Temores y rivalidades en las relaciones de los Estados Unidos con China

Jueves, 23/01/2020 03:04 PM

Donald Trump en su política interior a dado marcha atrás a "la política neoliberal de la globalización", entendiéndose esta como política orientada a la expansión de las corporaciones transnacionales por el mundo mediante el papel de inversionistas directos en los países, en la construcción de factorías, producción de bienes industriales a fin de abastecer el mercado, aprovechándose del costo de las materias primas, de la mano de obra barata así como del valor del dólar en las transacciones de intercambio monetario, lucrándose con ello, de esas ventajas comparativas en el comercio; contrario a esta política, Trump apuesta al "nacionalismo americano", a la capacidad industrial nacional de convertir a la nación en exportadora mundial de productos de calidad para revertir además el déficit comercial con las naciones, en particular con China. Por eso; el giro político de la política proteccionista y la guerra de divisas, la guerra del dólar para restablecer a los Estados Unidos como la nación más poderosa, es decir "América Primero, Los Estados Unidos Primero".

Lo que alienta o apoya esa decisión de girar del "libre mercado al proteccionismo" son intereses económicos internos y militares, representados por personajes tales como "Dan Dimiccio, ex CEO de la siderúrgica Nucor, haya sido uno de los principales asesores de Trump en economía y política comercial; y que Robert Lighthizer, nombrado como representante comercial, haya tenido una larga trayectoria representando a la industria siderúrgica estadounidense y haya sido un promotor central del giro proteccionista en importantes sectores del Partido Republicano, a la vez que participó en las batallas siderúrgicas contra Japón en el gobierno de Reagan. Estas ramas industriales –protagonistas del industrial Belt norteamericano hoy devenido irónicamente en el Rust Belt o cinturón del óxido– son las principales castigadas por la competencia con empresas de países aliados y de China, y son las que reclaman desde hace años, junto a otros sectores, por un giro proteccionista y pro industrial en Estados Unidos. Entre estos sectores sobresale el entramado de las PyME, cuya productividad También a nivel local es parte de una estrategia de acumulación política interna y de su campaña electoral". (Merino, E. 2019), por la otra parte; decimos que intereses militares están involucrados en ese giro político nos referimos al temor del complejo militar industrial de ver perdida su base industrial operando en otros países mientras que sube el déficit comercial así como la capacidad decisional dependiente de fuerzas globalistas.

Veamos como se expresa los temores comerciales e industriales del gobierno y círculos industriales de los Estados Unidos, "A fines de agosto, el equivalente de 100.000 millones de dólares de productos chinos (acero, aluminio, químicos, textiles, electrónicos) fueron gravados con aranceles al entrar a Estados Unidos; una medida rápidamente contestada por un aumento de las tarifas sobre 50.000 millones de dólares de producciones estadounidenses (soja, cerdo, automóviles…). Se preparan otras represalias. Del lado estadounidense, se estableció una lista de 1.300 productos, por un monto posible de 200.000 millones de dólares (de un total de 505.600 millones de dólares de importaciones en 2017). Del lado chino, fueron señalados 150 productos, que pueden representar 60.000 millones de dólares (de 128.000 millones de dólares de productos estadounidenses en 2017) (Bulard Martiné, 2018). Esta decisión no cabe la menor duda es neoproteccionista, soslayando el neo globalismo neoliberal.

El temor generalizado de Trump y las fuerzas proteccionistas bien lo expresa Merino, que ellos, las fuerzas proteccionistas "ven como una amenaza la pérdida de la capacidad decisional nacional a partir de la subordinación a instituciones globales, acuerdos y tratados multilaterales…. entre otras cuestiones fortalecer de manera unilateral el polo angloamericano comandado por Estados Unidos; impulsar una agenda proteccionista para fortalecer la producción industrial de Estados Unidos frente a China, pero también frente a aliados como Alemania, Japón o México, y para reequilibrar el déficit comercial y reforzar la ´seguridad nacional´; establecer acuerdos económicos bilaterales, abandonar el multilateralismo y utilizar el tamaño de la economía norteamericana como herramienta de negociación; presionar a los aliados de Europa y Japón –protectorados militares de Estados Unidos– a que aumenten sus gastos militares,…" (Merino, 2019). Por ello, en su oportunidad haya dicho indignado Trump: "Nuestra industria ha sido el blanco, desde hace años, incluso desde hace décadas, de ataques comerciales desleales. Y eso ha provocado el cierre de fábricas, de altos hornos, el despido de millones de trabajadores, con comunidades diezmadas". (Bulard, Martíne). Aunque como dice Bulard, no hay que "equivocarse en el diagnostico" de la desindustrialización de los Estados Unidos inculpando a las practicas desleales del comercio, el asunto es que el gobierno Chino "utilizó a su favor las reglas decididas (el comercio libre y la globalización, la nota es mía) por los países más poderosos, con Estados Unidos a la cabeza. Pero nada obligaba a los dirigentes occidentales a abrir sus países a todos los vientos comerciales, alentar las deslocalizaciones y suprimir uno a uno sus instrumentos de intervención económica bajo la presión de las multinacionales –las que se abalanzaron sobre el territorio chino--". (Ídem), tratando de imponer el capitalismo, resultó doblegado por el socialismo chino.

Hay que decir que esos temores ha despertado la agresividad comercial de los Estados Unidos en especial con China, hace que indique para Martine Bulard que "….uno de los asesores económicos de la presidencia china, Yifan Ding, la agresividad estadounidense recuerda la ofensiva lanzada en los años 1980 por la administración Reagan "contra Japón, que en ese entonces era la segunda economía mundial". Imponiendo derechos de aduana exorbitantes (hasta el 100% sobre los televisores y las videocaseteras) y empujando a un alza de las tasas de interés niponas, Estados Unidos había "doblegado" a Japón, al punto de arrastrarlo a una depresión de la que todavía no se recuperó por completo… Un escenario impensable para los chinos: "No queremos la guerra comercial. Pero podríamos enfrentarla si ésta tuviera lugar", (Bulard, Martine, 2018) Pues; ¿no será que tal decisión neoproteccionista de Trump responde a "poner de rodilla" no solo China sino al mundo bajo la hegemonía de los Estados Unidos en un nuevo esquema de reindustrialización?.
Naturalmente eso no sucederá, por cuanto de que China frente a los bloqueos de los Estados Unidos, sus sanciones, relanzará su economía, disponen de uno de los mercados mayores del mundo, 1300 millones de habitantes, desarrollan una industria innovadora, entre ellas, las tecnologías de la información, la robótica, la aeronáutica y la espacial, la ingeniería oceánica, los vehículos eléctricos, la biomedicina, los nuevos materiales, la energía, etc. aparte de que los gastos de investigación y desarrollo, públicos y privados acompañaron: ya superan el 2,3% del PIB, China no se dejará someter como Japón a ello podemos agregar las asociaciones estratégicas chinas en el Asia, es decir el mercado intraasiático, su presencia en América latina, como también "la deslocalización made in China" de la producción que obliga a este país a sortear los obstáculos comerciales de los Estados Unidos en relación a los bloqueos tecnológicos, comerciales y financieros.

Los Estados Unidos y su gobierno a la cabeza impulsan la recuperación industrial frente a sus rivales competidores, China, Rusia, Japón en otros, asimismo ese giro está marcado por el bilateralismo, es decir la protección a las empresas menos competitivas, por eso llama Trump al "equilibrio bilateral" y las relaciones interinstitucionales a fin de solventar los problemas. Pero lo que más preocupa a los Estados Unidos no es el déficit comercial con China, total las corporaciones repatrian tanta ganancia como el equivalente al déficit comercial Estados Unidos-China. El asunto es, los avances y liderazgo tecnológico chino, vale decir; el "desarrollo tecnológico Made in China 2025, que tiene entre sus principales objetivos solucionar el retraso relativo en algunas ramas tecnológicas fundamentales, como robótica y semiconductores, y ampliar el liderazgo en otras, como inteligencia artificial y autos eléctricos, con el objetivo de posicionarse en el vértice de las cadenas globales de valor…. Ello terminaría de quebrar la relación centro-periferia de estilo postfordista del gigante asiático con el Norte global, la cual ya está en crisis" (Ídem).
China se asoma en e horizonte del año 2000 como la segunda potencial mundial, determinados grupos nacionalistas industriales del capital americano sienten amenazados sus intereses económicos como políticos militares, el crecimiento de los sectores de vanguardia científico tecnológico chino desafían a los economía norteamericana, por eso su interés de encarecer los bienes chinos importados, recaudando los impuestos de los aranceles para estimular el aparato productivo nacional, una especie de keynesianismo para expandir el crecimiento del sector empresarial interno y poder con ello rivalizar con la economía China con claras consecuencias para el consumo interno a nivel de precios.

Tal política de Trump, "La política de profundización proteccionista comenzó a tomar forma a principios de abril de 2017, … hacia el mes de diciembre de 2017 se impusieron se debaten al interior de Estados Unidos para enfrentar a China… Pero fue hacia comienzos de marzo de 2018, cuando Trump finalmente declaró la "guerra comercial", cuando el giro proteccionista se volvió central y determinante en la geo economía y la geopolítica mundial. La declaración de guerra se produjo al día siguiente de imponer importantes aranceles a la importación de acero (25 por ciento) y aluminio (10 por ciento) en nombre de la "seguridad nacional". Y, en este mismo sentido, se presentó en el Congreso una ley para darle más poder al Comité de Inversiones Extranjeras de Estados Unidos (CFIUS, por sus siglas en inglés), que reúne al personal de defensa e inteligencia con los responsables de la política económica con el objetivo de investigar el ingreso de inversiones extranjeras y determinar posibles amenazas a la seguridad nacional, en especial en lo que tiene que ver con activos tecnológicos estratégicos y el avance de China en este sentido" (Ídem).

Está claro que los Estados Unidos se siente avasallado en el comercio, no menos en particular en "la industria del acero" el cual dependen las fuerzas armadas, por tal motivo piensa Trump no depender del acero, en todo caso imponer aranceles a nombre de la seguridad nacional, frente a las posibles amenazas internas de inversionistas extranjeros en el ramo, sin embargo pese a que China no es quien decisivamente exporta acero a los Estados Unidos, otros países como Brasil, Canadá, Corea del Sur y México, juega un importante papel mucho mas que China en las exportaciones a los Estados Unidos del acero a la que ve obligado el gobierno de los Estados Unidos "disciplinar comercialmente" en las negociaciones estratégicas bilaterales. Sin embargo; para no perder la carrera competitiva contra sus rivales, el gobierno de los Estados Unidos eleva los gastos militares a los países Europeos (en especial a los países de la OTAN) y del Medio Oriente (Arabia Saudita, Kuwait entre otros), el cual deben pagar mas por "la protección militar y la seguridad nacional" a los fines de sostener la capacidad comercial y militar en el mundo, es decir la sostener la hegemonía de los Estados Unidos en el mundo.

Esta estrategia de Trump, como dice Merino "está en estrecha relación con los objetivos de fortalecer el complejo industrial estadounidense relocalizando industrias, disminuir el déficit con socios comerciales para mejorar las balanza comercial estadounidense…". Los Estados Unidos y su gobierno están preocupado por el "vaciamiento industrial" del país a causa de las ventajas chinas en su economía, la capacidad de su mercado, los privilegios en sus negociaciones, por ello, su interés de estimular su industria nacional, además, tal cual indica Merino: "…..más allá de la intención declarada de bajar el déficit, en realidad aparecen otros objetivos centrales de dicha política, que ya mencionamos, tales como fortalecer de manera unilateral la industria nacional de Estados Unidos, considerada la base de la defensa; obstaculizar el desarrollo tecnológico de otros países, ya sean aliados o adversarios, para mantener la supremacía estadounidense en ese plano; lograr a través de las negociaciones un alineamiento geoestratégico con Washington, que incluye lo geopolítico y lo geoeconómico, en donde se estrecha el vínculo entre comercio y seguridad nacional" (Ídem).

Por otra parte; afirma Merino que "En la actualidad, con China convertida en el principal socio comercial de Sudamérica y avanzando a grandes pasos mediante inversiones en infraestructura y la compra de activos estratégicos, la visión de Washington es de una profunda preocupación, en especial teniendo en cuenta que el "patio trasero" latinoamericano es considerado un territorio de influencia hegemónica…" (Ídem), de los Estados Unidos. "…Además, también es cierto que cada vez las empresas chinas desplazan a las del Norte global en segmentos de mayor complejidad desarrollan marcas propias, así como diseño y tecnología, desafiando su lugar de semiperiferia industrial en la división internacional del trabajo. Brasil, México, Chile, Perú y Argentina continuaron como principales socios comerciales de China en la región, con más de 70 por ciento del volumen total. América Latina es la segunda zona que recibe más Inversión Extranjera Directa (IED) desde el gigante asiático con 14 por ciento del total, luego de Asia" (ídem). Como es de ver la preocupación de sectores económicos de los Estados Unidos en verse desplazado su potencial competitivo, comercial e industrial, incluso su papel financiero en la región, amen del papel del gran proyecto geoestratégico de la Ruta de Seda que impulsa China cruzando el Pacifico y encontrándose con el Atlántico.

Fuente:
.-Bulard, Martine (2018, "¿Quién ganará la guerra comercial"?, Le Monde Diplomatique.
.-Merino, Gabriel Esteban. (2019) "Guerra comercial y América Latina" Revista de relaciones internacionales de la UNAM, nro. 134, p. 67-98.

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