España: el reino de la trampa

Sábado, 07/09/2019 07:53 AM

En todas partes cuecen habas y el sistema democrático capitalista de todos los países arroja sospechas. Empezando por el estadounidense. Pero en Europa las diferencias, las desigualdades, la injusticia social y la ordinaria, el latrocinio de lo público, al lado de lo que ocurre en España son veniales y están muy cerca de lo que es inevitable en toda sociedad humana que no sean los países nórdicos a la cabeza de lo racional y del progreso real humano y social sin comunismo por medio...

Porque en España no hace falta mucha documentación, ni mucha comprobación, ni mucha investigación... para llegar a conclusiones rotundas sobre la índole de los mecanismos que se dice configuran la democracia inorgánica y con ello todas las anomalías y todas las trampas.

De 18 millones de trabajadores registrados, el número de los contratos indefinidos o blindados seguro que es irrisorio al lado de los contratos precarios. Eso, aparte el número de funcionarios públicos que defienden “lo público” y su nómina.

Estas cifras debieran bastar para arrollar a la derecha, a la Iglesia, a los bancos, al Ibex35, a los ricachones y a los señoritos. Sin embargo España, por unas razones u otras, por guerra civil o sin ella, se pasa la vida en manos de los que debieran estar fácilmente sometidos o neutralizados. Y, además, sin esperanza de que cambien las tornas.

Lo que debiera hacer la izquierda real es contratar a un “experto” extranjero, sea sociólogo, politólogo, psicólogo, agricultor, pastor o parasicólogo que desvelase el misterio del por qué nunca salen las cuentas. Porque, sin observadores internacionales y con los “Indra” por medio que en el momento de cuadrar pulsa un botón en el Excel o cualquier otro programa y sale lo que a “ellos” les conviene, ¿aunque sigamos votando erre que erre, salvo esos millones que ya están hartos y se quedan en casa, para qué nos sirve votar? Pues una cosa es esforzarse y mantener la ilusión y la esperanza razonables, y otra ver en una bola de cristal que los poderes fàcticos españoles y sus miserables lacayos políticos, nunca van a permitir que la clase trabajadora se imponga y diga en España la última palabra...

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