En medio de la crisis del coronavirus que sacude al mundo, Corea del Norte acaba de realizar una nueva prueba armamentística, al lanzar dos misiles de corto alcance que cayeron en el mar de Japón, al tiempo que Estados Unidos anunció que había realizado el ensayo de un misil que voló a velocidades hipersónicas, capaz de aniquilar los sistemas de defensa de un adversario. Ambas pruebas forman parte de las continuas rivalidades de poder, que no cesan, a pesar de crisis como la del coronavirus. La dinámica geopolítica se manifiesta día a día.
A todas estas, después que la actual crisis sanitaria y de salud, que está teniendo efectos económicos devastadores, sea superada, la geopolítica tendrá que ser vista de manera diferente, tanto como realidad, como disciplina, como visión y como estrategia. Una nueva realidad habrá emergido, en la que destacará, sin duda alguna, el incremento de la influencia de China a nivel mundial, después de haber derrotado al coronavirus, y después de haber prestado asistencia a numerosos países para ayudarlos a superar la crisis.
Como disciplina, la geopolítica tendrá que replantear sus enfoques al momento de analizar las potencialidades de los países, así como las amenazas a los que están expuestos, y se tendrá que incluir variables como el sistema sanitario y de salud, la salud de la población, el sistema de gobierno vigente y el modelo organizativo de la sociedad.
Nuevas visiones y estrategias geopolíticas surgirán en lo adelante, en la época post-coronavirus. Los territorios y las relaciones entre países, tendrán que ser concebidos en el marco de estrategias que apunten a una mejor calidad de vida de las poblaciones, lo que implica mejorar los sistemas de alimentación y nutrición, los sistemas de salud, la calidad del agua, del aire y del ambiente en general. El mundo, sin duda alguna, ha sido sacudido, se ha hecho más global, más interconectado. Los enfermos, cualesquiera sean, requieren ser atendidos. Las posibilidades de contagio así lo obligan.