Muchas otras consideraciones pudieran enriquecer este balance sobre la historia de la COVID-19 en estos meses, pero todo apunta hacia un hecho incontrovertible: en Cuba se ha trabajado bien en medio de una coyuntura adversa de asedio estadounidense. La solidaridad interna y externa ha sido su escudo protector.
La historia de la COVID-19 en Cuba se inició el 11 de marzo de 2020 con la confirmación de los tres primeros casos de la enfermedad, fecha en que la OMS la declaraba como pandemia. Desde entonces hasta hoy han transcurridos 4 meses y 4 días, es decir, 124 días. Después de analizadas 208 098 muestras, han sido confirmados un total de 2 428 casos positivos de COVID-19, o sea, el 1,2 %. De este total el 7,8 % han tenido como fuente de infección el extranjero.
Tanto la morbilidad como la mortalidad de una infección en el seno de una población dependen de la interacción de un número grande de factores. Los resultados alcanzados en Cuba están determinados por una estrategia nacional oportuna y eficaz, ejecutada en todos los niveles de dirección nacional, provincial, municipal y consejos comunitarios, teniendo como soporte estructural todas las organizaciones e instituciones, y, en especial, el sistema nacional de salud que cuenta con la mayor proporción de personal médico por l 000 habitantes en el mundo. A esto se añade, el desarrollo científico alcanzado en todas las ramas, que se puso con urgencia a la disposición de la lucha contra la propagación de la pandemia y sus efectos patógenos y letales. También debe señalarse el acompañamiento protagónico de todas las manifestaciones culturales y sociales que han contribuido al éxito integral contra los efectos de la enfermedad.
El comportamiento de la infección hasta ahora refleja que no es significativa la diferencia según sexo de los enfermos: 49,6 y 50,4 respectivamente en el sexo femenino y masculino.
El 54,7 % de los casos confirmados como positivos, eran asintomáticos en el momento de las pruebas diagnósticas.
La letalidad acumulada es de 87 fallecidos, lo cual representa el 3,58 %.
El proceso de recuperación de los enfermos expresado en el número de altas médicas y epidemiológicas es de 93,07 %.
Un hecho que resalta en el proceso de recuperación social en los territorios del país, es que en todas las provincias y el municipio especial de la Isla de la Juventud, excepto en La Habana, hace muchas semanas que no se confirman nuevos casos de la COVID-19, por lo que transitan en una segunda fase de flexibilización hacia la nueva normalidad, y que representan una población de 9 101 507 habitantes. Esta etapa significa una reactivación de muchos sectores de la economía, productivos y de servicios, que permanecían paralizados o deprimidos.
En las circunstancias de este periodo de cuatro meses, el país ha sido afectado a consecuencia de los elementos propios y derivados de la enfermedad, pero increíblemente también por una agudización de las medidas agresivas del bloqueo que fueron arreciadas por el gobierno de Donald Trump. La propaganda contra Cuba y su colaboración médica solidaria ha alcanzado ribetes paranoicos y criminales.
No obstante esta vil campaña, existe una verdad irrebatible. Y es que el personal médico cubano en número de 28 700 presta sus servicios en 59 países.
Adicionalmente, respondiendo a la solicitud de sus gobiernos ante la crisis de salud provocada por la COVID-19, Cuba ha aportado su ayuda solidaria a más de 35 países y territorios, movilizando 42 brigadas con un total de 3 600 colaboradores pertenecientes al Contingente Henry Reeve de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Grandes Epidemias.
Muchas otras consideraciones pudieran enriquecer este balance sobre la historia de la COVID-19 en estos meses, pero todo apunta hacia un hecho incontrovertible: en Cuba se ha trabajado bien en medio de una coyuntura adversa de asedio estadounidense. La solidaridad interna y externa ha sido su escudo protector.