El juicio político a Donald John Trump no debió ser por congelar una ayuda militar a Ucrania, con lo que pretendió, de manera inmoral y perversa, presionar al presidente del país europeo, Volodomir Zelenski, para que iniciara una investigación en contra del empresario Joe Biden y su hijo Hunter Biden, a pesar de lo grave que le pueda resultar a los estadounidenses el abuso de poder, y que un mandatario viole la confianza de la nación y su juramento de preservar, proteger y defender los valores fundamentales.
En mi criterio, el impeachment a Trump, el tercero a un Presidente de los EEUU en 240 años, debió ser por su evidente trastorno de personalidad que, obviamente, resulta un peligro para la paz mundial; de hecho, ya mantiene al mundo en vilo con el asesinato del general iraní, Qasem Soleimani, del cual se jacta y se vanagloria públicamente. Hecho que utiliza junto a sus secuaces, con el fin de intimidar a otros líderes del planeta que rehúsan a someterse a sus designios. Un criminal capaz de cualquier locura y así lo demuestran médicos expertos de EEUU y de otras partes del mundo que han estudiado sus visibles desequilibrios emocionales.
El libro "El peligroso caso de Donald Trump: 27 psiquiatras y profesionales de la salud mental evalúan a un presidente", es la mejor prueba de lo que planteo. De acuerdo con lo que publicó la prensa de los autores del texto, los especialistas norteamericanos determinaron que el actual mandatario de EEUU es un sociópata.
Según el diario RT en español, Lance Dodes, analista emérito del Instituto Psicoanalítico de Boston especializado en adicciones, opina que las acciones de Trump evidencian que tiene profundos rasgos sociópatas y que el presidente sufre una pérdida persistente de la realidad.
"Seguramente hubo presidentes estadounidenses de los que se podría decir que son narcisistas, pero ninguna ha mostrado cualidades sociópatas en el grado visto en Trump", afirma Dodes
Otra de sus conclusiones es que: "La paranoia de la sociopatía severa crea un profundo riesgo de guerra, y los jefes de otras naciones inevitablemente estarán en desacuerdo con Trump, que verá en el desacuerdo un ataque personal, lo que conllevará a reacciones de rabia y acciones impulsivas para destruir a ese 'enemigo'. Las características de ese trastorno en el presidente de los EEUU son innegables y altamente peligrosas para América". Y no es cuento ni ganas de alarmar de Lance Dodes. El asesinato del general iraní es un ejemplo palpable de lo que plantea.
Philip Zimbardo, profesor emérito en la Universidad Stanford (California), complementó que Trump es propenso a convertirse en un tirano. "En su caso, tenemos un diagrama de Venn aterrador que consta de tres círculos: el primero es el hedonismo extremo; el segundo, el narcisismo; y el tercero, el comportamiento de intimidación. Estos tres círculos se superponen en el centro para crear una persona impulsiva, inmadura e incompetente que, cuando está en una posición de poder supremo, se desliza fácilmente hacia el papel de tirano", anota.
"Creemos que Trump es el hombre más peligroso del mundo, un poderoso líder de una nación poderosa que puede ordenar disparar misiles contra otro país debido a la angustia personal que siente él", constata el profesor… Y no sé si angustiado o no, pero ya esto no es una suposición, el mandatario gringo ha ordenado con toda frialdad bombardear a otras naciones.
Siempre he dicho que ese siniestro personaje es un psicópata; muchos expertos hablan de sociópata y, en cuanto a eso, debo decir que una psiquiatra venezolana en un trabajo titulado: "Breve análisis desde la óptica psiquiátrica de la psiquis de Donald John Trump, presidente número 45 de los EEUU", plantea que las psicopatías, los llamados trastornos antisociales de personalidad o sociopatías, significan lo mismo. "Quizás pudiera haber una diferencia semántica, pero ninguna en la dinámica del individuo; el sociópata, el psicópata, son trasgresores de las normas, que no tienen remordimiento cuando sus actos les hacen daños a otros porque no hay empatía. Es un desajuste cerebral, ellos carecen de células espejo".
Amplía la experta: "Si algunos autores hablan de que el sociópata, el que uno denomina delincuente vulgar, se trata del torpe, y el psicópata de una persona audaz; la realidad es que, a los fines psiquiátricos, cuando nos referimos a personas transgresoras de la norma, las llamamos indistintamente psicópatas o sociópatas".
"El mayor interés de estas personas es saciar sus necesidades. Y no hay negociación al respecto debido que no tienen empatía, no sienten dolor, no sufren de remordimiento al hacer daño, al hacer sufrir; no prevén que las consecuencias de sus conductas frente a los demás pueden ser catastróficas. Tienen imposibilidad para sentir lo que el otro siente, precisamente porque carecen de las neuronas espejo.
A manera de ejemplo, la psiquiatra explica que a una muestra de 25 mil personas (la mitad recluidas en una cárcel de California y otras tomadas al azar) se les hizo un estudio de resonancia magnética en el cerebro y los reclusos carecían de neuronas espejo. "No se les alumbró el área cerebral que se les debió alumbrar cuando fueron sometidos a preguntas, a imágenes de personas sufriendo, llorando…"
Así que, aunque no lo puedo afirmar, primero porque no soy especialista en la materia, segundo, porque no sé de un estudio de resonancia magnética de la cabeza de Donald Trump, es obvio que las características de su proceder antisocial, su indolente comportamiento que causa estragos en el mundo con los bombardeos y asesinatos de hombres, mujeres y niños sin siquiera inmutarse, despojar a los hijos de sus padres migrantes sin sentir dolor, no deja dudas de que el cerebro del actual presidente gringo, pese a cualquier emoción, se mantiene por dentro como el apagón sin precedentes que provocó la oposición terrorista en Venezuela con el ataque cibernético al Guri que, por cierto, él mismo ordenó tal cual lo denunció en su momento el presidente de la paz, Nicolás Maduro Moros.
En un artículo redactado y avalado por el psicólogo, Francisco Pérez, que puede leerse en internet, el especialista demuestra que en el diagnóstico a un sociópata la persona debe tener al menos 18 años, y antecedentes de algunos síntomas de trastornos de conducta antes de los 15.
Y en la investigación "Breve análisis desde la óptica psiquiátrica de la psiquis de Donald John Trump, presidente número 45 de los EEUU", constatamos que este psicópata con apenas 13 años, cursando estudios en la Kew-Forest School en Forest Hills, Queens, donde además estudiaron el resto de los hermanos, resultó expulsado luego de golpear a una profesora porque le parecía que no sabía nada de música.
Detalla el trabajo de investigación que Trump se describe como un líder desde que nació́, refiere que no ha cambiado mucho, y que sigue siendo el mismo desde los siete años; la gente lo ama o lo odia... "Ya en la adolescencia por alguna razón me interesaban las travesuras y armar líos, poner a prueba a la gente", palabras que se encuentran en su primer libro 'El Arte de la negociación' publicado en 1987".
Bandy Lee, una psiquiatra forense de la Escuela de Medicina de Yale y también editora del libro "El peligroso caso de Donald Trump, 27 psiquiatras y expertos en salud mental evalúan al presidente", expuso: "La preocupación es enorme y hay que decirlo claramente. Trump es un peligro y muestra signos de violencia y atracción a las armas y a la guerra.
Las palabras de Lee tuvieron notable repercusión en los medios estadounidenses y una docena de congresistas, todos demócratas excepto uno, la invitaron al Capitolio, a explicar su tesis, asegura el diario El País de España.
Donald Trump ante todo ese diagnóstico de trastorno mental suficientemente documentado y sustentado, respondió, según la misma publicación del medio de comunicación español: "Yo pasé de ser un muy exitoso empresario, a una gran estrella de televisión y a presidente de Estados Unidos. Creo que esto se calificaría no como inteligente, sino como genio… y un genio muy estable".
Y sus palabras –de acuerdo con la nota de El País-, lejos de aquietar las aguas, volvieron a mostrar a Trump como un agitador nato. Un ser incapaz de contenerse ante los ataques, rasgos que admiten sus propios aliados, y que han llevado a sus adversarios políticos a alertar del peligro que representa alguien del que depende la decisión de lanzar bombas nucleares.
En esa misma dirección, el doctor James Gilligan, profesor de psiquiatría en la Universidad de Nueva York y experto en violencia, argumenta que no advertir al público que "Trump es extremadamente peligroso de hecho, y por mucho el presidente más peligroso de nuestras vidas, sería no cumplir con el deber profesional de advertir a las víctimas potenciales, cuando identificamos señales y síntomas que indican que alguien es peligroso a la salud pública".
Proceder que, a mi juicio, como político, me parece un enorme gesto de responsabilidad ante el mundo y ante la vida acorde a todo profesional con ética y moral, porque todas esas advertencias conducen a evitar más derramamientos de sangre en los que nos puede seguir sumergiendo Donald Trump, quien, según los numerosos expertos de EEUU y de otras partes del mundo que han analizado su psiquis y su desequilibrado comportamiento, no es una persona apta para gobernar nada, menos una potencia como los EEUU.