LOS TORTURADORES Y LA BOMBA LISTA.
Con todos los medios de prensa alborotados con la acusación constitucional contra el presidente Donald Trump, no causó ninguna sorpresa el hecho que algunas recientes noticias de cómo Estados Unidos se convirtió en un régimen de tortura, hayan sido en gran medida ignoradas. Durante años se ha sabido que el gobierno de George W. Bush llevó a cabo lo que el resto del mundo considera tortura. Actuando como si en realidad le preocuparan las actividades ilegales, la Casa Blanca en ese tiempo encontró a dos maleables abogados, John Yoo y Jay Bushy del Departamento de Justicia que estarían dispuestos a plantear una defensoría de la tortura. En alguna parte de sus textos de leyes descubrieron que era posible hacerle algo a un sospechoso mientras eso no le causara una falla orgánica. Eso se convirtió en la línea básica para las interrogaciones aunque en la práctica, de todos modos, algunos prisioneros murieron, lo cual podría considerarse finalmente como falla orgánica. Posteriormente, el único condenado debido al ilegal programa de torturas fue el ex funcionario de la CIA John Kiriakou, que fue quien hizo la denuncia.
La semana pasada hubo una audiencia en un tribunal de Bahía Guantánamo en la cual uno de los psicólogos que diseñaron el régimen de torturas de la Agencia Central de Inteligencia atestiguó bajo juramento.
https://www.npr.org/2020/01/22/798561799/architect-of-cias-torture-program-says-it-went-too-far
El psicólogo James Mitchell declaró durante lo que fue una audiencia preliminar en relación a un eventual juicio contra cinco supuestos conspiradores del 11Sept cómo él y su socio en esa ocasión, Bruce Jessup, juntos desarrollaron el programa de torturas de la Agencia, cosa que documentos internos del gobierno describen empleando la expresión eufemística “técnicas de interrogatorio acentuado”. Se les pagó ochenta y un (81) millones de dólares por su trabajo y produjeron un manual que entre otras cosas incluye ahogamientos “el submarino”, posiciones incómodas y entierros simulados con el propósito de destruir la capacidad del detenido para resistir. Tanto Mitchell como Jessup aseguraron que sus procedimientos fueron diseñados más bien para hacer que el sospechoso se sintiera incómodo y no sufriera y culpan a los interrogadores porque se les pasó la mano en el daño físico y mental y su consecuente daño permanente.
Con el propósito de comprender el grado de depravación incorporado en el “interrogatorio acentuado” es necesario tomar en cuenta el propio testimonio del Dr. Mitchell describiendo la tortura aplicada el prisionero Abu Zubaydah, procedimiento que fue implementado en una de las prisiones secretas de la Agencia. Posiblemente, esta prisión esté ubicada en Tailandia, donde la actual directora de la Agencia Central de Inteligencia, Gina Haspel, estaba a cargo.
https://www.nytimes.com/2019/04/18/us-politics/gina-haspel-heckler-auburn.html
Mitchell, que también estuvo involucrado en los 183 ahogamientos (“submarinos”) del supuesto autor intelectual del 11Sept Khalid Sheikh Mohammed, participó personalmente en los interrogatorios. Se informó que supuestamente Khalid cooperó con sus interrogadores pero que luego había dejado de hacerlo cuando se inició la tortura. Sufrió más de ochenta ahogamientos como también fue sometido a “presiones físicas coercitivas” que incluyeron enterramiento vivo, pensando que podría estar ocultando algo. Sobrevivió y desde entonces ha estado confinado en Guantánamo por más de trece años. El gobierno de Estados Unidos nunca lo ha juzgado como tampoco lo ha acusado de ningún delito.
En su testimonio Mitchell declara que él y otros interrogadores querían suspender los ahogamientos preocupados por el deterioro de las facultades mentales de Zubaydah lo cual estaba haciendo que los interrogatorios no fueron confiables. Enviaron un mensaje al cuartel general en Langley señalando que “la intensidad de los interrogatorios que se le aplicaron hasta ese momento se acercan al límite legal”. La dirección de la CIA ordenó que continuaran con los interrogatorios ya que Zubaydah podría estar ocultando algunos detalles sobre un inminente ataque terrorista siguiendo la línea del 11Sept.
Por supuesto que los norteamericanos han visto últimamente el uso de la palabra “inminente” tratando de explicar de alguna manera acciones ilegales equivalentes a crímenes de guerra. Otra versión que le saca provecho a una desconocida amenaza inminente es el “escenario de una bomba a punto de explotar” lo cual se basa en la creencia que un prisionero tiene conocimientos sobre otro ataque terrorista que está a punto de ejecutarse. Con frecuencia ha sido empleado por los israelíes para justificar sus torturas masivas de palestinos detenidos. El admirador de Israel, abogado de Harvard, Alan Dershovitz entre otros, ha empleado el argumento del “escenario de la bomba a punto de explotar”….
https://www.bc.edu/content/dam/files/schools/law/lawreviws/journals/bctwj/23_1/05_FMS.htm
para justificar el uso de la tortura. Pero el problema es que no existe evidencia alguna que sugiera que alguna vez haya funcionado. Ningún inminente ataque terrorista ha sido jamás impedido torturando prisioneros que ya estaban detenidos.
En el caso de Zubaydah la CIA incluso envió a un alto funcionario a la cámara de torturas para asegurarse que nadie dejara de hacer su labor como corresponde. Durante los ahogamientos Zubaydah experimentada involuntarios espasmos en su cuerpo y lloraba. Incluso sus torturadores y testigos presentes fueron visiblemente afectados. En su testimonio Mitchell dice “yo pensé que eso era innecesario y sentí lástima por él”.
Mitchell sostiene que él fue presionado por la dirección de la CIA para que siempre exigiera un poco más durante los interrogatorios. Hubo un momento –sostiene Mitchell—que él trató de retirarse del programa pero se le advirtió “que había perdido su coraje y que sería su culpa si más gente moría en Estados Unidos durante un ataque catastrófico”. Mitchell agrega que “las implicaciones eran tales que si nosotros no estábamos dispuestos a soportar la carga, ellos mandarían a alguien más para que lo hiciera y que estos serían más duros que nosotros”.
Mitchell explicó razonablemente cómo el período post 11Sept se convirtió en un “clima de pavor” debido a otro inminente ataque terrorista, posiblemente empleando armamento nuclear o bacteriológico y no se disculpó por su papel en cuanto a la protección de su país –dijo “yo…
https://www.nytimes.com/2020/01/21/us/politics/guantanamo-bay-interrogation.html
hoy en día haría lo mismo… Pensé que mi deber moral de proteger las vidas norteamericanas gravita más que cualquier incomodidad pasajera que sufrieran los terroristas, quienes voluntariamente decidieron hacernos la guerra a nosotros. Para mí eso habría sido como abandonar mis responsabilidades morales.”
Inter alia, Mitchell dejó en claro que la CIA nunca estuvo interesada en juicios legales. “La CIA no iba a permitir que ellos desataran otro ataque catastrófico en Estados Unidos. Estaban dispuestos a ir directamente hasta la última línea dentro de lo legal, posicionarse ahí y luego seguir adelante”.
Existe cierto número de cosas que no están bien con Mitchell y con la dirección de la CIA que primeramente adoptaron sus técnicas y luego de manera repetida las aplicaron de tal modo de asegurarse de causar tanto daño físico como mental, es decir, la tortura. La tortura y las tácticas crueles de interrogatorio son ilegales tanto en Estados Unidos como en el derecho internacional. La tortura está prohibida bajo las leyes federales, como lo son también las formas menos duras de abuso del detenido, formas tales como el tratamiento cruel, inhumano como degradante. El día 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). El Artículo 5 de la Declaración establece que “Nadie será sometido a torturas o a tratamiento o castigo cruel, inhumano o degradante.”
Al margen de lo que pueda pensar el Sr. Mitchell, ser patriota no significa un factor atenuante cuando se está aplicando la tortura. Estados Unidos también forma parte de la Convención Contra la Tortura la cual fue adoptada por la Asamblea General de la ONU el año 1984 como también ha suscrito otros tratados que prohíben el uso de la tortura y otros tratamientos crueles. La Convención Contra la Tortura requiere que los países criminalicen el uso de la tortura dentro de sus propias jurisdicciones. Washington aprobó tal legislación el año 1994 cuando el congreso sancionó el Estatuto Federal Anti Tortura. El tratado también requiere que los países signatarios realicen investigaciones criminales y juicios contra aquellos responsables de aplicar torturas.
Y luego viene la “bomba que está a punto de estallar”, es decir, el reconocido temor del gobierno de Estados Unidos que está a punto de producirse otro 11Sept como justificación para la aplicación de las “técnicas de interrogatorio acentuado”.
El problema con esa línea de pensamiento es que la CIA no tenía ninguna evidencia que indicara que otro gran ataque podría ser inminente, aunque no obstante, detuvo a personas en las calles y en algunos casos para luego “trasladarlas” a prisiones secretas donde fueron torturadas. Muchas de ellas resultaron ser inocentes y razonablemente podría sugerirse que someter a alguien a la tortura “por si acaso él o ella pudiera saber algo”, no constituye justificación alguna.
Finalmente, el gobierno de Estados Unidos está obligado a procesar a aquellos responsables de la tortura. Plausiblemente, esto incluye a los doctores Mitchell y Jessup pero con certeza también incluye a aquellos funcionarios de la Agencia que estuvieron en servicio entre el año 2001 y el 2003 y que fueron responsables de implementar el programa de torturas. Presumiblemente, esto incluiría al Director de la Agencia Central de Inteligencia, al sub Director Ejecutivo, al sub Director de Operaciones y a los dos directores del Centro Anti Terrorista de la CIA. Todos esos funcionarios actualmente disfrutan de cómodas jubilaciones cosa que incluye sinecuras universitarias como también ejercen como contratistas de la defensa nacional y ninguno de ellos ha sido jamás castigado en modo alguno por haber estado involucrado en la tortura.
Traducción Sergio R. Anacona
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