Las autoridades estadounidenses y en especial su presidente Donald Trump, están nerviosos porque observan como la economía de su país pierde fuerzas mientras la de China, aunque con algunos tropiezos, marcha hacia delante.
Estados Unidos es el país más afectado del mundo por el coronavirus, con más de dos millones de contagiados y alrededor de 110 000 fallecidos, lo que unido a la pérdida de 40 millones de empleos y el incremento de personas que no tienen como pagar la alimentación diaria y los alquileres esta provocando una fuerte crisis económico-social.
El Bank of America informó que la economía norteamericana "ha caído en una recesión", prevé que "colapse en el segundo trimestre de 2020" y que cierre el año con menos 5,9 % de su Producto Interno Bruto (PIB).
La guerra comercial que el magnate presidente ha desatado contra varios países y en especial contra China no le han dado los resultados esperados en cuanto a la recuperación de industrias y la reducción de los desequilibrios comerciales, sino por el contrario, ha agravado los problemas existentes.
A la par que el coronavirus se propaga por toda la nación sin que se haya podido detener, Trump realiza confusas y anticientíficas declaraciones dirigidas a tratar de apoyar la economía sin importarle la vida de la población, y ha puesto su mirada en tratar de reelegirse en los comicios de noviembre.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, admitió recientemente que la economía de Estados Unidos sufrirá una caída entre el 20 y el 30 % en el segundo trimestre de 2020, a lo que se unen ahora los grandes disturbios en más de 35 ciudades del país debido al asesinato hace unos días en Minnesota del afroestadounidense, George Floyd a manos de un policía blanco.
Mientras esto sucede en Estados Unidos, el gigante asiático marcha con buen paso hacia el fortalecimiento de su economía que según los datos había bajado en el primer trimestre y el FMI auguraba que cerraría el año con solo 1,2 % de crecimiento.
Pero China, por donde se inició el virus y esta posicionada actualmente como la locomotora de la economía del orbe, después de alcanzar el pico de contagio, ha pasado a la fase de recuperación, cerca del 95 % de las grandes compañías y el 60 % de las pequeñas y medianas empresas han comenzado a funcionar.
Un informe publicado en conjunto por las compañías Oliver Wyman China y Silk Road Associates, señala que China es una de las pocas grandes economías que se espera puedan crecer y contribuir sustancialmente al crecimiento del PIB mundial durante el 2020 y 2021
Asegura que incluso con los desafíos de fabricación, y otros potencialmente más largos y generalizados que puedan existir en algunos de los sectores de servicios, todavía aprecian que el crecimiento que hay en todo el país es una fuente clave para el aumento global.
Ya en el gigante asiático, los especialistas observan que ha habido un rebote relativamente rápido en la fabricación pues muchas empresas siguen trabajando con intensidad para cumplir con la acumulación de órdenes que existían antes de detectarse la covid-19.
Asimismo, las importaciones de diversos suministros, esencialmente de materias primas utilizadas en las producciones, continuaron llegando a la nación a lo largo del período, lo que permitió un acelerado empuje en la recuperación de las capacidades fabriles.
Resulta importante explicar que debido a la proliferación hasta ahora indetenible del coronavirus por el planeta, persiste el riesgo de una amplia recesión mundial que constriña la demanda, lo que a la par llevaría a una recuperación más lenta de la economía china.
Sin embargo, los analistas puntualizan que la dependencia actual de China de las exportaciones se reduce mucho en relación con la crisis financiera que sacudió al orbe en 2008, pues desde ese año, el aporte de las exportaciones al PIB ha disminuido significativamente.
El gigante asiático se prepara para esa posible contingencia y en ese sentido, el presidente Xi Jinping llamó recientemente a poner énfasis en el desarrollo del mercado interno, y no en las exportaciones, lo cual refleja que dirigirá sus pasos a enfrentar parte de las dificultades.
Jinping analizó con varios asesores económicos que China iniciaría un nuevo plan de desarrollo en el que el mercado interno jugará el rol primordial y significó que en el futuro deben tratar la demanda interna como el punto de partida y de apoyo, a medida que aceleran la construcción de un sistema completo de consumo interno y se incrementan las innovaciones en ciencia, tecnología y otras áreas.
En resumen, las incoherentes decisiones político-económico-sociales aplicadas por el magnate Donald Trump, en contraposición a las coherentes medidas tomadas por el gigante asiático, indican que más temprano que tarde, Beijing podría convertirse en la primera potencia económica del orbe.