Como representante de un imperio en decadencia, el presidente estadounidense, Donald Trump trata de mantener el control del orbe mediante amenazas, extorsiones, y guerras económicas, pero los tiempos del mundo unipolar han cambiado.
Se ha hecho una constante la aplicación de las llamadas "sanciones" de Washington, contra cualquier nación (sean enemiga o aliada) que pueda sobresalir económicamente o que represente alguna alternativa de crecimiento que moleste a la administración de la Casa Blanca.
Trump ha impulsado una agresiva política de contravenciones económicas contra más de 20 países y sus principales armas han sido la de aumentar los aranceles a las mercancías que entren en Estados Unidos, bloquear financiamientos internacionales o cancelarles cuentas bancarias a determinadas naciones, entre otras medidas.
En la actualidad esa política ha creado gran incertidumbre sobre la economía internacional y a la par daña el poder adquisitivo de los estadounidenses que deben pagar más por las mercancías que adquieran sin que sus sueldos se eleven.
Estados Unidos ha lanzado su furia preferentemente contra China y Rusia, sus dos principales potencias enemigas en los ámbitos económicos, políticos y militares, que a mediano plazo podrían limitar la hegemonía universal que ha mantenido Washington desde principios de la década de 1990 cuando desapareció la Unión Soviética y se desintegró el campo socialista de Europa Oriental
No obstante, con su campaña de "América primero" también ha atacado con bloqueos económico-financieros a Irán, Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Siria, y con impuestos aduaneros a aliados como Corea del Sur, México, Canadá, Japón y la Unión Europea.
En el decursar de las diferentes administraciones norteamericanas, esa agresiva política tiene antecedentes tras las Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos desató toda su furia político-económica contra la ex Unión Soviética (Guerra Fría) con el fin de estrangularla en todos los campos y evitar que lo sobrepasara como potencia mundial.
Posteriormente, a finales de los años de 1970 y principios de la década de 1980, uno de sus principales aliados sufrió los traspiés de Washington al observar que el desarrollo industrial y tecnológico de Japón resultaba vertiginoso.
Por ese tiempo, Tokio se acercaba al 60 % del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense y al considerarlo como una de las mayores amenazas contra su hegemonía emprendió medidas comerciales y económicas para debilitar al país del sol naciente.
Inmediatamente limitó el acceso a su mercado de productos como automóviles, telecomunicación, equipamientos médicos, semiconductores y prohibió una serie de exportaciones de alta tecnología hacia ese país. El resultado fue la detención durante más de 20 años del crecimiento acelerado que llevaba Japón.
Las últimas acciones proteccionistas de Washington se dirigieron contra sus tradicionales aliados de la Unión Europea, tras entrar en vigor el 18 de octubre la imposición de aranceles a productos que provienen de toda la unión por valor de 7 500 millones de dólares.
La decisión se basa en un dictamen de la Organización Mundial de Comercio (OMC), (tras una demanda de Washington) que calificó de ilegales los subsidios europeos al gigante aeronáutico Airbus.
Para Estados Unidos, la ayuda económica de la Unión Europea a Airbus conllevó efectos adversos para la norteamericana Boeing y como respuesta, Washington aumentó los aranceles a los grandes aviones civiles al 10% y a un grupo de productos alimentarios al 25%.
Esas medidas comerciales dañarán a los países europeos que son accionistas de Airbus y que albergan sus instalaciones de producción como son los casos de España, Francia, Alemania y el Reino Unido.
Entre los productos afectados se encuentran aceites de oliva, aceitunas, vinos, whisky y quesos elaborados en diferentes países.
La Unión Europea declaró rápidamente que impondrá contramedidas contra algunos productos fabricados en Estados Unidos para contrarrestar aranceles impuestos por su principal socio comercial.
El portavoz comunitario, Daniel Rosario "deploró la medida" adoptada y señaló que con esas acciones proteccionistas, se perjudicarán además los ciudadanos y empresas estadounidenses.
La Unión Europea presentó una lista con 11 páginas de productos estadounidenses que se afectarían con nuevos gravámenes, entre los que aparecen pescados, vinos, cacahuetes, pantalones jeans, gomas de mascar, tabacos, cigarros, ron, solo por citar algunos.
En realidad la política de imposición arancelaria se debe al grave problema de competitividad por la baja productividad que padece Estados Unidos y su obstinada política de creer que aun vive en un mundo unipolar. En definitiva con ese accionar destruye la ya poca confianza que le profesan sus propios aliados.