La crisis sanitaria desencadenada por la pandemia del covid-19 y la crisis económica que cada vez se profundiza más, ha potenciado y desvelado lo caduco de este sistema capitalista y patriarcal frente a las necesidades de la clase trabajadora y los sectores populares a nivel mundial.
La cuarentena ha sido una de las principales medidas que han tomado la mayoría de los gobiernos para contener la pandemia. Sin embargo, esta medida debe estar acompañada de garantías que permitan cumplir con el aislamiento, en el marco de una sociedad con enorme trabajo informal, despidos masivos, creciente endeudamiento y desigualdad desbordante. La realidad es que ningún país, en especial el gobierno de Iván Duque, ha tomado medidas estructurales que garantice las condiciones mínimas de vida digna para no tener que elegir entre el hambre y el contagio por coronavirus.
En este sentido, la violencia de género directa, estructural y cultural que se ha configurado históricamente en este sistema, por medio de una triple carga para las mujeres (la explotación en el trabajo, las labores domésticas y la reproducción, cuidado y crianza), en medio de la pandemia y el aislamiento social se recrudecen, porque se desdibujan los límites entre la empresa y el hogar, como lugares de explotación, y hoy esta triple carga se desarrolla en un mismo lugar físico, el cuidado de niñas y niños estudiando desde casa, el cuidado de adultos mayores, el teletrabajo, las labores del hogar y la posibilidad de convivir con agresores. Todo esto se da en simultáneo en un solo espacio, y por tanto, acentúa y agrava las condiciones que afectan la salud física y mental de las mujeres, así como su situación económica y social a falta de medidas estructurales que impidan los despidos y suspensiones, que garantice ayuda económica y alimentaria en caso de desempleo o trabajo informal.
La realidad de las mujeres y las disidencias sexuales en medio de esta crisis, se da en condiciones donde el estado no garantiza nada para prevenir y evitar la violencia de género. Estamos sometidas a llevar la cuarentena con los abusadores y violentos, los datos son abrumadores, en lo que va corrido del año van 57 feminicidios[1], durante la cuarentena se presentaron 19 y hay más de 3.069 denuncias de violencia de género, con un aumento de más del 91% de llamadas a la Línea 155[2]. En medio del encierro el 77% de las violencias sexuales denunciadas ocurren en el hogar.
En Bogotá, la violencia contra las disidencias sexuales se expresa sobre la población trans a través de la medida de Pico y Género donde los miembros de la policía hacen uso de su estatus de poder para dictaminar a conveniencia la identidad de género de las personas. Esto evidencia la formación transfóbica y excluyente de los cuerpos policiales y es una clara traición de Claudia López a la población LGBTIQ, sector que apoyó su candidatura y elección a la alcaldía. Es de aclarar que la victimización de la población trans es una realidad social tristemente generalizada que se exacerba con este tipo de medidas. Más aún, esta determinación pone en riesgo a todas las mujeres, al exponerlas a abusos por parte de la policía -situación reiterada en los últimos meses-, como el caso de Elías Miguel Madera, que en enero violó a una mujer por colarse en Transmilenio, o como ocurrió en Cali que en medio de la cuarentena dos policías violentaron sexualmente a una mujer en un Comando de Atención Inmediata (CAI).
Una situación adicional que complejiza la pandemia y sus consecuencias para las mujeres y las disidencias sexuales es su participación en el sector salud que se ve sumamente expuesto en medio de la pandemia al ser la primera línea de atención en la crisis sanitaria. El sector salud está compuesto en un 75% aproximadamente por mujeres. Sin embargo, tienen poca incidencia y restringida capacidad de decisión, pues al ocupar en gran medida cargos de menor estatus como las labores de cuidado, incluidas las parteras y la enfermeras, son las mujeres las que en efecto se ven mayormente explotadas y lanzadas a sostener el sistema de salud, un sistema que en sí mismo devela la violencia estructural, en el cual a las mujeres se les obstaculiza y limita las oportunidades, a la vez que permite evidenciar las formas más concretas en las cuales se ve la exclusión política, la sobrecarga laboral con menor remuneración, o la mayor exposición al virus al estar en primera línea sin adecuadas medidas de bioseguridad.
Esta situación se presenta en medio del colapso de los sistemas de salud en la pandemia, los cuales han sido agotados por la lógica capitalista de la ganancia y la privatización, lo que ha precarizado a les trabajadores de la salud y que a pesar de que hoy están en la primera línea para enfrentar la pandemia no se les garantizan condiciones dignas de trabajo, ni los elementos de protección de bioseguridad lo que ha llevado al contagio e incluso a la muerte de muches como ya se evidenció en Europa pero también en Colombia. En nuestro país esta situación se ha agudizado por una estigmatización, amenazas y violencia hacia el personal de salud, en especial, a las mujeres médicas, enfermeras y de otras disciplinas.
Ante este panorama nuestra propuesta es que hoy más que nunca las mujeres tenemos que seguir al frente de la lucha, respondiendo juntas con la fuerza de la indigna- acción, exigiendo medidas concretas que hagan frente a la precarización de las condiciones de vida de las mujeres y las disidencias sexuales. Hoy sabemos que una pandemia no nos detiene, hoy salimos desde nuestras ventanas a cacerolear y a exigir:
- No pago de la deuda externa, no inversión estatal a los bancos y empresas, y que esos recursos se dispongan a apalear la crisis económica y la pandémia para las mayorías.
- Más refugios para mujeres con una inyección presupuestal a las Secretarías de la Mujer e Inclusión Social para que las líneas de atención tengan una mayor capacidad de manejo.
- Garantía de una renta básica con enfoque de género y territorial.
- Remuneración de las labores de cuidado y los trabajos domésticos que se realizan de manera informal y que, al ser trabajos feminizados, recaen principalmente en las mujeres.
- Aborto legal, gratuito y seguro más allá de las tres tipologías de la Corte Constitucional en Colombia.
- Por el cupo laboral trans, para que ningune este por fuera del trabajo digno.
Hoy nos manifestamos en redes sociales porque en medio de la cuarentena los feminicidios aumentan y a través de la virtualidad seguiremos generando insumos y propuestas para debatir, proponer y construir porque estamos dispuestas a seguir luchando para tumbar esta estructura patriarcal, que se perpetúa por medio de la violencia machista.
Por todos nuestros derechos,
¡NI UNA MENOS, VIVAS NOS QUEREMOS! para construir un sistema Alternativo Antipatriarcal y Anticapitalista