Buena parte de la dirigencia política opositora, la más extremista, cuyo combustible en veces parece ser más el odio visceral que intereses de clase, lo que es comprobable fácilmente en unos cuantos casos, pues hay mucho advenedizo, al intentar explicar lo que sucede en Chile, cosa que nadie le pide y menos espera lo haga pues no se le conoce como competente para eso, pero se siente como obligado para "aparecer" y hasta justificar sus posiciones con nuevos embustes e historietas infantiles, no halla cuánto disparate decir.
Unos acusan a Maduro, mediante el Foro de Sao Pablo, de planificar lo sucedido en Ecuador y Chile, con lo que le atribuyen dotes inimaginables y hasta enorme capacidad de liderazgo como para convencer a los asistentes quienes, hasta probablemente, muchos no son dirigentes de masas, para aplicar sus planes a rajatabla en sus respectivos países. Ni siquiera miden adecuadamente el tiempo. Es decir, mientras sobre evalúan a Maduro, a quien con frecuencia suelen llamar "masburro", dándole características, como dije en otro trabajo, de ese personaje de Julio Cortázar conocido como Fantómas, descalifican a la dirigencia del resto del continente, suponiéndole bajo el mandato de aquél.
Otros, dentro de la misma narrativa, pero más creativos se inventan una vuelta del "comunismo internacional". Uno pareciera, cosas para asombrarse, estar escuchando aquel curioso personaje de los años finales de la década del cincuenta de siglo pasado, entonces hazmerreir de todo el mundo, social cristianos, social demócratas y hasta izquierdistas, entonces diputado por Falcón, llamado Germán Borregales, quien creía ver comunistas "hasta en la sopa". Pero lo que más asombra es que haya quienes les presten atención pese la enorme cantidad de disparates que dicen.
En su narrativa, a un socialdemócrata, populista y cristiano, lo que no ofende a nadie, pues ser eso es respetable, como Nicolás Maduro, lo exhiben como Stalin; Venezuela entonces sería la URRSS y estaríamos en los tiempos de la guerra fría. De donde Cuba, actuando como agente de Venezuela, aunque algunos cuentan esto al revés, estaría promoviendo alzamientos en sociedades estables, sin conflictos de clase ni desigualdades, tal como en aquellos tiempos la isla antillana promovía la guerrilla sustentada cultural y financieramente por la Unión Soviética.
Esto parece un poco, pues de esos hay en todos lados, al discurso que escuché pocos días atrás en un conversatorio, pronunciado por un "revolucionario, dirigente de la clase obrera y rodilla en tierra", según el cual la educación "debía estar dirigida primordialmente a formar los muchachos para los negocios". Es decir, ni más ni menos, lo que las escuelas del capitalismo inglés comenzaron a hacer, desde los tiempos del maquinismo y la Revolución Industrial. Mientras Alemania ponía énfasis en inventar mecanismos para impulsar la producción, Inglaterra en manejar los negocios. Para aquel "revolucionario" las ciencias humanísticas eran una forma de perder el tiempo y el dinero. "El Revolucionario", sin saberlo y falta de conciencia y hasta humildad, asumió el rol del dueño del capital.
Pero los hechos son como demasiado tercos, como que esta mañana leí una entrevista hecha a Moisés Naím, ex ministro, sino recuerdo mal, del gobierno de CAP, en declaraciones a "La Tercera" de Chile, dijo: "Hay una gran tentación entre la gente de conectar estas protestas con las de Ecuador, con las de Hong Kong, con las calles del mundo ardiendo. Puede haber parecidos entre esas protestas, pero cada una de ellas tiene razones determinantes y gatillos diferentes."
Y en cuanto al asunto de quiénes pudieran estar detrás esos hechos puntualizó: "Estas protestas no tienen liderazgos y dependen muchísimo de redes sociales. Lo hemos visto en Moscú, en Teherán y Bagdad. Lo otro llamativo es la velocidad con que ocurre todo. Y los gobiernos que quieren negociar no saben con quién hacerlo, porque no hay interlocutores."
Por supuesto, el entrevistado eludió relacionar esos hechos, por eso incluye a Teherán y Moscú en lo que dice, eventos cuyas causas son totalmente diferentes a las de Chile y Ecuador, con el FMI, sus exigencias y las desigualdades sociales en esos dos países que en otros espacios informativos se resaltan. Pero lo dicho sirve para desmentir a quienes se inventan héroes o villanos para darle coherencia a sus discursos.
El presidente Piñera, intentando pintar su cuadro sobre los acontecimientos de manera de salir impoluto, se largó una frase, en que dijo "Estamos en guerra con un enemigo poderoso". Quiso echar el mismo cuento, del Fantómas y el Foro de Sao pablo y hasta del comunismo internacional saliendo de la fosa de la historia y corriendo por las calles de Santiago. Pero, su propio ministro de la defensa, lo refutó, al decir "Yo soy feliz y no estoy en guerra con nadie".
La verdad, la que Piñera intenta ocultar para no darle validez a las protestas, como también lo hacen "los excelentes narradores", sobre todo venezolanos que con él simpatizan, está en cosas como estas:
"Como ejemplo, se indica la concentración de la riqueza: el 1% de la población acumula el 25% de la riqueza generada en el país. "Muestra que esto tiene unas bases históricas muy fuertes que se han ido consolidando con la configuración también con las reformas de las transformación hacia un modelo más neoliberal, de privatizaciones, de liberalización del suelo y de la economía".
https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/que-tan-desigual-es-chile/871225/
Y si todavía hace falta algo, vayamos al "Financial Times", diario británico, que lo suyo son los negocios.
Ese medio, idóneo para llamar a rectificar a quienes le dan mucha validez a las pequeñeces que difunde cierta dirigencia opositora, dijo "Piñera debe practicar lo que predica sobre crecimiento más inclusivo."
Y agregó el diario londinense, "Si se quiere preservar la estabilidad duramente ganada de su país, ahora debería mostrar una sensibilidad similar hacia los chilenos menos afortunados".
Es decir, Piñera mismo había reconocido las causas que con posterioridad a sus declaraciones desataron ese vendaval que, como dijo Moisés Naím, no hay interlocutores. porque nadie les dirige
Piñera, el multimillonario que preside Chile, integrante de ese 1% que concentra la riqueza, había dicho al "Financial Times" que "su país necesitaba un modelo de crecimiento más inclusivo". En casos como estos los abogados dicen, "a confesión de parte relevo de pruebas".
Pero el asunto no termina en esto, pues falta el personaje principal de la discordia, pues quien esta genera. Las medidas que aplicó Macri en la Argentina y que por ellas perdió las elecciones, a Lenin Moreno pusieron contra la pared e hicieron estallar esa "bomba de tiempo", que es la desigualdad en Chile, como le han llamado varios medios de la propia derecha, son las que tradicionalmente, como una cartilla, exige aplicar el FMI. Es la misma cartilla que produjo aquellos estallidos descomunales en Grecia y de los que todavía la vieja nación, cuna del arte y la filosofía occidental, no se ha podido reponer.
El asunto es tan obvio que pese la "creatividad" de los "pensadores" de la oposición extremista de Venezuela, nada de lo que dicen es convincente, pues les falta un ingrediente importante, la verdad. Hasta los medios afines a sus ideas, dicho sólo así porque no sería acertado decir a sus intereses de clase, por respeto a sí mismo y a su imagen, reconocen en la desigualdad social y las medidas anti populares los motivos de aquellas protestas.
Si quieren encontrar algún culpable, sin correr riesgo de equivocarse o pagar con el primero se les ocurra o convenga, busque al FMI. ¡En eso no hay pele!