Trincheras de ideas

¿Tendrá el once de noviembre boliviano su trece victorioso?

Martes, 12/11/2019 07:48 AM

Finalmente parece haberse consumado en Bolivia el golpe de Estado con olor a litio, gas y petróleo, propiciado, en primer término por el gobierno racista e imperialista de Donald Trump, igualmente por la ultra derecha santacruceña de origen croata en un alto porcentaje, de donde sale ese siniestro personaje que es Luis Camacho, un religioso fundamentalista con poder económico, y el candidato perdedor, Carlos Mesa, cabezas visibles del golpe, que extrañamente, a más de 24 horas de haberse producido y de la obligada renuncia de Evo Morales, no han conformado una junta de gobierno y el país no tiene una cabeza visible que lo dirija, salvo la brutal y criminal represión de los vecinos del Alto y de los barrios de la capital por parte de la policía. Un evidente vacío de poder.

Evo Morales renunció no por voluntad propia sino bajo presión del alto mando militar, es decir, una renuncia que no tiene validez, sin embargo Morales justificó la renuncia con el argumento que no quería que el binomio golpista continuara reprimiendo al pueblo, al final renunció pero la represión policial se incrementó, sobre todo de manera muy fuerte en el Alto donde al parecer se dieron las primeras muestras de rebeldía contra el golpe en la calle. Ese fue un gesto noble, que nos habla de su grandeza humana.

Hay hechos políticos que lucen incomprensibles en toda la evolución del golpe y son las políticas y decisiones gubernamentales. En apariencia todo se centraba en el cuestionamiento a la victoria electoral alcanzada por Evo en la primera vuelta electoral con el 47% por ciento de los votos y diez puntos con relación al candidato golpista Mesa. En lo que parece un grave error político está, que para demostrar la pulcritud del proceso y que nunca hubo fraude en las elecciones, el Presidente aceptó una revisión de todo el proceso y para ello llamó nada más y nada menos que a un enemigo mortal de los pueblos, la siniestra OEA, el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos y de su secretario general Almagro, que nunca iba a trabajar con pulcritud y honestidad no iba a reconocer el triunfo electoral de Evo, que era parte del golpe, como en efecto ocurrió y su decisión –por lo demás extemporánea, pues se había dicho que los resultados de la investigación de la OEA se conocerían el martes 12 de noviembre– llevó a Evo a aceptar ir a unas nuevas elecciones, cuando la derecha fascista había dicho, inicialmente, que era necesario ir a una segunda vuelta.

Pareciera que con la invitación que se le hiciera a la OEA y a la Comunidad Europea a que vinieran a Bolivia a revisar las actas de votación, Evo se puso la soga al cuello y sus enemigos imperialistas no tardarían, como ocurrió, en apretar la soga para ahogarlo y sacarlo del juego político.

La derecha fascista aparentemente ni siquiera aceptó la revisión de las actas ni a la OEA, ahora querían la renuncia del Presidente Morales, entraban así en una nueva fase que se caracterizó con una violencia inusitada contra el pueblo indígena, sobre todo contra las humildes mujeres indias que eran perseguidas y atropelladas por turbas de mercenarios motorizados o la Alcaldesa que fue sacada de la Alcandía de presidía, le echaron pintura, la desnudaron, le cortaron el pelo, sin embargo esa gran mujer no se rindió y ante la turba que la humillaba y quería matar ratificó su posición de apoyo a la revolución boliviana. Otra "arma secreta" fue presionar la renuncia de los altos funcionarios del gobierno con el secuestro de sus familiares y el incendio de sus viviendas. Hitler estaría orgulloso de sus émulos bolivianos.

En aquella dinámica ¿qué hizo la comisión "técnica" de la OEA, en aquel escenario de ofensiva golpista? Adelantó su criterio "técnico", que era en verdad un juicio político, donde señaló que se produjeron elementos de fraude electoral en las elecciones presidenciales. La soga en el cuello de Evo la habían apretado. Fue cuando el alto mando militar, cuadrado con el golpe, le solicita a Evo la renuncia.

En el proceso de la dinámica golpista curiosamente los insubordinados, en primera instancia, no fueron los mandos militares sino los mandos policiales que se insubordinaron y se pusieron al lado de la pequeña rebelión de la derecha fascista, más bocona y mediática, que real, a no ser por las bandas mercenarias y paramilitares, contratadas y financiadas por la CIA yanqui y armadas desde Chile y Brasil y que tienen su base de apoyo en la provincia de Santa Cruz y Pando, entre otras.

¿Aceptará el pueblo boliviano, los grandes favorecidos y beneficiados por las obras y logros de la revolución en 14 años, este golpe pasivamente y no contraatacarán a los golpistas fascistas y se resignarán a tamaña derrota, a que le quiten a Evo una presidencia que se ganó limpiamente con el apoyo de la mayoría popular?

Hay dos momentos históricos que debemos traer a colación, que guardan una cierta similitud con los que está aconteciendo en Bolivia.

El primero se produjo en Cuba. La Revolución tenía apenas un año, corría el año 1960, el Presidente era Manuel Urrutia y el Primer Ministro era el Comandante Fidel Castro. Hubo un movimiento subversivo donde Urrutia, con el apoyo de los restos de la burguesía que estaban en la isla, pues una mayoría se había ido para los Estados Unidos, y el gobierno norteamericano, y quisieron anular a Fidel, éste presentó la renuncia y se fue a la calle. Fue un momento de gran tensión porque el imperialismo yanqui estaba detrás de aquella artera maniobra. Renunciar Fidel y movilizarse millones de cubanos en su apoyo, fue una misma cosa. Un millón de personas como mínimo se concentró en La Habana y allí mismo Fidel fue ratificado como Primer Ministro y el golpista Urrutia fue destituido.

El segundo hecho ocurrió en Venezuela el 11 de abril de 2002 durante el primer gobierno del Comandante Eterno Hugo Chávez. Los militares felones, miembros de la CIA una gran mayoría, formados en la llamada Escuela Colonialista de las Américas, apátridas, le dieron un golpe de Estado al Presidente. ¿Qué pasó ante aquella arremetida fascista de persecuciones, torturas, asesinatos, que duró dos días? Esa es una historia conocida por el pueblo de Venezuela. Las movilizaciones populares por millones en toda Venezuela el día 12 de abril que hicieron retroceder a los golpistas y derrotar el golpe y trajimos de la isla de La Orchila al amado Presidente.

Es decir, eso ocurrió el 13 de abril, por eso se popularizó el eslogan de que cada 11 tiene su trece. Hoy quisiéramos que fuera así en Bolivia. Que las masas populares bolivianas se lancen a la calle, como está ocurriendo en Chile, y exijan el retorno de Evo Morales y el presidente indio, una vez en el poder de nuevo, apriete el puño, depure la policía golpista, destituya a todo los altos mandos militares y promocione los cuadros medios que no están con el golpe. Que los obreros mineros y las organizaciones sociales indígenas y de trabajadores se unan y conformen el poder popular, que nazcan las milicias populares obreras, campesinas, indígenas.

El pueblo boliviano tiene una hermosa tradición de lucha y de victorias. Todavía está en la memoria de nuestros pueblos la revolución obrera de 1952, cuando el movimiento obrero minero tomó el poder y derrocó a la burguesía e implantó el poder obrero popular y comenzó la primera Revolución Boliviana. Ahora le correspondió al mayoritario movimiento indígena boliviano, quechuas, aymará, entre otros, que como mayoría nacional, junto a otros sectores y clases sociales, llevaron al poder 14 años atrás, al primer indígena como presidente de la sufrida nación y, para sorpresa del mundo, sacó a Bolivia de la extrema pobreza en la que se encontraba, elevó el estándar de vida de los pobres bolivianos y se convirtió en una de las pocas naciones latinoamericanas con un permanente crecimiento económico de inocultable beneficio para el pueblo boliviano.

El mundo espera que del lóbrego 11 de noviembre venga el 13 esperanzador. Que se repita la historia de los triunfos populares como los de Cuba y Venezuela en situaciones similares.

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