La guerra hibrida

Miércoles, 18/09/2019 07:12 AM

Clausewitz decía que la guerra es la continuación de la política con otros medios. La estrategia de la Guerra Hibrida que los Estados Unidos se caracteriza por utilizar una amplia gama de medios para perjudicar a todo gobierno que se niegue a obedecer sus órdenes. El objetivo básico de la guerra híbrida es socavar el apoyo popular que pueda tener un gobierno adverso a Washington, desmejorando la calidad de vida de la población. Para ello se fabrican dificultades económicas que arruinen al país que es teatro de las operaciones de guerra hibrida. El país sometido al acoso de una guerra hibrida encuentra agravadas las dificultades e inconvenientes normales en la prestación eficiente de servicios públicos y del abastecimiento, para ello se ponen límites y obstáculos en sus transacciones financieras internacionales.

En cuanto aparecen síntomas de insatisfacción en la base de su apoyo popular del gobierno atacado, actúan los agitadores a sueldo de la NED (National Endowment for Democracy) que están al asecho para organizar protestas y circular bulos y falsas noticias que inciten a tumultos que deban ser reprimidos por la fuerza pública. Mientras tanto los agentes provocadores estimulan una escalada de protestas y represiones violentas, con inclusión de francotiradores que causen bajas en ambos lados, para que eso obligue a militarizar el mantenimiento del orden público. La represión de los tumultos será magnificada por los medios masivos del sistema, en cuanto haya víctimas que serán siempre atribuidas solo a la represión gubernamental.

El propósito es crear un clima mediático que justifique la injerencia de ciertas ONGs especializadas en sensibilizar a la opinión pública de los países de la OTAN contra los gobiernos indeseados para que el público pida o respalde la intervención de los funcionarios diplomáticos de los países de la OTAN en los asuntos internos del país cuyo gobierno se desea cambiar. Los socios de la OTAN y sus mandantes solo toleran los gobiernos que sirvan los intereses de esa élite apátrida codiciosa, que los medios alternativos han dado en llamar “Deep state” (Estado Profundo). Esa élite la constituyen grupos discretos que sin ser nunca vistos comandan a los representantes y voceros de los gobiernos formales que prestan la cara públicamente desde el Capitolio, la Casa Blanca o el Berlaymont de Bruselas.

Esa técnica de Guerra Hibrida se comenzó a usar en la corrupta época de Yeltsin contra los gobiernos de antiguas repúblicas soviéticas de importancia estratégica, como Georgia, Chechenia y Ucrania; Se les conoció inicialmente como Revoluciones de Color, porque eran supuestamente convocadas de manera espontánea por las redes sociales sin conexión previa, por eso, se decía que los manifestantes se identificaban y coordinaban adoptando camisetas de un mismo color. Hay técnicas que hacen escuela y ahora esa narrativa la aplican en la realidad los Chalecos amarillos que en Francia vociferan contra Macron.

Esa misma técnica también se usó en los tumultos conocidos bajo el apodo periodístico de Primavera Árabe. Con un nombre poético se enmascaraba una maniobra de manipulación de masas, operada con pequeños grupos de agitadores cuyo objetivo real era cambiar gobiernos árabes adversos a Washington o para renovar añejas tiranías amigas desgastadas (cambiar a Mubarak por Sisi!)

Bajo el paraguas de la Primavera Árabe se cubría un movimiento cuyo verdadero propósito era fomentar desordenes en los países árabes laicos, que rechazan la teocracia islamista Wahabita patrocinada desde Arabia Saudita., En esos países laicos las protestas políticas pronto se convirtieron en violentas revueltas armadas protagonizadas por salafistas fanáticos entrenados y equipados y apoyados por la OTAN y otros países aliados del Medio Orientes para sacar del poder y matar a Gadaffi en Libia y en una batalla para derrocar a Assad que aún prosigue en Siria.

En 2014, tuvo lugar el caso más clásico de Guerra Hibrida, me refiero a aquellas manifestaciones en la Plaza Maidan de Kiev, que terminaron con el derrocamiento violento del Presidente ucraniano legítimo, Victor Yanukovich, para poner en su lugar una Junta previamente escogida por Victoria Nuland, Subsecretaria para Europa del Departamento de Estado que actuaba con la complicidad de Berlin y Paris.

Caracas y Hong Kong los teatros de operaciones actuales de la Guerra Hibrida.

Con Caracas, Washington llegó al extremo de reconocer y obligar otros países a reconocer como Presidente interino de Venezuela a Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional,

Guaidó tiene tan poco apoyo y poder efectivo que para reunirse con sus partidarios tuvo que convocarlos fuera del territorio venezolano; en la ciudad colombiana fronteriza de Cucuta. El pretexto y toda la secuencia fue bastante pintoresca; quería compañía para ingresar a Venezuela con una columna de “Ayuda Humanitaria”, cuyo paso era obstruido por un contenedor atravesado en la mitad del puente internacional que une a los dos países. En realidad, era un sainete mediático, para simular que con el actual gobierno Venezuela está desabastecida y al borde de una hambruna.

En Hong Kong (antigua colonia británica con un fuero propio reintegrada a China en 1997) los estrategas de la guerra hibrida detectaron un punto débil en la extraordinaria solidez socio-económica de la China Popular y desde hace ya varios años los funcionarios consulares estado-unidenses estacionados allí vienen cultivando las condiciones para desencadenar protestas que conduzcan a un alzamiento contra el gobierno de Beijing.

Un pequeño grupo de agentes provocadores locales fue fotografiado en entrevistas con funcionarios del Consulado de Estados Unidos en Hong Kong y luego en Washington cuando el mismo grupo fue recibido por altos funcionarios de la política exterior norteamericana. Ese es el grupo que organiza unas protestas que siguen fielmente el libreto que ya leímos en la Plaza Maidan de Kiev.

El modelo de guerra hibrida aplicado en Hong Kong busca forzar al gobierno chino a repetir en Hong Kong una represión similar como la que sucedió en la Plaza Tiananmen (1989), para alimentar con víctimas la presente campaña de demonización contra China que la diplomacia norteamericana ya fomenta entre los vecinos de China en el sudeste asiático

El propósito final es desprestigiar a China como miembro normal de la comunidad internacional. También se quiere provocar al gobierno chino, para que tome alguna medida drástica que sirva de pretexto para aplicarle sanciones económicas a China y a sus socios económicos. Con eso Washington busca neutralizar de algún modo el entusiasmo de los inversores en el proyecto chino conocido como Iniciativa para la Nueva Ruta de la Seda. Ese proyecto busca unir estructuralmente la economía del sureste de Asia con la de Europa, Al proyecto se le conoce popularmente como la Iniciativa para propiciar una integración de Eurasia como un solo mercado gigantesco; La integración económica de toda Eurasia desde el Atlántico hasta el Pacifico; es un fantasma que ronda las peores pesadillas de los dueños del mundo sometido a la hegemonía anglosajona.

Otro objetivo de los agitadores en Hong Kong es disturbar el crecimiento de la economía de China disminuyendo el importante aporte que viene de Hong Kong para el resto de la economía china.

Disminución de la importancia de Hong Kong para China

Como sucede con todo modelo político inspirado por Inglaterra, toda decisión política gira en torno al dinero como máximo propósito existencial. En Hong Kong la integración a la patria china es visto como una amenaza al ingreso personal. El ingreso per capita en China es de US$ 9700 anuales. En Hong Kong el ingreso per capita es de US$49.000 (uno de los más altos del mundo). Ese es el principal temor explotado por los agitadores contactados por el Consulado de Estados Unidos para dificultar la asimilación política de Hong Kong por China.

Un hecho que los chinos de Hong Kong debieran considerar mirando hacia el futuro, es que la economía de China crece mucho más y más rápido que la de Hong Kong. De acuerdo a las cifras del Banco Mundial, cuando en 1997 Hong Kong regresó a China el aporte de Hong Kong equivalía a un 27% del PIB de China. En el 2018, Hong Kong ya aporta tan solo un 2,7% al PIB de China.

En este momento, Hong Kong aún tiene mucha importancia para China como centro financiero conectado a los mercados financieros mundiales y también como centro generador de alta tecnología. Ambos papeles evolucionan junto con el crecimiento de la China Popular,

En el aspecto financiero Shanghai esta rápidamente convirtiéndose en el principal centro financiero de Asia. En cuanto a tecnología, Shenzhen, justo al otro lado de la frontera con Hong Kong, ya es ahora el principal centro proveedor de tecnologías para industria china.

China, es un objetivo primordial de la guerra hibrida de los actuales usufructuarios de la hegemonía anglosajona; porque la potencia económica de China va camino a convertirla en la Primera Economía del Mundo y eso podría acelerar el final de la ocupación militar y el vasallaje político que Europa sufre desde 1945. El acercamiento con Europa de la potencia económica y militar de China es muy alarmante para los anglosajones y sus socios del Medio Oriente, porque China tiene una tradición cultural milenaria muy independiente y cultiva un sentido de la fraternidad solidaria muy contrario a las ideas de eso que en el mundo anglosajón les ha dado por llamar la Civilización Judeo-Cristiana, cuyo objetivo, según los hechos, parece tender más bien a un culto emparentado a la bíblica Adoración del Ternero de Oro.

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