La megalomanía es un trastorno mental, que se estima que la padece un 3% de la población mundial (según datos de la OMS). Y es el caso de que ese trastorno ha servido de alimento para que se haya disparado en los gobernantes estadounidenses el falso ego; una oscura personalidad que en el concierto de los gobernantes gringos le ha causado males mayores a la nación norteamericana.
Se ha anidado en la poderosa nación del Tío Sam un liderazgo político de antivalores y piso falso, dando pie para que germinara en sus entrañas una pseudodemocracia y unos gobernantes de tan baja ralea, tal como lo es Donald Trump quien ocupa actualmente la White House, de esa nación; el cual bajo su oscuro mandato signado por la arrogancia, soberbia, prepotencia, codicia, orgullo, ambición, xenofobia, poder, poder, poder, etc., no ha hecho más que apresurar en su corto mandato el hundimiento y la total desaparición de un modelo capitalista, dominador y explotador, que durante algo más de 100 años le ha causado a la humanidad tantas perversidades, muertes, sufrimiento y dolor.
Con la presencia de Trump en la presidencia USA Imperial se le terminó de caer la careta a sus hipócritas gobernantes, quienes ejercieron el poder durante más de una centuria bajo el andamiaje de una falsa democracia y cínico poder imperial (perfectos encantadores de serpientes). Y esa conducta insana y alejada de toda moral dio pie para que en ellos se potenciarán las media verdades, la mitomanía, el afán de riqueza fácil, la desmedida materialidad, la falsa ilusión (American Dream), el ilícito comercio de narcóticos, la explotación sexual de impúberes, el sexo inmoral mediático, la trata de blancas, etc.; más la apropiación indebida de bienes ajenos, invasión y guerras sobre pretextos falsos, usinas mediáticas-fake news, inversión de valores, soterrado odio, exprofesa unilateralidad, irrespeto y violación de leyes y convenios internacionales, en fin…, todo un perverso prontuario de vilezas que ha reducido a esa poderosa nación a un miserable tigre de papel.
De modo, que esa enfermiza soberbia de Donald Trump, alimentada por la no menos enfermiza supremacía blanca norteamericana y por el legado dejado de la decadente dirigencia de los últimos tres gobiernos, Clinton, Bush y Obama, no hizo más que acelerar la caída de la individualidad y esperar que ocurriera lo conducente en ese falso modelo capitalista dominador, controlador, explotador, hambreador de pueblos… Y no podía ser de otra manera porque quien siembre vientos tiene necesariamente que cosechar tempestades... En ese sentido Trump hizo lo propio, pues no había que hacer más nada, porque él sencillamente como gobernante de una nación que nació torcida, y que lo ha sido y lo sigue siendo aún, él no, es más, que el epítome de un nefasto modelo capitalista y la encarnación de un mal nacido engendro, devenido de la falsedad; nacido, precisamente, del vientre mismo de los antivalores. ¡No se podía esperar más de él! ¡Y no podía ser de otra manera! ¿por qué? Porque la soberbia y los falsos valores que promovía la podredumbre de ese monstruo imperial tenía que eclosionar en estos tiempos; y a así ha sucedido con Trump a la cabeza. Pues, no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista…
Trump con toda la enfermiza personalidad que lo caracteriza, a mi parecer, es un mal necesario para la nación norteamericana porque de no surgir un Donald Trump en el oscuro drama político de esa nación, a estas alturas, el mundo seguiría padeciendo de menos cinismo, menos hipocresía, menos soberbia y menos dominación y control, contra aquellas naciones que se sometieran voluntariamente al garrote y la zanahoria del Tío Sam. ¿Cuál es la paradoja?
A las fuerzas imperiales, en estos tiempos de radicales cambios de la conciencia planetaria, les llegó su hora. Empero, hoy día, no hay que ocultar nada y no hay que taparse la boca y manifestar a los cuatro vientos "yo soy socialista, soy comunista, soy chavista, soy sandinista o soy un férreo defensor de Fidel y de lo que es la causa cubana"…; de modo, que vocear esas consignas y decirlas sin ningún recato en cuanto sitio, foro, salón o escenario que se ocurra decirlo, ya no es considerada una irreverencia contra el status quo, NO. ¡Es sinónimo de que ya hubo un despertar de conciencia en el cuerpo social de la humanidad y ya no hay miedo o temor alguno contra el Hegemón! Y si no es así pregúntenle, al pie de la tumba, del centauro emancipador de pueblos, Hugo Chávez, cuando se atrevió a decretar a todo gañote, un 24 de enero 2010, en un acto de masas: ¡Váyanse al carajo yankees de mierda, que aquí hay un pueblo digno!
Es de tal magnitud el enfermizo trastorno que se observa en la personalidad del "timonel que ocupa hoy la presidencia de la poderosa USA potencia imperial", Donald Trump, que él sin darse cuenta de esa falsa personalidad no se ha conformado con gobernar a una poderosa nación bajo el manto de la arrogancia, soberbia, codicia, y ambición del poder por el poder, sino que esa conducta insana ha dado pie para que en tales gobernantes se potenciarán las media verdades, el afán de riqueza fácil, la desmedida materialidad, la falsa ilusión, ilícito comercio de narcóticos, explotación sexual, apropiación indebida de bienes ajenos, asesinatos selectivos y crímenes contra líderes y gobernantes no afectos a su enfermiza ideología, etc., etc.
Todo un andamiaje de perversidad, coerción, terror y corrupción que con Trump y con el correr del tiempo hizo posible que en esa élite gobernante se viera como normal la cultura del chantaje, el crimen organizado, guerras inducidas, asfixia económica y financiera contra países, invasiones unilaterales, irrespeto al medio ambiente, flagrante violación de los tratados internacionales, irrespeto a los organismos mundiales (ONU, AGNU, CDHNU, Protocolo de Kioto, etc.) ¡El mundo al revés!, tal como fue dicho por el escritor uruguayo Eduardo Galeano.
El pulso de la ley y la justicia sin el menor respeto y recato por la equidad, y su mal desempeño en manos de maleantes de cuello blanco, caso Trump y sus serviles halcones que le rodean, permitió que en tales individuos y sin desparpajo alguno se arrogaran, motu propio, el derecho de juzgar y no ser juzgado, criminalizar y no ser criminalizados, asesinar y no ser asesinados, robar y no ser robados; juez y parte y sin que ningún organismo en el mundo se atreva a denunciarlos y mucho menos enjuiciarlos. Toda una ignominiosa red de conspiración mundial que desde el mal ejemplo ha atentado contra los principios y valores morales de las sociedades.
La casta gobernante de los EEUU desde hace un siglo se ha venido prostituyendo de una forma tan brutal y acelerada que ya para estos tiempos de reacomodo y transformaciones planetaria, tenía que implosionar; y en efecto implosiono… La escasa dignidad que como buen ADN quedaba en el linaje de los gobernantes de esa poderosa nación, se fue degradando aún más en el tiempo y tuvo su zénit de deshonra y oscuridad con la llegada de Donald Trump a la presidencia de EEUU, 20 enero 2017. Es acaso una mera casualidad lo que se cierne sobre importantes ciudades estadounidenses y sobre Nueva York, asiento de Moloch y epicentro financiero mundial, y las fatales consecuencias que por contagio y muertes padecen actualmente esas ciudades, debido a "pandemia por coronavirus". Tan solo ayer salió publicada una noticia reseñada por sputniknews, en donde se dice que las autoridades sanitarias de EEUU han detectado más de 500.000 casos de coronavirus en una semana, escribe el diario New York Times.
Implosión es la acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad, en cuyo interior existe una presión inferior a la exterior. Wikipedia
El 4 de noviembre el pueblo norteamericano decidirá en votación universal y secreta, si el actual gobernante de la White House sale elegido como presidente para un segundo mandato, o no sale elegido. Y si es el caso de que Trump salga elegido para un segundo mandato, es una verdadera lástima que la escasa conciencia del pueblo norteamericano elija de nuevo al peor presidente de la historia de los Estados Unidos; en la que según el editorial de hace 5 días del New York Time, dice de TRUMP, lo siguiente: "es un corrupto, mentiroso, incompetente, racista, xenofóbico, demagogo, abusador del poder, obstructor de la Justicia, apologista de la violencia, catastrófico para manejar el coronavirus e "indigno de la posición que hoy ocupa". Y otras afirmaciones contundentes como: "Trump no sabe construir... pero sí sabe destruir", "la enormidad de sus engaños no tiene límite", "la razón por la cual no puede solucionar los problemas de Estados Unidos es porque el problema es él". Y el veredicto más fulminante del citado diario concluye diciendo que Trump ha sido "el peor presidente de la historia moderna" y "la peor amenaza para la democracia de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial".