Crítica ácida

Mi agresor tiene razón y lo defiendo

Jueves, 11/06/2020 07:41 AM

Hablaba por teléfono con dos periodistas Licenciados graduados en la UCV hace varias décadas, me sorprendió oírlos opinar, le dan la razón a Donald Trump porque según sus palabras "esos malditos chinos tienen la culpa del coronavirus". Les agradezco por darme tema para esta "ácida", y aparte de indicarlo por si leen la crítica mi desilusión es que no puede ser pensamiento patriótico aceptar gringos mala fe, con desplantes amenazantes, desprecio y clasismo de quienes se creen superiores.

Asocié ese mismo día las apreciaciones de quienes han vivido en el mundo de las noticias, a lo que declaró nada más y nada menos que el epidemiólogo Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU, en entrevista con la compañía de visualización biomédica "BIO Digital". Fauci fue claro perseverando en su animosidad a Trump, quien lo destituyó del cargo porque el galeno no apoyó alucinadas acciones del magnate presidentucho en el combate al Covid 19.

"Es mi peor pesadilla y la estamos padeciendo", aseguró el distinguido médico advirtiendo que aún no ha terminado el problema global de salud, y se mostró sorprendido porque el virus altamente transmisible se haya esparcido tan rápidamente "devastando en cuatro meses todo el planeta". Fauci no culpa a China, apreciación de propaganda política de los estadounidenses en campaña electoral, el gigante asiático dominó la problemática del Covid 19, con investigaciones de sus galenos y disciplina exitosa.

Algún día los medios occidentales dejarán de mentirle al mundo acerca de lo que hace la galénica mundial en colaboración de laboratorios en varias naciones, mujeres y hombres de inteligencia superior a la del troglodita que motoriza el ataque más vil de una potencia a una pequeña nación como Venezuela, ávidos de continuar en posesión de nuestros recursos naturales robados en siglo y medio, hasta la llegada del socialismo bolivariano en Febrero 1999.

Justificar invasiones y aplaudir que barcos de diferentes banderas y empresas privadas den giros en los océanos, para no desembarcar gasolina en Venezuela porque son sancionados por el asesino del copete rojo, no solo es un crimen de lesa humanidad sino comprobación del doble rasero inmoral del capitalismo salvaje, enarbolando la democracia representativa siempre y cuando sea con las reglas del mercantilismo bestial prosternado al capital.

El engaño forma y deforma al lector de periódicos, televidente y oyente radial, en el vetusto concepto visceral anticomunista que vierte de advertencias perversas en pleno siglo XXI al socialismo, con ayuda de las redes sociales. Inevitable el estupor que me dan personas con experiencia profesional en cualquier campo u oficio, aferradas aún a la barbarie capitalista, entregando la soberanía patria como ocurre en Colombia, España y naciones a las que usan los USA, manteniendo bases militares en donde no privan leyes nacionales, por lo que militares y civiles gringos violan la ley y a menores de edad, irrespetando la independencia de cada territorio ocupado.

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