—también en Polonia podría ser empleado dentro de un futuro cercano para disparar misiles nucleares contra Rusia.
De este modo, Washington está imprudentemente socavando el equilibrio de poder y minando la arquitectura global de seguridad contra una guerra nuclear.
Tanto Rusia como China deploran los riesgos de una nueva carrera armamentista incitada por Estados Unidos.
Quizás este tipo de carrera armamentista es lo que exactamente Washington está buscando a pesar de que alega lo contrario. El perverso cálculo es que tanto Rusia como China sean desviadas de su desarrollo económico y ser obligadas a responder del mismo modo a la nueva amenaza de parte de Estados Unidos.
Después de todo, con su supuesta licencia para acumular una interminable deuda interna, los planificadores estratégicos norteamericanos pudieran creer que ellos están en posición de imponer devastadores costos económicos a sus rivales geopolíticos, Rusia y China.
El gobierno chino lo señaló esta semana de manera inmejorable cuando indicó que Estados Unidos "debe abandonar su mentalidad tipo Guerra Fría."
La endémica premisa de Washington es que Rusia, China y otros estados representan mortales amenazas contra Estados Unidos. La visión oficial que tiene Estados Unidos del mundo es incesantemente paranoica en torno a estados enemigos que supuestamente albergan designios malignos para destruir Estados Unidos.
Por supuesto que semejante cínico y nihilista pensamiento es imprescindible para la fundamental necesidad operativa del capitalismo norteamericano y su adicción por el complejo militar industrial. La guerra es buena, la paz es mala, así lo señala el credo orwelliano norteamericano que sin embargo jamás confiesa como tal con la debida franqueza. Si Estados Unidos tuviera de algún modo que hacer la paz con el mundo y practicara normales y amistosas relaciones internacionales, entonces sus 700 mil millones y más de dólares de presupuesto para la defensa dejaría de ser debido a la falta de "justificaciones", eso significaría una calamitosa implosión de su economía capitalista militarizada.
Una carrera armamentista para los planificadores del estado norteamericano es como una dosis para un drogadicto. Resulta condenable que Estados Unidos reniegue de los tratados para el control armamentista y ponga en peligro la seguridad global para gratificar su disfuncional y sistemática dependencia de la inseguridad, las tensiones, los conflictos y finalmente la guerra.
La liquidación de los tratados para el control armamentista por parte de Estados Unidos, primeramente el ABM el año 2002 y luego el INF este año y quizás el año siguiente será el Nuevo Tratado START que expira el año 2021 es en extremo reprobable. Pero lo que es aún más reprobable es la subyacente ideología que fomenta todo eso. La ciudadanía norteamericana deberá encarar la raíz ideológica de esa enfermedad porque de otra manera el mundo estará permanentemente en peligro de guerra.
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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