Tareck otra víctima más del corrupto sistema judicial de EEUU

Miércoles, 30/09/2020 01:55 PM

El pasado 27 de septiembre, el CODAI mostró imágenes de la aeronave con matrícula de EEUU que intentó atravesar territorio venezolano, con rumbo –presunto- hacia territorio brasileño (Brasil, es el segundo consumidor de drogas de América), se trataba de la segunda aeronave con matrícula de los EEUU que derriban las FANB en territorio venezolano en lo que va de este año. Muchas preguntas, surgen del vuelo realizado por esa aeronave gringa, en especial, si sobre el Mar Caribe están posicionados buques de guerras imperialistas supuestamente para interdicción, compuesto por buques de la Guardia Costera, aviones de patrulla P-8 y drones de vigilancia, además de radares de los más avanzados. Funcionarios de SOUTHCOM, han informado que la flota desplegada en el Caribe, en teoría, cuenta con capacidad de lanzar misiles Tomahawk. "Estamos desplegando destructores navales, barcos de combate, helicópteros, aviones de la fuerza aérea para labores de vigilancia y patrullas de la Guardia Costera, duplicando nuestras capacidades en la región", afirmó Donald Trump, mientras que el Secretario de Defensa, Mark Esper, en rueda de prensa era más explícito sobre las causas del desaforado despliegue militar, señaló que: "el régimen ilegítimo de Maduro en Venezuela confía en los beneficios que le llegan de la venta de droga para mantener su poder opresor". Obviamente, muy poco tiene que ver con narcotráfico tal despliegue, como lo evidencia el derribo de las aeronaves con matrícula de EEUU, curiosamente, no fueron detectadas en sus vuelos por el Caribe por quienes, según Trump, tenían la misión de frenar el tránsito de narcóticos. Con estas acciones, queda en evidencia -una vez más- la falsedad de las acciones contra el narcotráfico de la Administración Trump y su Comando Sur.

El narcotráfico en la región, se concentra –básicamente- en cuatro países, los grandes consumidores: EEUU y Brasil, y los grandes productores: Colombia y Perú. Agreguemos a ese cóctel de grandes narcóticos a los grandes distribuidores: Colombia, Perú, México y despuntando están los propios EEUU. Esta es una realidad ineludible. Los grandes Cárteles, que distribuyen toda la producción son subsidiarios del principal, léase: la DEA, que viene a ser el Cártel jefe. Los EEUU, se han constituido en los principales directores-jefes de la producción-distribución y comercialización de narcóticos en el mundo. No por casualidad, el imperialismo, presta seguridad con sus bases militares a las grandes plantaciones de coca, marihuana y opio, tanto en Colombia, Perú o Afganistán. Mientras, los bancos gringos sirven al narcotráfico como lavadores del dinero que genera esa industria mundial. La narcoeconomía que ha construido los Estados Unidos, con un consumo y demanda de drogas sin igual, genera y asegura una enorme rentabilidad y una altísima tasa de acumulación de capitales, se ha convertido en el primer gran negocio mundial (por encima del armamentismo y de los hidrocarburos). Y, EEUU, por supuesto, es el país líder en ese gran negocio. Funcionarios de la ley, y expertos en drogas de los propios Estados Unidos, calculan los ingresos anuales del tráfico de cocaína colombiana y peruana, en 29 billones de dólares al año, solamente en los Estados Unidos.

El imperio de las drogas, tiene su reinado en la Casa Blanca, Washington D.C., y desde allí se expande al resto del mundo mediante los barones del narcotráfico, uno muy destacado es Álvaro Uribe Vélez, ahora despunta Iván Duque, quienes administran la producción en Colombia o como lo fuera el chapo Guzmán en México, pero en la distribución al gran mercado, léase: los EEUU. Todo ese poderoso conglomerado de grandes negocios, debe ser ocultado a la luz de la opinión pública internacional y es allí donde lo justifican con grandes campañas mediáticas, que procuran hacer recaer las culpas de tamaño negocio del crimen en otro actores, que son objeto de la criminalización imperial. ¡Ahí va el ladrón! ¡Agarren al ladrón! Si de verdad, la justicia internacional quisiera actuar contra el narcotráfico, no se utilizaría como arma de agresión contra países y líderes adversos a la cabeza del negocio o sus barones. Hacerlo, con la justicia por delante, caiga quien caiga, como acostumbra decir el Presidente Maduro, representaría la caída de franquicias utilizadas por EEUU en el mundo para garantizar sus negocios de ultramar, como lo dijo en los 90, el entonces alcalde de Medellín, Juan Gómez Martínez: "En el tratamiento de este problema, todos nos equivocamos y mucha gente honrada se apresuró a hacer negocios legales con los narcotraficantes para obtener mayores utilidades. En todo caso, si de lo que se trata es de tirar la primera piedra, nos llenarían el país de piedras. Los negocios del narcotráfico no han sido destapados, pues terminaría cayendo todo mundo…" (BALLÉN, Rafael. Constituyente y Constitución del 91. Medellín, Editora Jurídica de Colombia, 1991.). No por casualidad, el ex ministro colombiano, Fernando Londoño, escribió alguna vez en su columna del diario El Tiempo, que: "En manos de Mancuso está la historia de Colombia". No obstante, la verdad amerita ser distorsionada para que la mentira fluya y se imponga, al estilo recomendado por el ministro de propaganda de Hitler, repetida ya no mil veces sino millones de millones de veces por la mediática occidental.

En su discurso ante la 75ª Asamblea General de la ONU, Duque, afirmó que el "régimen dictatorial de Maduro se sostiene con los recursos obtenidos del narcotráfico". En esa misma línea de criminalización, los gobiernos de Obama y Trump, han intensificado sus campañas mediáticas para crear la falsa realidad de que Venezuela, no solo es el gran productor sino el gran distribuidor de drogas en América. A Hugo Chávez, la fiscalía imperialista le imputó el cargo de narcotraficante como supuesto miembro de un Cártel inexistente denominado por EEUU como Cártel de los soles, al cual –incluso- han vinculado a Diosdado Cabello. Para darle cierta veracidad, entonces, se vinculó al Comandante Chávez con la FARC, ya eso bastaba para sentenciarlo como supuesto narcotraficante. Tal es, la calaña de la supuesta "justicia" de los EEUU. Una "justicia", cuyo máximo tribunal está integrado por cinco jueces republicanos y tres demócratas, todos dependientes de los caprichos presidenciales, y se utiliza esa injusticia como arma política de los presidentes de EEUU, según la conveniencia de sus intereses. En entrevista con Fox & Friends, Trump, hablando de la Constitución decía: "Cuando tienes el Senado, cuando tienes los votos, puedes hacer lo que quieras siempre que lo tengas". Lo decía, un presidente cuyo partido domina el Senado y además, el propio Trump, se ha dedicado a garantizarse el control casi que absoluto del sistema de justicia pues ha designado una cuarta parte de todos los jueces federales activos en EEUU, cargos vitalicios. Ha designado a más jueces de tribunales de apelaciones federales que cualquier otro presidente, todos blancos y conservadores. Y ahora la Corte Suprema, donde ya ha puesto dos magistrados y va por el tercero, en la que cuenta con la mayoría de sus magistrados. Una justicia, a merced del presidente de los EEUU, en funciones. Ahora, a merced de Donald Trump.

Hugo Chávez, se enfrentó contra esa mafia de delincuencia organizada trasnacional llamado imperio de los EEUU, con su ministro de interior y justicia, Tareck El Aissami. Una vez que se expulsa al Cártel de la DEA del país en 2005, se incrementaron –exponencialmente- las incautaciones de drogas que transitaban libremente por el territorio nacional a todo lo largo de la cuarta república. Se lograron detener y extraditar a 102 barones de la droga detenidos en territorio nacional, 21 de los cuales fueron deportados a EEUU. Los propios EEUU, reconocieron la labor desarrollada por Venezuela y su ministro de interior Tareck El Aissami, como quedó evidenciado en correos electrónicos -desclasificados por Wikileaks- entre funcionarios de alto rango de administraciones estadounidenses. Uno en particular de la sanguinaria y genocida del pueblo libio, Hillary Clinton, da fe de la extraordinaria gestión contra el narcotráfico librada por Tareck, leamos este intercambio de correos entre la Secretaria de Estado Clinton y la Subsecretaria Adjunta para la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, el cable Sin clasificar Departamento de Estado de EE.UU., Caso No. F-2014-20439 Doc No. C05769571, Fecha: 12/31/2015, quien ante las alabanzas de la Clinton hacia la gestión de Tareck y su lucha contra los barones de la droga, le advierte: "Dimos la bienvenida a la acción Venezolana, pero tenga cuidado de no alabar a ellos para la toma de acciones que se debe hacer de todos modos. Espero que esto sea útil. Roberta". En 2010, la ONU, coloca a Venezuela entre los primeros 6 países que realizaron mayor número de incautaciones de drogas en el mundo. Mientras se mantuvo la DEA en el país, las incautaciones de drogas nunca superaron las 43 toneladas promedio al año. Apenas salió la DEA de Venezuela, ese mismo año, Venezuela, decomisó 77,5 toneladas de droga, una cifra sin precedentes en la historia del país. El año siguiente, 2006, se retuvieron 60,67; en 2007 la cifra alcanzó las 57,50 toneladas, mientras que en 2008 y 2009 las incautaciones llegaron a 54,61 y 60,56 toneladas, respectivamente. Se han incautado, más de 700 toneladas de diferentes drogas desde entonces, capturados 158 líderes internacionales del narcotráfico y desmantelado 368 laboratorios de procesamiento de cocaína ubicados a escasos metros del límite fronterizo con Colombia. Importante precisar, que esos barones de la droga, actualizados año 2020, totalizan 158 líderes del narcotráfico, 38 han sido extraditados a Colombia, 21 a EEUU, 20 a otros países y el resto sentenciados a prisión en Venezuela. Por lo demás, Venezuela, es un territorio libre de cultivos de drogas, así declarado por la ONU. Tamaña batalla, contra los Cárteles de las drogas, no podría pasar inadvertida para el pran de las drogas en el planeta: los EEUU. Tareck, se colocó en la mira de quienes dirigen ese gran negocio.

Mike Pompeo, afirmó: "Yo era director de la CIA. Mentimos, engañamos y robamos", durante una conferencia que brindó en la Universidad A&M de Texas. La mentira y el engaño, lo han elevado a política de Estado en Washington D.C. Tales han sido las armas letales que han empleado para intentar desmoralizar la dignidad del pueblo bolivariano y patriótico, vincular al narcotráfico a sus principales líderes. A Tareck, lo han demonizado y convertido –mediáticamente- en el principal artífice del narcotráfico mundial. Hasta precio a su cabeza han puesto y le han colocado en la lista de los 10 criminales más buscado por el Departamento del Tesoro y el Servicio de Inmigración de Aduanas y Control de Estados Unidos. Tal ha sido el costo a pagar por su emblemática batalla contra el narcotráfico. Mientras, con testigos estrellas, se le han abierto causas judiciales en los tribunales imperiales, dirigidos por Donald Trump. Se utilizan acusaciones de los barones de la droga, detenidos por Tareck, para ahora intentar desacreditarle y ponerlo en prisión junto a ellos. "El Aissami recibió dinero por facilitar el transporte de narcóticos propiedad del narcotraficante venezolano Walid Makled García", eso reza en una acusación en curso en tribunales de EEUU. También, lo señalan de estar "vinculado a la coordinación de envíos de narcóticos al violento cartel mexicano Los Zetas, así como a la protección del capo narcotraficante colombiano Daniel Barrera Barrera y del narcotraficante venezolano Hermágoras González Polanco", barones a quienes enfrentó –incluso- deportó a EEUU. Pero, así como afirma Pompeo, quien miente, engaña y roba, obviamente, no hay crimen perfecto. Y efectivamente, en estos días septembrinos hemos sido testigos de cómo se desmontan a sí mismo toda esa sarta de mentiras, construidas sobre la base de un testigo "estrella" que ha terminado estrellado, tanto, que el propio sistema de justicia trumpiano tuvo que encerrarlo en prisión por mentirle a la injusticia imperial. Ahora resulta, que el piloto venezolano fue detenido el pasado 19 de septiembre en La Florida, Alejandro Javier Marín, agente del Gobierno de Estados Unidos, quien mintió a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) para involucrar al vicepresidente de Economía de Venezuela, Tareck El Aissami, en una presunta "trama de lavado de dinero". Marín, ahora es acusado en la Corte del Distrito Sur de Nueva York por haber hecho declaraciones y representaciones –materialmente- falsas, ficticias y fraudulentas a un agente de la Seguridad Nacional. Tal es la calaña de todo el entramado de acusaciones provenientes de los laboratorios de guerra sucia imperiales, y cuyo objetivo no ha sido otro, sino intentar desmoralizar al liderazgo patriótico bolivariano.

Tareck, con su actuación, ha desnudado la corrupción galopante que existe en el sistema de justicia estadounidense. Marín, firmó en 2018, un documento para actuar como fuente confidencial de la agencia de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés). Entre sus responsabilidades, figura ayudar en una investigación relacionada con transacciones ilícitas y de co-conspiradores, ubicadas entre Estados Unidos y el extranjero. Marín, no solo mintió a la justicia imperial sino que les robó 140 mil dólares, y quizás sea esto, lo que más les duela. La pregunta que debemos hacernos ahora como venezolanos y venezolanas, es cómo hará el gobierno de los EEUU para reparar la honorabilidad de Tareck El Aissami, después de haber librado tantas injurias y calumnias en su contra para destruirle moralmente? Con muchísima razón, Tareck a tuiteado recientemente: "El entramado de infamias y falsas evidencias se les derrumba. Ni los medios al servicio del imperialismo pueden ocultar la gravedad sobre la construcción de acusaciones sustentadas en mentiras, delincuentes y mercenarios protegidos para estos criminales propósito"…

"Los gobiernos, que utilizan el enorme poder de la aplicación de la ley para castigar a sus enemigos y premiar a sus aliados no son de repúblicas constitucionales, son autocracias", señalan en una carta pública firmada por más de 1.100 antiguos fiscales y funcionarios del Departamento de Justicia, en la que reclaman la dimisión del Fiscal General de EEUU, William Barr, a quien acusan de revertir las medidas diseñadas para frenar la corrupción en el sistema criminal. El caso en cuestión, tiene que ver con Roger Stone, gran amigo del Presidente Trump, a quien hallaron culpable de mentir y obstruir una investigación del Congreso y amenazar a testigos en la investigación de la interferencia rusa a favor de Trump, quien con un simple, pero fulminante tuiter, rebajó al Fiscal Barr a su simple condición de empleado de la corporación Trump, quien tuiteó: "Esto es horrible y una situación injusta", escribió y subrayó: "Los crímenes reales se cometieron en el otro lado y como si no pasara nada. No se puede permitir este error judicial". Eso bastó para que el Fiscal Barr, corrigiera la actuación de sus funcionarios, y solo así, se ganara las felicitaciones de su jefe Trump por "corregir", más bien reprender, a sus funcionarios. Tal es el grado de corrupción, imperante en el sistema judicial imperialista sometido –en plenitud- al Poder Ejecutivo…

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