Del caos "constructivo" a la post-guerra en Venezuela

Viernes, 18/09/2020 02:30 AM

Dos hitos fundamentales para comprender la historia contemporánea de los tiempos que transcurren, se enfocan en los años 2015 y 2020, principio y fin del intento imperialista de balcanizar la República Bolivariana de Venezuela y destruirla, mediante la implementación de la estrategia del mal llamado caos "constructivo". Señala, el teórico estadounidense, Shermant Kent, que las guerras próximas que le tocaría pelear a los EEUU, implicarían armas no convencionales y las identificaba: "bloqueo, la congelación de fondos, el boicot, el embargo y la lista negra por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro" ("Inteligencia Estratégica para la política Mundial Norteamericana", 1949). Gene Shard en su obra "De la Dictadura a la democracia", plantea los métodos a implementar para lograr los objetivos del cambio de régimen de gobiernos no afectos a la dominación estadounidense. Además de las llamadas operaciones de guerra psicológica o más bien mediáticas, que se van a conjugar para darle viabilidad y ejecución a la estrategia del "caos constructivo" promulgado por Zbigniew Brzezinski, teórico prominente que acompañaría como asesor de política exterior a la Administración Obama, a su llegada a la presidencia imperial en los períodos 2008-2017, y que, Donald Trump, asumió como estrategia de su política exterior. El año 2015, es un hito histórico fundamental, la Administración Obama, emite un Decreto Ejecutivo, que declara la Emergencia Nacional con relación a Venezuela: "En conformidad con la Ley de facultades económicas en casos de emergencia internacional (50 U.S.C.1701 y siguientes) (IEEPA, por sus siglas en inglés), por medio de la presente informo que he emitido una Orden Ejecutiva declarando una emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos representada por la situación en Venezuela." (09 de marzo 2015). Mediante esta Ley presidencial, se abrían los caminos para que se pudieran "bloquear las propiedades y los intereses de las personas e instituciones de gobierno de Venezuela", según lo considerasen el Secretario del Tesoro y de Estado de EEUU. Obama, inauguraba así, las arbitrarias medidas coercitivas unilaterales para "torcerles" el brazo a aquellos gobiernos que se negaban a cumplir directrices de Washington. Trump, daría continuidad a dicha política exterior.

En 2015, la Administración Obama, lanzó 23.144 bombas en Irak, Siria, Afganistán, Yemen y Somalia, países musulmanes a los cuales llevó y extendió la guerra. Todos los días martes de cada mes, Obama, se reunía con sus asesores de seguridad para definir y seleccionar a quien asesinar por considerarlo enemigo de los EEUU. Los drones, ejecutaban la muerte con bombas teleguiadas, "armas inteligentes", se les llamó. Tal era, el carácter "humanitario" impuesto por el régimen del inquilino de la Casa Blanca, en ese entonces. Para un criminal, obsesivo y perverso, como Obama, el régimen político -profundamente democrático- vigente en Venezuela, sus políticas sociales y económicas, se habían convertido en el mal ejemplo para los pueblos de la región, que debía ser extirpado, más bien aniquilado, por no convenir a sus intereses y políticas neoliberales, que proyectaba para toda la región. La muerte física del Comandante Chávez, la victoria por la mínima del Presidente Nicolás Maduro, luego, en las correspondientes elecciones de gobernadores en 2013, donde se recupera la votación perdida y se obtiene, la mayoría de las gobernaciones con una votación del 52 por ciento a favor de las candidaturas del PSUV y la Alianza del Polo Patriótico, convencieron a la élite imperialista que otros mecanismos de desestabilización eran necesarios ejecutar para lograr el anhelado cambio de régimen. Es así, que después de la fracasada la intentona golpista de febrero 2015, que involucraría algunos oficiales de la Armada Bolivariana, en conjunción con Julio Borges y la CIA; la guerra en Venezuela, se centrarían en lo económico. El fracking, era una realidad que había encumbrado a los EEUU al liderazgo de los países exportadores de petróleo y lo utilizaba, EEUU, como arma de guerra para derretir los ingresos petroleros de los países considerados potenciales enemigos, en lo fundamental, Rusia, Irán y Venezuela.

Desde 2014, Venezuela, transita una recesión debido –en lo fundamental- a la caída abrupta de los ingresos petroleros, lo que se profundizó en 2015. Una inflación inducida, ya desbordante, que según el BCV, ese año, fue del 180,9 por ciento, mientras que el Producto Interno Bruto (PIB) experimentó una contracción del 5,7 por ciento. En su informe, el BCV, resaltaba que el desabastecimiento era percibido por la población como uno de los principales problemas del país. Las colas para adquirir un producto básico, se convirtieron en una forma de tortura generalizada que causó muchas molestias en la población. Una inflación inducida, mediante el ataque a la moneda, con el incremento del llamado dólar paralelo, convertían a la economía en un verdadero hervidero, un escenario de guerra en que los precios, eran las bombas destructivas. La Administración Obama, jugó cuadro cerrado con el gobierno de Santos para atacar a Venezuela, desde las poblaciones fronterizas, estimulando el contrabando extracción desde Venezuela y atacando la moneda venezolana con factores del paramilitarismo colombiano (los cambistas) que controlan todo el sector de los mercados cambiarios en los municipios fronterizos. La escasez, se extendió como una plaga y las colas se convirtieron en los protagonistas de lo mal que iban las cosas en Venezuela. Con la escasez, sobrevenía la especulación de los comerciantes que veían en la reducida oferta de bienes, una oportunidad de máximas ganancias, obtenidas en base a las penurias del pueblo venezolano, quien madrugaba a las puertas de los comercios para poder adquirir los artículos de primera necesidad, alimentos y medicinas, aseo personal y limpieza. Un dato interesante, la importación de medicinas, alcanzó la cifra de 3.200 millones de dólares en 2013; cuando en 1998, apenas fue de 222 millones de dólares. No obstante, medicinas no había en las farmacias y las pocas en existencia, se vendían a precios especulativos. La ministra de salud, Nancy Pérez, denunciaba: "Las medicinas están llegando al país, pero son desviadas (por contrabando) a Colombia y por eso no llegan a los centros donde tiene que llegar". ¡Tal era, la intensidad de la guerra! Fedecámaras, brazo ejecutor en Venezuela de la guerra, insistía en el desmontaje de los controles de precios, cambiario y el retiro del Estado de la economía. Culpaban al modelo Bolivariano de Bienestar Social de lo que ocurría. Escasez, acaparamiento, especulación e inflación, constituían las bombas guiadas contra la población para generar malestar, minar la base de apoyo social del Gobierno y propiciar la derrota del PSUV, en las elecciones parlamentarias de 2015.

Estudios de opinión de mediados de 2015, realizado por Hinterlaces, concluía que entre 7 y 8 venezolanos y venezolanas de cada 10, consideraban que los problemas económicos, desabastecimiento y alto costo de la vida, venían empeorando. En el horizonte mediato, la Administración Obama, tenía la herramienta para medir cuán eficientes eran sus políticas desestabilizadoras. Las elecciones del 3D-2015. Las fuerzas patrióticas, se mostraron confiadas de su victoria, había exceso de optimismo. El PSUV, convocó a su militancia a elegir sus candidatos y candidatas para las parlamentarias. 3.162.400 militantes, se movilizaron para ejercer su voto y elegir sus candidatos y candidatas, una muestra impresionante de participación que generó muchísima más confianza en su dirección nacional. De hecho, la campaña electoral de la principal tolda política del país, se realizó de la manera tradicional, cuñas, marchas y movilización por todo el país. Por su parte, la oposición, no realizó actos públicos y se limitaron a resaltar el estado de cosas, en redes sociales, que ocurrían en el país. Se enfocaron en la economía, en especial, las colas. Su principal oferta de campaña, fue acabar con las colas, hasta hablaron de aprobar una ley anti colas. Sus candidatos eran desconocidos por las y los votantes, nunca mostraron sus rostros. El Presidente Maduro, anunció el clásico incremento salarial, con vigencia a partir de noviembre de ese año. ¡Tal era, el nivel de extremada confianza! Los resultados electorales, obtenidos por la oposición, resultaron en una abrumadora mayoría parlamentaria que, al instalarse en la dirección de la nueva Asamblea Nacional, no perdieron tiempo alguno para mostrarle al país cuáles eran sus verdaderas intenciones: desmontar el Estado Social de Derecho y de Justicia, construido en 15 años de profundas transformaciones sociales por la Revolución Bolivariana y entregar el país –su dirección- a los EEUU. El caos "constructivo", ahora se profundizaría para procurar la balcanización institucional del Estado Bolivariano y la procura, desde el propio Estado, la implosión de la Democracia Bolivariana y conseguir el cambio de régimen. No quedó espacio institucional alguno que no fuera atacado, mucho hincapié hicieron en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a quienes, por miles, les hicieron llamados a que dieran el golpe de Estado y derrocaran a Maduro.

Con el ascenso de Trump a la consejería del imperio, la política del imperialismo adquirió connotaciones de mayor agresividad, en lo fundamental, por la adquisición de un ancla contrarrevolucionaria en una Asamblea Nacional que dejó de ser Nacional y ser convirtió en una franquicia de la Casa Blanca. Guarimbas o terrorismo doméstico como le llaman en EEUU, violencia en las calles, asesinatos de campesinos y líderes del PSUV, violencia mediática muy intensa, operaciones de guerra psicológica, sanciones y bloqueos financieros, bloqueo marítimo, intentos de aprobación de leyes contrarrevolucionarias como la Ley de Propiedad mediante la cual intentaron privatizar las viviendas otorgadas mediante la Gran Misión Vivienda, guerra económica y afincándose en la moneda, devaluándola intensa y continuamente, en fin, la guerra adquirió connotaciones nunca antes vista en la historia republicana del Estado Nación República Bolivariana de Venezuela. Hasta, un intento frustrado de invasión paramilitar desde la guajira colombiana, un frustrado magnicidio y el robo generalizado de los activos nacionales en el exterior, y su entrega a la Administración Trump, realizaron las fuerzas contrarrevolucionarias. Lo cual, obligó a la necesaria Unidad Nacional que concretó el pueblo, gobierno e instituciones republicanas, quienes tomaron conciencia que la guerra era una realidad y la única posibilidad de hacerle frente tenía que ser juntos y unidos, en un solo frente político, en combate por la sobrevivencia de la Nación. ¡El "caos constructivo", fue combatido y destruido con las armas de la Democracia y mucho Diálogo Constructivo! En el cortísimo plazo de tres años, 2017-2019, cinco (5) elecciones se realizaron en Venezuela (Asamblea Nacional Constituyente, Gobernadores y gobernadoras, Alcaldes y alcaldesas, Concejos Municipales y Presidenciales). Se intensificaron los llamados presidenciales al Diálogo Nacional, (400 convocatorias), todas saboteadas desde Washington, excepto una. El pueblo, mantuvo su fidelidad al liderazgo Bolivariano. Hasta que llegó la pandemia por coronavirus, y hubo un cambio extraordinario en la situación país, y en el mundo. La Mesa de Diálogo Nacional, instalada en septiembre 2019, había sentado las bases de un Amplio Acuerdo Nacional, que ya estaba en curso. Se eligieron nuevos rectores del CNE, y se avanzó en cumplimiento del mandato Constitucional de realizar las elecciones parlamentarias en 2020. ¡Más Democracia y mucho Diálogo! Fueron las armas destructivas del "caos constructivo" imperialista, que llevaron a afirmar, al Presidente Maduro, en 2019: "Yo hablo con la verdad… estoy orgulloso de que estemos en fase de diálogo constructivo con la oposición venezolana, creo que el camino es la paz".

Este 06 de diciembre, el pueblo venezolano, está convocado a suscribir un compromiso nacional. Firmar un Acta por la Paz de la República, que pondrá cese a la usurpación que enquistó Donald Trump en el cuerpo de la República para su auto destrucción. ¡No será una elección cualquiera! Se trata, ni más ni menos, de librar la batalla definitoria de esta gesta independista que ha librado el pueblo venezolano en este último quinquenio para derrotar las intentonas golpistas del imperialismo para recolonizarlo y colocar a Venezuela como una estrella más, en su sangrienta bandera, asesina de pueblos. Después del 6D, al pueblo venezolano, se le abren las alamedas de la reconstrucción nacional. Prigogine, explica que "Las nuevas estructuras se originan en puntos de inestabilidad de los sistemas que suelen denominarse puntos de bifurcación". Venezuela, se encuentra inserta en uno de esos puntos de bifurcación, en búsqueda de lo nuevo. A partir de lo cual, tendrá que estabilizarse en un proceso de reconstrucción nacional, con mucho Diálogo y más Democracia Participativa y Protagonismo de un pueblo crecido en las dificultades. Una nueva Asamblea emergerá el 6D. Una nueva Asamblea –auténticamente- Nacional, y se instalará el venidero 05 de enero de 2021. Se restablecerá, el fórum de debates de los grandes temas nacionales y la diversidad de opiniones se expresarán allí con todas las fuerzas de sus ideas y propuestas para consolidad la Paz de la República.

Los venezolanos y venezolanas de oposición, contarán con una nueva vocería política más nacionalista y menos dependiente de los dictados de Washington, que contribuirá a enaltecer el debate político nacional. Contará también, el pueblo venezolano, con unas fuerzas patrióticas más fortalecidas y con mayor ascensión en las bases populares. Un reseteo político, justo y necesario, para relanzar al país por nuevos derroteros cónsonos con el cambio planetario que está por venir en el mundo post pandemia, más solidario y con mayor conciencia del valor que tienen la salud y la vida, en el ámbito de la convivencia pública. Nacerá un nuevo país, más tolerante, justo y más Democrático. Aspiramos, sí, que la batalla no se extienda en 2021 al ámbito económico para abatir a unos actores políticos que se acostumbraron a hurtar el patrimonio de los venezolanos y venezolanas. Aspiramos también, rescatar la moneda nacional. Que Bolívar, renazca de las cenizas en que le han sumergido los directivos de un BCV, antinacionalista y antipatriótico. Y, será a partir del rescate del Bolívar, como moneda nacional, que los venezolanos y venezolanas, puedan ver también resurgir la economía y la producción nacional, que avanzó –sustancialmente- en el campo agrícola, gracias al empuje patriótico del pueblo campesino y empresarios nacionalistas –no latifundistas, no Fedecámarillas- sino empresarios y emprendedores venezolanos, comprometidos con Venezuela. ¡Nacerá una nueva Venezuela, sin dudas, más antiimperialista y más socialista! Más solidaria y más comunitaria. Se preguntaba Lenin: "¿Con qué tenemos que soñar? Acabo de escribir estas palabras y el pánico me invade. Me imagino que me encuentro en una "conferencia de unificación" y que, frente a mí, se encuentran los redactores y colaboradores del Rabócheie Dielo… Pregunto, si un marxista tiene el derecho a soñar, a no ser que olvide que, después de Marx, la humanidad solo puede plantearse cometidos que están en su mano resolver, y que la táctica es un proceso del crecimiento de los cometidos, los cuales crecen junto con el partido. Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía." (El principio esperanza, Ernst Bloch)…

Caracas, 17-09-2020

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