La geopolítica como relación internacional de poder

Martes, 07/01/2020 12:07 PM

El mundo de postguerra se ha vuelto mas inestable, diferente a lo esperado, no por haberse disuelto la URSS, la Europa del Este, amenaza para quienes creían que esta parte del mundo, Europa Occidental, Japón y los Estados Unidos era su excusa para armarse, defenderse frente a cualquier nación que representara peligro a sus intereses. De manera que otros fantasmas distinto al comunismo han insurgido, otras amenazas han inventado, el terrorismo, el narcotráfico, el islamismo, los movimientos sociales, ecológicos, raciales, los LGTB, ya el imperialismo esquizofrénico no haya que inventar para justificar la carrera armamentista, el fomento de conflictos locales, la lucha contra los movimientos progresistas, los golpes de Estado blandos y duros, a modo de frenar las luchas de los pueblos por el derecho a la vida, los derechos humanos, la soberanía y la autodeterminación.

La geopolítica en el caso de Venezuela en el siglo XXI, se manifiesta en el escenario a la par de muchos países donde está desatada la guerra por los mercados, se crea una guerra por la fragmentación de “las estructuras político territorial” como dice Cerceña y Barrios en consonancia con el desmantelamiento de los estados naciones como política neoliberal, la esencia de dicha política reside en la apropiación de los recursos del estado, de las naciones, en usurpación de las fuentes estratégicas, en nuestro caso de Venezuela, de sus cuencas petrolíferas, de sus reservorios petroleros que ya es mucho decir por ser el país con la mayor reserva estratégica del mundo, aproximadamente una quinta parte del petróleo mundial, vital a las compañías petroleras mundiales, las transnacionales.

Cerceña y Barrios identifican en el mapamundi, la ruta de las guerras, “la franja petrolera de las guerras”, las vías de tránsito entre Asia y Europa, dibujado en el mapa del pentágono de Thomas Barnet profesor de la escuela naval de guerra de los Estados Unidos, donde se representa la franja que representa el grueso de las reservas petrolíferas certificadas desde el Medio Oriente hasta Venezuela, pasando por el norte y occidente de África, es aquí donde se escenifican los diversos tipos de guerra, tales como guerras abiertas, guerras locales, guerras blandas, revueltas sociales, todas como resultado del plan de desestabilización del imperialismo de los Estados Unidos para apropiarse del control de dichos países.

Entonces ya sabemos que Venezuela es un país muy codiciado por las potencias mundiales, sobre todo representada por el imperialismo de los Estados Unidos, que el país no puede estar seguro, sobre todo si cuenta con esta riqueza ambicionada por los mercados internacionales, las compañías internacionales, de allí que sea objeto de acoso, de desestabilización política, económica, social, militar, cultural y en general, de allí la justificación del Decreto de Obama, las amenazas de Trump, de enviar “tropas humanitarias” para intervenir dicho país en complicidad con sus aliados de la OEA, la OTAN, incluso vecinos como el Grupo de Lima.

En este contexto nace todo tipo de acciones de guerra, política, económica, militar, social, cultural, guerra tipo hibridas, de V generación, capaces de crear “condiciones operativas” para invadir a Venezuela, terreno propicio para intervenir en los asuntos internos, ablandando el terreno, sobre todo en lo social a través de la guerra económica y sus consecuencias, el plan contrarrevolucionario neoliberal, haciendo uso de la artillería del dólar, la devaluación, la depreciación del dinero, la hiperinflación, incluso el desabastecimiento y el deterioro en consecuencia de la calidad de vida. A la par de estas armas del imperio, para revertir el triunfo de los movimientos progresista de la región en las primeras décadas del siglo XXI, se activaron la relocalización de bases militares en Colombia, vecina de Venezuela, entrenamiento y ejercicios militares, la introducción del terrorismo como medio de desestabilización, paramilitarismo, uso de mercenarios, la apelación a los mecanismos de golpes de estado blando, intentos de secesión de la unidad nacional, de la unidad multiétnica, multinacional, operativos mediáticos de criminalización, lawfare, criminalización entre otros, sanciones bloqueos comerciales, financieros, monetarios, económicos, etc.

La parafernalia militar contrarrevolucionaria arriba mencionada no se agota, no llega hasta aquí; podemos agregar otras, dentro del ejercicio del “Amazon.Log” según Barrios y Cerceña “consiste en colocar pertrechos de guerra que faciliten incursiones territoriales discretas, operaciones de respuesta rápida, ambas contemplando la intervención de fuerzas especiales ya sea estadounidenses, de cuerpos locales o privadas, o también para permitir operativos masivos mucho más visibles o escandalosos, producto de supuestos peligros humanitarios muy probablemente en Venezuela”. Ahora bien; no solamente el haber colocado cuerpos militares y pertrechos en Colombia, sino también, indican los autores mencionados en este ejercicio coloca dos posiciones muy importantes en la parte baja de Venezuela, a las que debemos adicionar una más en la costa atlántica, producto de un convenio que está en proceso de ser aprobado por el Congreso brasileño, que concedería el uso de la base de lanzamiento de Alcántara, en Sao Luis, a las fuerzas armadas estadounidenses”.

Sin embargo el cerco hasta aquí no es todo, ocupa prácticamente toda la región de norte a Sur, así lo relata Barrios y Cerceña: “Teniendo en cuenta las bases militares ya asentadas en esta zona en Guantánamo, Aruba y Curazao, Puerto Rico, Honduras (Soto Cano), El Salvador (Comalapa), Antigua y Colombia (seis en funcionamiento y 7 más en proceso por el acuerdo de 2009 que quedó temporalmente suspendido), con el refuerzo de las de Perú en el otro extremo y con la ocupación de Haiti por las mal llamadas “fuerzas de paz” (comandadas oficialmente por Brasil), puede afirmarse que la región está militarmente cercada. Desde siempre, por el Canal de Panamá y por ser el centro del acceso náutico al continente en que se asienta el poder americano; en las últimas décadas, particularmente, por ser una de las áreas de concentración de yacimientos hidrocarburíferos, minerales, genéticos y acuíferos más importante del planeta, con Venezuela como epicentro”.

Como es de notar el cercamiento militar y político es una realidad, aparte de las bases militares de los estados en Colombia, están también las bases brasileñas, que es de acuerdo con Barrios y Cerceña, La base de Alcántara tiene la enorme importancia de ubicarse en el borde atlántico de la cuenca amazónica y de posibilitar su cercamiento enlazando toda el área del Gran Caribe, con Venezuela en el centro. Es la posición que permite cerrar el círculo” del cercado contra Venezuela. El motivo como dijimos arriba, no es simplemente para derrocar un “dictador” de la revolución bolivariana como fuera el modo operandis en Irak con Saddan Hussein o en Libia con el argumento de la violación a los derechos humanos por parte de Moammar Gadaffi, no, el fondo es como dice Barrios y Cerceña, de la guerra de la Exxon, que no deja de abrir brecha desde la región en disputa del Esequibo; es la guerra de Chevron, del coltan, el uranio, el thorium, el gas y el oro; es la guerra del estado norteamericano por reforzar sus condiciones materiales y su posición hegemónica”. Aquí están las causas de hacer tanto daño a Venezuela, de infligirle el mayor daño para debilitar la unidad nacional del país, de desbaratar los planes sociales de desarrollo, desmontar los logros de la revolución bolivariana y su calidad de vida.

Pese a todo lo anterior, el pueblo venezolano tiene la capacidad de resistir los embates contrarrevolucionarios de las fuerzas neoliberales de la región y del mundo, de las fuerzas ultraconservadora de la región, ni el imperialismo, ni las corporaciones con todo su poder militar, mediático, económico, político y cultural, han podido romper la unidad, la resistencia, el valor del pueblo venezolano que con mucha amargura y dolor aguanta todas las miserias y guerras de todo tipo que libran los Estados contra el pueblo de Bolívar.



 

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