Tensión en el kirchnerismo por Venezuela

Sábado, 18/07/2020 05:57 PM

En medio de una pandemia que no da tregua con sus rebrotes y de una nueva encerrona imperial contra la nación venezolana que crispa los nervios latinoamericanos, en Argentina brotaron tensiones inevitables entre la política externa de Alberto Fernández y lo que piensan muchos cuadros del kirchnerismo gobernante.

El célebre periodista radial Víctor Hugo Morales, conductor de uno de los programa con más seguidores y seguidoras en el país, reconocido como una de las principales figuras mediáticas del movimiento kirchnerista, se vio obligado a pronunciarse en un editorial contra lo que hace y dice el gobierno de Alberto sobre Venezuela. “Es intolerable y da mucha vergüenza y dolor”, que “Argentina se ponga de rodillas ante Trump y Estados Unidos con esto”, expresó el periodista.

Una prueba grotesca de que Víctor Hugo no altera los dichos del presidente, es que el PRO, el partido de Macri, decidió felicitar “al Gobierno por su pronunciamiento sobre Venezuela” y la derecha argentina y del Grupo de Lima recibieron con alegría la posición tibia pro yanqui de Alberto Fernández.

Contexto de una polémica seria

Desde hace 24 horas, buques del Comando Sur patrullan aguas del Caribe que pertenecen al Estado venezolano. Esta provocación militar no está sola. El mismo día el gobierno de Brasil promueve una “Nueva Política de Defensa”, en el Congreso con el objetivo de actualizar la de 2016, para ayudar a EE.UU. e Israel a cercar militarmente a Venezuela.

El debate de Víctor Hugo con Alberto no cae en el vacío. La FAO acaba de declarar a Venezuela como el segundo país más pobre del mundo, sin mostrar la metodología que le permite afirmarlo al lado de sociedades destruidas por EEUU y la UE como Haití o Yemen.

Sólo falta saber qué hará la Colombia uribista de Duque. En el mismo tiempo espacio, el Parlamento Europeo vota una Resolución de 19 puntos para incidir en la crisis venezolana, con el pretexto de la “crisis humanitaria y migratoria” del país caribeño.

El editorial de Víctor Hugo Morales es apenas la expresión periodística individual de un estado de opinión dentro del movimiento liderado por Cristina Fernández, cuyo rumor en las bases es mucho más que un estado de opinión.

Los problemas internos

A nadie en su sano juicio le cabe duda que el gobierno de Maduro sobrevive a la debacle del chavismo después de Chávez, atravesado por crisis de distinto tipo. Crisis locales como el colapso de la cadena de consumo, desde que EE.UU. decidió impedirle al país su derecho a comprar y vender en el mundo. El gobierno de Alberto, por ejemplo, no ha derogado los 24 Protocolos del Gobierno de Macri que vetan el comercio con Venezuela.

El gobierno de Maduro resiente un serio cuestionamiento de los trabajadores que ven pulverizados sus salarios por una inflación de casi un millón por ciento. Se agrava porque esos mismos trabajadores se ven impedidos de ejercer su derecho democrático a la protesta: ocho obreros están presos por el solo hecho de reclamar derechos.

No se le pega a la familia

Este ambiente de tensión interna en el chavismo creció con el apresamiento del politólogo Nicmer Evans a quien se le acusa de “instigación al odio” por el solo hecho de difundir sus opiniones equivocadas, o la tensión policial creada desde que un Comisario Mayor llamado Daniel Urpin fue detenido por cuestionar el ascenso de 50 oficiales de las FAES procesados e investigados por causas penales tan graves como “ejecuciones sumarias de civiles desarmados”, “extorsión”, “torturas”, abuso de la fuerza”, “Porte ilegal de armas”, “secuestros” y otras.

También las clases medias están nerviosas en Venezuela. No soportan la imposibilidad salarial de consumir en las tiendas y shoping, y a veces de la elemental simpleza de completar el mes. Además del ambiente desagradable de tensiones policiales.

Estos colapsos internos nacieron bajo el peso del criminal bloqueo comercial y financiero acompañado de saqueo del oro venezolano en Londres y de otros de activos de PDVSA en el mundo.  Sin esa precondición, cualquier defecto en el chavismo podría ser resuelto con menores costos.

Lo insoportable es que el gobierno de Maduro entiende al revés lo que pasa y puede pasar. En vez de resolver con medidas económico-sociales radicales la inflación, la especulación y la corrupción internas, se convierte en víctima propiciatoria de esos flagelos al ahogar a los críticos internos, apresar obreros y dejar libres a los responsables del colapso interno y la represión policial.

Este error de percepción y actuación es funcional e instrumental a la agresión imperialista porque, A) Debilita el frente interno de resistencia contra el asedio imperial, B) Desmoraliza a las bases bolivarianas, C) Divide al movimiento obrero, juvenil y barrial manteniendo las FAES sin condenar sus métodos brutales de fuerza parapolicial, D) Persigue a intelectuales, periodistas y profesionales chavistas o bolivarianos E) Justifica la campaña de la derecha interna e internacional (Bachelet y Trump), y le da argumentos a gobiernos tibios como el de Alberto Fernández, para sostener que en Venezuela se violan los derechos humanos.

La FAES es la prueba de que se violan, tal como lo denunció la mañana de este miércoles 16 de julio en un audio, el diputado chavista Andrés Eloy Méndez, vejado con su familia por la FAES en la ciudad de Coro, al noroccidente. Méndez fortalece la denuncia interna realizada en términos institucionales por el comandante Urpin.

Estados Unidos y sus amigos en el mundo aprovechan estos hechos para alimentar su diaria campaña de odio imperial. La demonización de la imagen del país/gobierno, convertidos en un “país/gobierno forajidos”. El problema de esa campaña es cuando el gobierno de Maduro le suma sus propias purulencias endógenas.

Este es el contexto geopolítico en el que el gobierno argentino declara ni apoya ni condena al gobierno de Maduro. Esta declaración con apariencia de equidistancia diplomática, se parece a quien ve arder la casa de su vecino y dice: “yo no estoy a favor ni en contra del incendio”.

Y como no podía evitarse, una parte del kirknerismo sintió de muy mal gusto y de muy mal amigo, que el gobierno que ayudó a instalar, juegue la posición del distraído internacional. 

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