Intentaré reponer rápidamente el artículo que escribí sobre este asunto para enviarlo esta tarde mismo. Digo reponer porque por razones que desconozco se me borró el que ya estaba escrito. Ruego a mis lectores tomar en consideración esta circunstancia y perdonar los errores y limitaciones.
Carlos Andrés Pérez, llegó a Miraflores por segunda vez con una montaña de votos. Si mal no recuerdo, del total de votos depositados el 60 % fueron para él.
Por la "bonanza" artificial en la que vivió el venezolano en su primer gobierno, aquel del dólar a Bs. 4.30 y que dio origen aquella frase casi emblemática de entonces "tá barato, dame dos", se convirtió casi en un ídolo, más que un candidato.
Los dos períodos presidenciales posteriores, del socialcristiano Luis Herrera Campins y el adeco Jaime Lusinchi, se caracterizaron por una crisis honda y un endeudamiento con el capital externo, que los intereses se llevaban casi todo el presupuesto nacional y donde los empresarios venezolanos de Fedecámaras hicieron caída y mesa limpia en combinación con el capital foráneo.
Por el recuerdo de aquel primer gobierno y la esperanza que Pérez, en cierta forma se exhibido como un mago, volviese con la bonanza, el venezolano se desbordó en las urnas a favor suyo. Aquella elección y el acto de toma de posesión al que se le llamó "La Aclamación", le dio a Pérez la disposición para en su discurso del mismo día anunciase que llegaría a acuerdos con el FMI. La euforia popular era tanta que. cuando uno recuerda aquello, pareciera haber interpretado que nadie se percató de la seriedad y hasta gravedad de lo que nos estaba ofreciendo, que significaba recorte en lo que ellos llaman "gastos públicos" o inversión en áreas vitales como educación y sanidad, aumentos de los precios de los servicios, con la oferta que eso nos volvería a la bonanza de la primera vez.
Pero bastó se anunciasen los aumentos de los precios de los combustibles y con ellos los del transporte, para que la multitud que hasta 24 horas atrás seguía aclamando al presidente, se desatase en una protesta descomunal que, según cifras no oficiales llegó a más de 3 mil muertos; el gobierno más conservador y cuidando su prestigio, habló de unos 400 lo que no deja de ser un genocidio. Y a partir de ese momento, la vida del presidente aclamado, con un volumen de votantes nunca alcanzando por otro venezolano, se le volvió un martirio. Dos golpes de Estado hubo de soportar, hasta que al final, el Congreso de la República, con el voto de sus viejos compañeros, le destituyeron.
Aquella descomunal protesta, sin vínculo alguno con partido ni organización de ninguna naturaleza, sino producto de la espontaneidad, ni siquiera pudiera decirse que fue contra el presidente, ni el FMI en buena medida responsable de aquella, sino porque el pueblo se sintió engañado, esperaba del elegido la mejoría de su vida y en las primeras de cambio lo hundía más en la pobreza y la desesperación; y fue todo aquello tan impactante que la historia de Venezuela pareció partirse en dos. En suma, la protesta no tuvo programa, ideología ni nada distinto al sentimiento de un pueblo que se sintió frustrado y aún más desmejorado en sus condiciones de vida.
Las protestas de Ecuador y Chile, pese los discursos convencionales y fantasiosos de sectores de derecha e izquierda, tuvieron también un poco de aquello del Caracazo, sobre todo el chileno. No hubo acuerdo ni organización previa alguna. En Ecuador, el estallido sorprendió al gobierno y hasta a los opositores; pocas horas después es cuando comienza a tomar organización por la iniciativa del movimiento indígena que a la postre terminó liderando la protesta y convirtiéndose ante Lenin Moreno en el portavoz pertinente para las conversaciones y búsqueda de acuerdo que todavía están pendientes, como que se puede decir que allí todavía arden las brazas.
Es por demás conocido que EEUU y sus aliados internos en Venezuela, han privilegiado una solución por la vía de la fuerza. Ya en 2002 intentaron el "Carmonazo", y comenzaron la ejecución de una forma de lucha destinada a destituir al presidente ilegalmente. Pudieran haberlo hecho por la vía legal, pero a EEUU y sus aliados les conviene descomponer el Estado, la legalidad toda y hasta impedir un modelo donde las fuerzas revolucionarias, progresistas y hasta democráticas tengan fuerza de opinión y decisión en los asuntos venezolanos. Lo que le conviene a la estrategia de USA es la desintegración de la legalidad y por esa sueñan con un golpe de Estado, una Invasión y en fin de cuenta una "Salida" violenta.
Sería esa la mejor manera de decidir sin dificultades de los recursos naturales del país que bastante faltan al gran país del norte, donde según todas las informaciones técnicas indican, como dijo un técnico amigo nuestro, "están raspando la olla". Por eso, el gobierno de EEUU, ha estado diciendo que con respecto a Venezuela, todas las opciones están sobre la mesa. No han dado un golpe de Estado por lo que bastante se conoce acerca del carácter diferente del ejército venezolano, lo que no deja de ser cierto porque alguno que otro soldado, hasta de alta graduación, haya incurrido en actos que parecieran contradecir lo que de ellos pensamos.
En Chile, después de los resultados de la Argentina y hasta los de Colombia, donde Álvaro Uribe fue derrotado feamente hasta en su propio pueblo, el de Medellín, el asunto toma un carácter muy simbólico.
La presión continúa, el palacio de la moneda está casi permanentemente cercado por una multitud que pide la renuncia de Piñera, porque aparte del asunto de la desigualdad que allá desató toda esta tormenta y la intención de seguir adelante con las medidas exigidas por el FMI, ante las cuales el presidente no puede hacerse el loco y olvidarlas, porque para eso recibió un préstamo que debe pagar según lo acordado y está dentro de lo que piensa debe hacerse en su país, hay más de 20 muertos de por medio y la protesta ahora adquiere otra forma y sentido, como las propuestas de unas nuevas elecciones y proceso constituyente para derogar la constitución de Pinochet. Ya dejó lo espontáneo, lo que nunca pudo el Caracazo, por la velocidad u ferocidad de lo acontecido.
Ante ese cuadro novedoso, inesperado para las clases dominantes de Chile y hasta para Estados Unidos, Piñera pudiera optar por negarse a renunciar y provocar la profundización de la protesta. Actitud más que por mantenerse en el poder, para justificar se desate un caos y hasta un nuevo genocidio que termine en un golpe de Estado. Esta salida favorece a los militares, formados en la escuela de Pinochet, demostrado cuando ayer mismo un general declaró sentirse contento con la actuación de sus fuerzas, la que calificó de ejemplar, pese los 20 muertos y habiendo, ese mismo, día herido a perdigonazos a uno de los enviados de la Bachelet.. Un golpe a Piñera, le aseguraría a éste sus propiedades, ganancias y salida honorable y dejaría en el poder a quienes tendrían motivos para profundizar la represión y mantener, tal como quiere Piñera, la ejecución del modelo y las medidas del FMI. Para ellos, una salida democrática, con la formación de un gobierno con una nueva orientación y sin posibilidad ni deseos de imponer medidas a favor del capital y en contra de las multitudes, no es conveniente.
El golpe de Estado sería esa una salida ideal para Piñera, el FMI y hasta para el gobierno de Estados Unidos. Pues pensar que el ejército chileno opte apoderarse del Estado y comenzar a operar a favor de las mayorías, es un sueño sin sustento o un embuste más grande que la montaña andina.
Por eso, el movimiento popular chileno y el de toda América Latina, debe ayudar a manejar el asunto con prudencia, sin caer en provocaciones y la consigna debe ser la que ahora se maneja, RENUNCIA DE PIÑERA, NUEVAS ELECCIONES PRESIDENCIALES Y PROCESO CONSTIYUYENTE