"Como pecas pagas"
Proverbio chileno
Nunca se imaginó el arrastrado de Sebastián Piñera, que el Chile de Allende, Neruda, José de San Martín, y tantos otros que ofrendaron su vida por la libertad de su patria, se iba a levantar con la fuerza indomable de un volcán en erupción. Tampoco se imaginaron algunas de las marionetas enjaulados mansamente por el imperialismo, en el llamo grupo de Lima, que mientras hacen más bulla para atacar al gobierno venezolano; en el patio donde "gobiernan" se les estaba prendiendo la hoguera, para reclamar sus derechos antes tanta humillación e irrespeto.
Del Piñera, que se paseaba seguro de ayudar a derrocar al Presidente Nicolás Maduro, al lado del pichoncito–Iván Duque– que ni siquiera ha podido levantar vuelo, porque se mantiene atado a su lanzador y guía a la presidencia de Colombia, Uribe Vélez, y menos abrir el pico, por lo incapaz, y mentiroso; del mismo gobernante chileno, que estuvo acompañado del engreído autoproclamado, lambe suelo–para no decir otra cosa– siempre dispuesto a limpiarle el camino a Trump, y sus secuaces; solamente vimos en la televisión una caricatura pidiendo perdón, como si estaba en un confesonario rindiéndole cuentas a uno de sus compinches de la CECH
El arrogante, el presuntuoso, vanidoso, y capaz de amenazar a Venezuela con bloquearla, como si estuviera manejando una computadora, desapareció de la noche a la mañana, para dejar oír en medio del miedo: ¡Estamos en guerra! al no poder esconder, ni siquiera mandando con un ejército formado bajo la constitución utilizada por Augusto Pinochet, para masacrar a su pueblo. El que se creía un gigante al estilo de las películas de Hollywood, ha terminado tan chorreado, que pocas horas después de haber expresado: ¡Estamos en un oasis! queriendo esconder los grandes males del capitalismo; algo sumamente imposible, porque en el fondo hay dos alternativas: o se lucha al lado del pueblo para enfrentarlos, o sencillamente se arrodilla a los pies del imperialismo, y el FMI sin responder a las quejas y necesidades del pueblo, y por el contrario le responden con la represión, como lo reafirmó de manera muy tajante: ¡Estamos en guerra!
Esa guerra la viene enfrentando el pueblo chileno, como si estuvieran escuchando a Salvador Allende, cuando aquel nefasto día –11 de septiembre de 1973– el fascismo representado por Augusto Pinochet, bajo la atenta mirada y dirección del imperialismo estadounidense le dieron un duro golpe al movimiento popular chileno, pero bien lo dijo el inmortal Allende: "Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser cegada definitivamente" No estaba equivocado el médico llevado a la presidencia por el voto popular, porque en estos momentos se han levantado los verdaderos hijos de la patria, respondiéndole con honestidad y gallardía antes su ejemplo fielmente comprometido con su pueblo
El monigote del gobierno de Estados Unidos, Sebastián Piñera, nunca pensó, que las palabras de Salvador Allende, iban a brotar en estos momentos, como de un fresco manantial, cuando la reacción parecía tener todo a su favor, en medio de altibajos de la izquierda, y traiciones imperdonables–Moreno en Ecuador– pero a pesar de todos estos obstáculos, muchas veces imposibles de divisar, las ruedas de la historia no se detienen, y parecen andar a la par de unas palabras pronunciadas por Allende. bajo el ruido destructor de las bombas, anunciando el final del mandato de un hombre, honrado y valiente hasta el último segundo de su vida, cuando sin perder la calma le dijo al mundo, que cree en la paz, y la justicia lo siguiente: "Tengo fe en Chile y su destino". Por algo un verdugo del pueblo chileno, le ha pedido perdón al pueblo, cuando, hasta ese momento solamente escuchaba a Donald Trump, y sus secuaces, para convertirse en un enemigo jurado del gobierno de Nicolás Maduro, y de esa manera esconder los grandes males del capitalismo salvaje, que sufren en carne propia los hermanos chilenos.