Movilizaciones sociales y demandas populares corrieron el velo tras el cual el establishment duopólico escondía la realidad
Estas potentes movilizaciones populares, con estallido social agregado, han sido noticias y preocupación a lo largo de las tres América y de Europa, también de Oceanía, aunque en menor grado. La magnitud de las movilizaciones, lo masivo de las marchas y el nivel de barbarie aplicado como respuesta por el gobierno y la policía, ocuparon primeras planas en múltiples medios informativos en esos continentes, siendo motivo de análisis y discusiones en paneles de especialistas. Por cierto, el mundillo político de las distintas naciones experimentó sacudidas que eran producto de lo inesperado, a la vez que organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos decidieron entrar pronto en acción.
Hasta ahí, en honor a la verdad, nada nuevo ni nada que no hubiese sido esperable. Lo mismo sucedía al interior del gobierno chileno y de las corporaciones empresariales afincadas en el país. El establishment nacional asegura –hasta este momento- que aún existen formas de aplacar la ira popular sin tener que renunciar a lo que considera vital para el mantenimiento del sistema. Apostar al desgaste de las movilizaciones, parlotear a través de sus medios de prensa envolviendo a la gente menos avisada en un mar de dudas y suspicacias, asustarla con nuevos ‘cucos’ que aparecerían si el sistema cayese, dorarle la píldora al pueblo con un par de graciosas concesiones como aumentar en un escuálido porcentaje el sueldo mínimo, o prometer mejoramiento de las pensiones sin tocarle un pelo al actual escenario de Afp’s, etc.
No obstante, aunque lo anterior puede realizarse, hay un hecho que horroriza y tiene en la cuerda floja a la cáfila de empresarios, políticos y autoridades amantes del neoliberalismo salvaje, quienes durante cuatro décadas lanzaron sus redes al exterior -para conseguir el ingreso de poderosos capitalistas-, confiando en una "imagen país" que hablaba de una nación emergente, sólida, con reglas del juego estables y "democracia consolidada". ¿Democracia?...¿y consolidada, además? Permítanme mencionar la opinión del gran estratega ateniense del siglo quinto antes de Cristo, Pericles, quien definió a la democracia de manera simple y certera: "nuestro sistema de gobierno –dijo Pericles- es una democracia, sistema en el que ante el estado y las leyes todos somos iguales en nuestras diferencias particulares". ¿Somos todos iguales ante el estado y las leyes chilenas en nuestras diferencias particulares (económicas, raciales, sociales, académicas)? No se requiere respuesta…ella es obvia.
Pues bien, la imagen de ese ‘país modelo’ que nuestro mundillo político-empresarial vendió al mundo, se ha venido al suelo…se ha derrumbado completamente gracias a lo que mostraron las movilizaciones y demandas sociales, mismas que han sido informadas una y otra vez a la opinión pública internacional. El planeta acaba de enterarse que jamás existió ‘maravilla alguna’ en el Chile neoliberal, y que el plan piloto que el Fondo Monetario y el mega empresariado transnacional aplicaron en nuestro país terminó siendo un estruendoso fracaso. La expoliación de la sociedad civil en beneficio del 1% de la población, las atroces diferencias económicas que construyeron una brecha de ignota profundidad, la inexistencia de salud y educación públicas de calidad, el grave endeudamiento de las familias, el deterioro severo de la salud mental de los chilenos, etc., etc., avalan la acusación de ‘fracaso absoluto’ con que hoy el mundo acusa a nuestras autoridades, políticos y empresarios…y a esa prensa oficial que hemos bautizado como "prensa canalla".
Lo peor de todo es que ha quedado al descubierto un hecho que muestra cuán indigno, manipulador y mentiroso ha sido el establishment chileno dirigido por el duopolio político derechista-centroizquierdista. Estafaron al mundo. Para ello, procedieron incluso a amañar inmoralmente indicadores como la Encuesta CASEN a objeto de mostrar una brecha económica muy inferior a la existente. Hicieron de un ‘cuantuay’ para mantener engañado (y entusiasmado) al pequeño mundillo de capitalistas poderosos que deseaba invertir en este país donde las bondades eran espectaculares, donde el empresario no portaba ya ninguna ‘mochila’ respecto de imposiciones previsionales ni de impuestos similares a los que pagaban en sus propios países, ni gastar dinero en protección y conservación del medio ambiente, donde ‘legalmente’ se le permitía apropiarse del agua dulce, del mar, de los bosques y glaciares, de las carreteras y de los montes. . Era el paraíso para los grandes inversionistas. ¡¡Viva Chile!!, gritaban algunos.
Todo ello, absolutamente todo, se vino al suelo. Las mentiras, los engaños, las corruptelas, el clasismo y el robo ‘legal’ quedaron expuestos ante el mundo en su completa desnudez. El llamado ‘experimento chileno’, propuesto e iniciado por los inefables economistas conocidos como "Chicago boys" encabezados por Sergio de Castro, ha fracasado. Duró, su primavera, sólo cuarenta años. y tuvo como soporte el engaño, la corruptela, la destrucción del medio ambiente y la explotación del recurso humano a niveles esclavizantes que el mundo civilizado, recién ahora, ha conocido gracias a las movilizaciones sociales y al estallido que las catapultó.
¿Podrán ellas conseguir estructurar una asamblea constituyente para redactar una nueva Constitución Política? He ahí el quid del asunto. Al menos esta vez el mundo apoya.