No creo que nunca me hayan considerado "malvado"

Miércoles, 25/03/2020 11:15 AM

"Para los que planeaban derrocar a Allende justo al mismo tiempo que el programa de Suharto empezaba a funcionar, las experiencias de Brasil e Indonesia resultaban una útil panorámica de contrastes. Los brasileños habían hecho escaso uso del poder, y habían esperado años antes de mostrar su apetito por lo brutal".

El siguiente país en unirse al experimento fue Argentina en 1976, cuando una Junta militar arrebató el poder a Isabel Perón. Con ello Argentina, Chile, Uruguay y Brasil —los países que habían sido los abanderados del desarrollismo— estaban ahora todos dirigidos por gobiernos militares apoyados por Estados Unidos y se habían convertido en laboratorios de la Escuela de economía de Chicago.

Según documentos brasileños desclasificados en marzo de 20077, semanas antes de que los generales argentinos tomaran el poder contactaron con Pinochet y con la Junta militar brasileña y "esbozaron los principales pasos que debería tomar el futuro régimen".

A pesar de esta estrecha colaboración, el gobierno militar argentino no fue tan lejos en su experimento neoliberal como Pinochet; no privatizó las reservas de petróleo del país ni la seguridad social, por ejemplo (eso vendría después). Sin embargo, en lo que se refiere a atacar las políticas e instituciones que habían conseguido elevar a los pobres argentinos a la clase media, la Junta militar siguió fielmente el ejemplo de Pinochet, gracias en parte a la abundancia de economistas argentinos que habían asistido a los cursos de Chicago.

Los argentinos recién salidos de Chicago se hicieron con puestos clave en el gobierno: secretario de Finanzas, presidente del banco central y director de investigaciones del Departamento del Tesoro del Ministerio de Finanzas, además de otros puestos económicos de menor nivel. Pero mientras los de Chicago de la rama argentina fueron participes entusiastas del gobierno militar, el principal puesto económico no fue para ninguno de ellos, sino para José Alfredo Martínez de Hoz. Martínez de Hoz pertenecía a la alta burguesía rural que formaba parte de la Sociedad Rural que formaba parte de la Sociedad Rural, la asociación de rancheros que desde hacía tiempo controlaba las exportaciones del país. A estas familias, lo más cercano a una aristocracia que tenía Argentina, el orden económico feudal les parecía perfecto: no tenían que preocuparse de que sus tierras se redistribuyeran entre los campesinos ni de que el precio de la carne se redujera para que todo el mundo pudiera comer.

Martínez de Hoz había presidido la Sociedad Rural, igual que su padre y su abuelo antes que él, también formaba parte de los consejos de administración de varias multinacionales, entre ellas Pan American Airways e ITT. Cuando tomó el cargo en el gobierno de la Junta militar quedó claro que el golpe representaba una revuelta de las élites, una contrarrevolución contras cuarenta años de avances de los trabajadores argentinos.

La primera decisión como ministro de Martínez de Hoz fue prohibir las huelgas e instaurar el despido libre. Abolió los controles de precio de la comida. También estaba decido a hacer que Argentina volviera a ser un lugar hospitalario para las multinacionales extranjeras. Derogó las restricciones a las propiedades que los extranjeros podían tener en el países y en pocos años vendió cientos de empresas estatales. Estas medidas le granjearon poderosos aliados en Washington. Documentos desclasificados muestran que Willian Rogers, subsecretario de Estado para América Latina, le dijo a su jefe, Henry Kissinger, poco después del golpe: "Martínez de Hoz en un buen hombre. Hemos mantenido consultas con él constantemente". Kissinger quedó tan impresionado que, "como gesto simbólico", organizo un encuentro de alto nivel con Martínez de Hoz cuando éste visitó Washington. También se ofreció a hacer de llamadas para ayudar a Argentina en sus esfuerzos económicos: "Llamaré a David Rockefeller", le dijo Kissinger al ministro de Exteriores de la Junta, refiriéndose al presidente del Chase Manhattan Bank. "Y llamaré a su hermano, el vicepresidente [de Estados Unidos, Nelson Rockefeller]."

—La Junta militar estaba tan ansiosa por subastar el país a los inversores que incluso anunció "un 10% de descuento en el precio de la tierra para construcción durante los próximos sesenta días".

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