Aventis
Macri, el ropaje oscuro de un presidente que destruyó a Buenos Aires
Por: Emiro Vera Suárez
Martes, 10/09/2019 07:46 AM
Para el kirchnerismo, todo es suma en este momento. Alberto Fernández ya se mueve y es tratado como un virtual presidente, mientras se reactivan proyectos en el Congreso para eliminarlas algunos programas cuestionados por el pueblo. A Alberto lo visitan empresarios, quienes se pronuncian a favor o en contra mandatarios de la región, y ahora se irá de gira para “vender” su futura gestión en clave de moderación. Hay muchas cosas por aclararse cómo funcionarán: el rol de Cristina Kirchner y de La Cámpora; el reparto del poder; el perfil que toma en el Gobierno este frente heterogéneo que arrasó en las primarias.
Muchos escenarios y vaticinios pueden quedar igual condicionados por una dinámica económica que se irá develando en las próximas semanas, o días. Con mucha frecuencia, especialmente cuando se avecina las elecciones o cuando estas concluyen, se habla de la necesidad de renovar la dirigencia política. El electorado suele quejarse de que las caras de los candidatos son casi siempre las mismas desde hace años; se van reciclando de diversas maneras o hacen enroques con sus cónyuges para seguir atornillados al poder. Pese a ser considerados históricamente como el futuro de una nación, los jóvenes tienen un escaso espacio de participación en la política, dominada generalmente por los hombres, y sus opiniones pocas veces son tenidas en cuenta. Cristina, cuenta ahora con un número apropiado de jóvenes argentinos y venezolanos para fundamentar a la Argentina hacia su crecimiento sociopolítico.
En un programa de LA GACETA TV, la titular de la Unión de Estudiantes Secundarios de Tucumán se refirió a la importancia de que haya centros de estudiantes en los colegios privados y públicos, para hablar sobre temas tabúes o los que generan silencios peligrosos. También se habló de la necesidad de tener dirigentes actualizados, que se abran los espacios a los jóvenes. “Tenemos referentes ocupando espacios y eso puede provocar muchos cambios. Porque ellos van a tener otra mirada sobre lo que vivimos nosotros. Necesitamos eso: la empatía, y bajarse de lo más alto para comenzar a vivir las cosas que pasan y poder modificar la organización del país, dijo.
¿De qué depende que los jóvenes se interesen por la política? ¿Aprenden en el colegio acerca de la importancia de la Constitución, cómo funciona el sistema republicano, las instituciones barriales, las organizaciones no gubernamentales? ¿Asisten con sus profesores a sesiones legislativas o del concejo o recorren las villas miseria, los hospitales? El hecho de conocer otras realidades les permitiría salir de ámbito en el que viven habitualmente e informarse sobre cómo se desenvuelven otros sectores de la sociedad.
Tal vez ese conocimiento les despierte el deseo de trabajar luego en mejorar la vida de la comunidad, sea a través de la política o de organizaciones sociales. Es posible que les nazca esa vocación de servicio que es la base de la política.
Macri se dio cuenta de que no era negocio seguir echándole las culpas de la disparada del dólar al kirchnnerismo, y Alberto Fernández evaluó la inconveniencia de asumir con un Banco Central sin reservas. Sea quien fuere a quien se atribuyan responsabilidades, el escenario post PASO con un kirchnerismo que se relame por el regreso al poder, muestra la enorme fragilidad de la economía.
El que asuma en diciembre lo hará con un país estancado prácticamente en los últimos ocho años (los últimos tiempos claramente recesivos, y de hundimiento); 35 % de pobreza, más del 65% de los niños y jóvenes de 0 a 17 años en algún nivel de pobreza y carencia estructural (riesgo alimentario, acceso a la salud, hacinamiento, entre otras variables que miden pobreza “multidimensional”), endeudamiento, necesidad de refinanciar los plazos impagables del préstamo con el FMI. Con acreedores que reclaman por las tan mentadas reformas “laboral y previsional”, que visto en clave de crítica se trata de un recorte de derechos y de más ajuste para jubilados presentes y futuros.
“El Gobierno tiene que jugar a la de máxima, que es ponerse a tiro de una segunda vuelta en las elecciones de octubre, dando vuelta este desastre de las primarias. Pero debería darse por hecho si consigue ordenar la transición y llegar a entregar el mando en diciembre”, dice por lo bajo un encumbrado dirigente del oficialismo. El fantasma del final de De la Rúa sobrevuela al macrismo. Desde la óptica oficialista, aún en la derrota casi segura, debe mantener la calma ya que conservará una cuota de poder muy alta, si sobrevive a esta crisis.
Como sucede en todas las crisis, la velocidad del deterioro agiganta o empequeñece la imagen de los protagonistas. Y son varios los ministros que han pasado del protagonismo extremo de hace algunos meses a la invisibilidad de las últimas semanas. Rodríguez Larreta y Vidal han elegido el silencio en estas horas y buscarán el modo de poner en marcha otra vez sus campañas. Lo harán concentrándose en las necesidades de sus territorios y tratando de evitar que el tsunami que amenaza a Macri también se los lleve a ellos.
El objetivo más desafiante lo tiene el jefe de gobierno porteño, el único de ellos cuya expectativa electoral no necesita de un milagro. Rodríguez Larreta confía en que los habitantes de la Ciudad repitan esa rebeldía que en 1973 los hizo elegir a Fernando De la Rúa como senador para darle un color diferente a la mayoría aplastante que impuso Juan Domingo Perón. La misma rebeldía que lo empoderó en el Gobierno porteño para abrir un flanco en la superioridad electoral que en la década del ’90 bailaba al ritmo de Carlos Menem.