El gobierno de Bolsonaro tiene menos de un año y medio y su debilidad es tal que, si no mediara algún cambio importante, puede caer. Los debates que se dieron en toda la izquierda y el progresismo cuando ganó las últimas elecciones tenían como eje un análisis derrotista, que erradamente exaltaba la fortaleza de la ultraderecha y menospreciaba la capacidad de respuesta de las masas.
Nosotros siempre defendimos la tesis de que éste sería un gobierno relativamente débil, que surgía del proceso de ruptura de las masas con el PT, Lula y Dilma, que decepcionadas ante la traición de éstos fueron cooptadas por una derecha jugada a ocupar el espacio cedido. No negamos que la victoria electoral de Bolsonaro, que prometía mano dura con un discurso antiobrero y de derecha fue un golpe, pero para nada significó una derrota histórica como algunos vaticinaron. El gobierno del ex capitán del ejército brasilero asumió en diciembre de 2018 y en pocos meses tuvo que enfrentar multitudinarias marchas, huelgas y cacerolazos a lo largo del país, incluso en las ciudades donde tuvo un apoyo electoral masivo.
La pandemia aceleró la crisis política
Así llega el gobierno para enfrentar la crisis capitalista y que el coronavirus profundizó. Los números muestran una economía brasilera en recesión con fuga de capitales, devaluación del real frente al dólar e inflación. Bolsonaro tuvo la tarea de avanzar en las medidas de ajuste que la burguesía imperialista exigió, que -como en otros países- incluía reforma laboral, jubilatoria y fiscal a favor del capital y las corporaciones. Pero su plan se vio frustrado por la respuesta popular que lo fue debilitando y hoy está cada vez más aislado, perdiendo aliados a cada paso. Al duro golpe que recibió del PSL (Partido Social Liberal), que lo llevó a la presidencia y que en noviembre de 2019 lo expulsa, dejándolo sin partido, se suma la pérdida de viejos e importantes aliados como diputados, senadores y hasta gobernadores.
Durante la pandemia empezaron los roces con miembros de su círculo más cercano, llegando a despedir al respetado ministro de Salud Mandetta y, días atrás, el todopoderoso ministro de Justicia y ex juez a cargo del Lava Jato y del encarcelamiento de Lula, Sergio Moro, anunció su renuncia en medio de acusaciones de interferencia en el poder judicial por parte de Bolsonaro, abriendo dudas con el caso de Marielle Franco, la concejal del PSOL asesinada.
Sus discursos negacionistas e infames, que demuestran el desprecio por la vida de millones, ponen en riesgo la salud y la vida del pueblo. Pero no nacen de un demente: Bolsonaro sabe bien que si no prioriza las ganancias capitalistas, él y su gobierno son incapaces de enfrentar las consecuencias de la crisis económica y social que se avecina. Por eso aplica una táctica de bombero loco: echa nafta al fuego para polarizar y fidelizar una parte de su base social más derechista. En su visión, es el único modo de mantenerse en el poder… aunque no le esté funcionando. Y eso también lo sabe.
Fuera Bolsonaro, Mourão, Guedes y todo ese gobierno de bandidos
Con la salida de Moro, expresión de un sector burgués ligado a la poderosa red de medios O Globo, la crisis del gobierno pegó un salto de calidad. Al pedido de impeachment que presentaron los tres diputados del MES-PSOL se le sumaron los de Marina Silva (Redes), el PDT de Ciro Gomes, el PSB que gobierna varios estados y hasta el PSL, el ex partido de Bolsonaro. También el principal referente de oposición burguesa, el derechista y presidente de la cámara baja Rodrigo Maia (Partido Demócrata) dijo estar a favor del impeachment aunque hasta hoy no define si dar curso o no a los más de 30 pedidos ya presentados.
El PT y Lula se vienen negando a levantar la consigna Fuera Bolsonaro y Mourão, y su eje es fortalecer un frente político electoral amplio opositor al gobierno para ganar las elecciones de 2022. Hoy, con el avance de la crisis ya no pueden negarse a reclamar la salida de Bolsonaro, aunque lo hacen formalmente y sin movilizar.
Dentro del PSOL aún no hay unidad sobre este tema y los debates crecen y reflejan otros más profundos de caracterización y orientación política. La línea del sector que hoy conduce el PSOL y que lidera Primavera Socialista junto a corrientes menores como Fortalecer, Resistencia e Insurgencia es hacer seguidismo al PT: apuestan a un frente electoral con ellos para derrotar a Bolsonaro electoralmente. El MES, que sólo se ordena por lo electoral y por su carácter centrista, oscila entre la mayoría oportunista y la izquierda del partido.
Nosotros, con Luta Socialista (LS), Liberdade e Revolução Popular (LRP), Socialismo ou Barbarie (SoB) y personalidades independientes defendemos la línea de impulsar la más amplia unidad en la lucha para echar a Bolsonaro y su vice, el capitán del ejército Mourão. Llamamos a formar un frente clasista y anticapitalista que presente una alternativa política y programática de izquierda y socialista para que gobernemos lxs trabajadorxs.
Los sindicatos y las centrales le dan aire a Bolsonaro
La burocracia dirige las principales centrales obreras, la CUT y la CTB, que conducidas por el PT, responden a la política traidora de no movilizar y canalizar la bronca obrera y popular hacia la salida electoral y de confianza en el régimen, el Parlamento y demás instituciones. Mientras los sindicatos independientes de la burocracia enfrentan las medidas de ajuste y exigen condiciones de salubridad frente al coronavirus, las CUT y la CTB se niegan a llamar a medidas nacionales unificadas en un real plan de lucha para derrotar a Bolsonaro y su gobierno.
Para el 1 de Mayo toda la burocracia convoca a un acto unitario donde no se nombra al gobierno ni a Bolsonaro, sino una consigna muy lavada: Un nuevo mundo es posible con solidaridad. Allí hablarán los ex presidentes Lula y Fernando Henrique Cardozo…
El PSTU-LIT, con el seguidismo de la CST-UIT, forzó una votación en la central independiente CSP-Conlutas para adherir a este acto de conciliación de clases. Fue tan fuerte el rechazo en la base de los sindicatos y organizaciones que componen la CSP-Conlutas y la acción decidida de los compañeres de Unidos Para Lutar, que coherentemente rechazaron el acto conciliador, que al cerrar esta nota tanto el PSTU como la CST han tenido que rectificar su actitud bochornosa.
¿Hacia dónde va el PSOL?
El sector que hoy dirige el PSOL está integrado por corrientes frentepopulistas y oportunistas. Está abandonando el programa fundacional del PSOL para llevarlo hacia la conciliación de clases que representan Lula y el PT. Es una política consciente y constante de liquidar ese programa independiente, anticapitalista y socialista, lo que provoca cada vez más decepción en los sectores de vanguardia que veían al PSOL como alternativa de izquierda radical frente al PT, PCdoB y demás pseudo progresistas que gobernaron y aún gobiernan al servicio del capital.
Para enfrentar este curso formamos el Bloque de Izquierda Radical junto a otras corrientes internas y presentamos nuestra tesis hacia el próximo congreso del partido: Por un PSOL de lucha, radical y de las bases. Hace poco presentamos un documento como resolución política: Fuera Bolsonaro y Mourão! Por un gobierno de los trabajadores, las trabajadoras y el pueblo pobre! Sólo la clase trabajadora puede responder a la pandemia con una salida a favor del pueblo.
En ese camino, estamos avanzando con los compañeros y compañeras de Lucha Socialista, impulsando campañas en común y actuando juntos en distintos espacios. Con ellos compartimos la estrategia de construir la única herramienta política capaz de derrotar los planes de guerra contra nuestro pueblo: el partido revolucionario, feminista, ecosocialista e internacional.