Cae en desgracia otro país del Cartel de Lima. Se empeñan en seguir su cruzada para dañar a Venezuela al mismo tiempo que pretenden ocultar las precarias condiciones de existencia de su propia población. En Chile, dato a dato, las desigualdades, inequidades e injusticias están a la orden del día. Con poner la lupa en que a pesar del alto ingreso per cápita de este país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), superior a los 15.000 dólares por habitante, su coeficiente de GINI (indicador de desigualdad en la distribución del ingreso) se mantiene cercano a 0,50. Superando en desigualdad a países como México o el propio Estados Unidos.
Chile arde en este momento. Su pueblo enfurecido está protestando desafiante en las calles de las principales ciudades del país. El "impoluto" gobierno de derecha se estremece, no puede ocultar el caos y la magnitud de la indignación popular.
Los organismos internacionales, con la OEA a la cabeza, el Cartel de Lima y la Casa Blanca hacen mutis ante la represión estatal (igual que con Ecuador). Es evidente la doble moral. Hay una "sensibilidad" para reaccionar rápida e implacablemente frente a los países progresistas y revolucionarios. Pero ante sus pares, callan y se hacen cómplices de los desmanes y excesos.
Chile está en llamas motivado a la lógica neoliberal de pauperizar a la masa trabajadora para favorecer a las grandes corporaciones. Esquilmar al pueblo con bajos salarios pero aplicando a discreción todos los aumentos de precios posibles en los servicios esenciales. La candela la encendieron estudiantes y trabajadores molestos por el incremento en los precios del Metro a 1,2 dólares, valor que supera a los de países como Argentina, Brasil y México. La protesta inició con la consigna "Evasión Masiva", donde los estudiantes y trabajadores descontentos empezaron a ingresar al Metro sin pagar el pasaje, saltando los torniquetes.
Esto no es todo. Las molestias se venían acumulando desde hace años. Además del incremento de los precios del Metro, el pueblo chileno ha padecido un sostenido aumento en los servicios básicos como el gas, la luz eléctrica, la gasolina y el ferrocarril. Las instituciones de salud son casi en su totalidad privados, con altos precios que limitan el acceso, endeudando a los ciudadanos cada vez que se enferman o requieren adquirir medicamentos, principalmente por la baja cobertura de los seguros. El sistema educativo también pasa por el mismo rasero de ser un servicio en su mayoría privado y altamente costoso.
El sistema de pensiones se mantiene incólume desde la era Pinochet. Un negocio redondo para las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) que generan millones de dólares en ganancias para las corporaciones, pero que oprimen a los pensionados (considerados clientes-cotizantes) con la mayoría de las pensiones por debajo del salario mínimo. Esta es una recurrente deuda moral de Chile para con sus desamparados adultos mayores. Hablamos de más de 5.500.000 cotizantes que están bajo las fauces depredadoras de 6 poderosas y monopólicas AFP, cuyas utilidades superaron solo en el año 2017 los 480 millones de dólares.
Al grito de "basta de abusos" el pueblo chileno salió a las calles a manifestar indignados por sus precarias condiciones económicas. La respuesta del gobierno "democrático" de derecha de Sebastián Piñera, fue autorizar la represión por parte de las fuerzas policiales y militares. Esto último no había ocurrido nunca desde el fin de la sanguinaria dictadura genocida neofascista de Augusto Pinochet (1973-1990).
El resultado parcial, 11 muertos y docenas de heridos causados por el accionar de las armas de guerra de los carabineros y las fuerzas militares desplegadas luego de que Piñera decretara el "Estado de Emergencia", autorizando así la "restricción a la libertad de locomoción y reunión por un plazo 15 días". Ya hay más de 1.400 detenidos. Piñera delegó el control de las operaciones de orden público en el Ejército chileno. Nombró al general Iturriaga jefe de la Defensa Nacional, y este militar fue el encargado de anunciar a la población la aplicación del "Toque de Queda" para contener a los manifestantes. Es evidente que tienen licencia para disparar a discreción.
El repudio fue inmediato. Los chilenos tienen a flor de piel la infausta dictadura de Pinochet. Ante esta situación, y de manera valiente, "Decenas de manifestantes rodearon las tanquetas y algunos les enrostraron a los efectivos militares fotografías de detenidos desaparecidos durante la pasada dictadura de Augusto Pinochet". La memoria de un pueblo es implacable.
Mientras los grandes medios conservadores aliados al gobierno guardan silencio frente a la represión excesiva y las detenciones arbitrarias, los medios alternativos y los ciudadanos han documentado los atroces hechos que están ocurriendo en las principales ciudades chilenas: asesinatos a mansalva por parte del Ejército. Estas son las imágenes que le dan la vuelta al mundo. Incluyendo una dosis de hogueras contra el despreciable diario El Mercurio, que como se recordará recibió "financiamiento encubierto" por parte de la CIA para participar activamente en la campaña mediática de desprestigio para crear las condiciones que facilitaran el golpe de Estado organizado en contra del Presidente mártir Salvador Allende.
Ante la furia popular, Piñera fue obligado a dar un paso atrás. Con el rabo entre las piernas, al igual que Lenin Moreno, masculló con dudosa humildad: "Quiero anunciar hoy día que vamos a suspender el alza de los pasajes del metro". Un pequeño paliativo. Pero se equivocó al acusar al pueblo, en vez de escucharlo. Su miopía crónica le permitió decir con pasmosa tranquilidad: "estamos en guerra contra un enemigo poderoso". Esta torpeza de criminalizar al pueblo causará más sangre y destrucción.
El pueblo chileno seguirá en las calles peleando por todas sus reivindicaciones sociales, por equidad y justicia social. ¿Seguirán ciegos, sordos y mudos los descarados peones imperiales de la OEA? Aló Almagro, Aló.