Diario de una Cuarentena: Capítulo Ciento Cinco

Lo que está ocurriendo en EEUU desde el 3 de noviembre apenas está empezando

Jueves, 05/11/2020 01:24 PM

En las tres entregas anteriores de esta columna, hemos tocado de alguna u otra manera el tema de las elecciones presidenciales en EEUU. Y vaya que el tema da para escribir y aún hay mucha tela que cortar. Y es lo que trataré de hacer en las próximas líneas.

Como introito, cabe destacar que el senador demócrata Bernie Sanders, quien varias veces ha sido pre candidato a la presidencia de EEUU vaticinó en el mes de octubre lo que hoy en día está haciendo Donald Trump, y esto es muy preocupante.

El pasado día 23 de octubre en una entrevista en el late night The Tonight Show de Jimmy Fallon, Sanders señalaba lo siguiente: "Mi opinión es que se debe contar cada voto. Por razones en las que no tengo tiempo de entrar hoy, vais a tener una situación, sospecho, en Estados como Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Estados donde van a recibir enormes cantidades de voto por correo. Y a diferencia de otros Estados [...] no va a ser posible [...] comenzar a procesar esas papeletas hasta el día de las elecciones o quizá cuando las urnas cierren. Eso significa que se va a manejar, quizá millones de votos por correo. Esa es mi preocupación. Lo que las encuestas muestran es que, por la razón que sea, los demócratas tienen más posibilidades de usar el voto por correo [...] Podría ser que a las 10 en el día de las elecciones, Trump esté ganando Michigan, Pensilvania, Wisconsin... y el salga en televisión y diga, 'Gracias americanos por reelegirme. Se acabó todo, tengan un buen día'. Pero al día siguiente, y el siguiente se cuenten todos esos votos por correo y cambien a que Biden ha ganado esos Estados. En este punto Trump salga y diga: '¿Ven? ¡Ya les dije que era fraudulento! Y no nos vamos a ir de la oficina'. Así que ese es el miedo que yo y mucha gente tenemos"*

Es decir, Sanders tuvo la prognosis de expresar lo que sucedería en su país, 11 días antes de la realización de estos comicios, donde algunos estados eligieron gobernadores, se renueva totalmente la cámara de representantes, y un tercio de la cámara de senadores, además del presidente de ese país por los próximos 4 años.

Este detalle que señalo es importante, porque quiero permitirme recordar cómo funciona el sistema electoral en EEUU en estos comicios:

Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de un régimen presidencialista, por lo que se celebran elecciones tanto para escoger las cámaras legislativas como para elegir al presidente. Asimismo, dado que se trata de un sistema federal, tiene varios niveles de gobierno: federal, estatal y local. A continuación se analizarán únicamente las elecciones a nivel federal.

El poder legislativo estadounidense es bicameral, contando con una cámara alta —Senado— y una baja —Cámara de Representantes—. La primera está compuesta por 100 miembros —dos por cada estado de la Unión— que ocupan su cargo durante seis años y son reemplazados de manera rotatoria los años pares: cada dos años se renueva un tercio de los senadores. La Cámara de Representantes cuenta con 435 miembros escogidos cada dos años que se reparten entre cada estado de manera proporcional a su población. Los miembros de ambas instituciones son escogidos por el electorado de forma directa. Además, las elecciones legislativas coinciden o con las del Ejecutivo o con la mitad del mandato de este, por lo que estas últimas se suelen conocer con el nombre de midterms (de ‘mitad de mandato’ en inglés). Por norma general, el sistema electoral más frecuente es la división en distritos electorales que escogen un solo candidato, el más votado.

En cambio, el poder ejecutivo —encarnado en el presidente y el vicepresidente— es escogido mediante elecciones indirectas cada cuatro años. Para llevar a cabo esta votación, se producen diversas etapas en el proceso. Primero se postulan una serie de personalidades de cada partido político para convertirse en el candidato de dicha agrupación a la presidencia. Este es el conocido como proceso de primarias, en que los partidos se sumen en ocasiones con más de un año de antelación respecto a las elecciones. En las primarias se elige al candidato de cada partido que formará parte de la contienda por la Casa Blanca.

Una vez hecho esto y tras los debates presidenciales oportunos, se celebran las elecciones presidenciales siempre el primer martes después del primer lunes de noviembre. Cada votante —que ha de haberse registrado previamente como tal— escoge su candidato favorito entre los que se presentan, pero esto no implica un voto directo para dicho candidato. En su lugar, esto se traduce en la elección de los compromisarios asignados a cada estado en función a su población. Todos los compromisarios de un determinado estado van para el partido más votado en este estado salvo en Maine y Nebraska, donde se reparten de manera proporcional.

En total, se eligen 538 compromisarios que conforman el Colegio Electoral para expedir sus votos por uno u otro candidato, de los cuales se necesitan 270 votos para hacerse con la presidencia. Cada uno de estos representantes está escogido por los partidos políticos, por lo que el sentido de su voto se conoce de antemano, si bien no existe obligación constitucional de elegir al candidato que se espera y, en ocasiones, se han dado sorpresas cuando el compromisario de un determinado partido no ha votado por su candidato a presidente.

Este sistema de elección indirecta genera un desfase entre los llamados votos electoral y popular. El primero es el depositado por los compromisarios del ya mencionado Colegio Electoral, del que dependerá realmente la elección del presidente. El voto popular, en cambio, es el emitido por la ciudadanía; debido a que la mayor parte de los estados otorgan todos los compromisarios al candidato más votado y no los reparten de forma proporcional, la elección del voto popular no tiene por qué coincidir con el candidato vencedor. Esto ocurrió, por ejemplo, en las elecciones de 2016, en que Donald Trump ganó el voto electoral y fue elegido presidente pese a recibir menor respaldo de los votantes que su adversaria, Hillary Clinton.

No obstante, cabe destacar que este sistema de votación se remonta al siglo XVIII, momento en que los estados querían preservar su independencia y su poder dentro de la federación, por lo que optaron por un sistema que no perjudicase tanto a los estados pequeños.

Para el momento en que esta nota salga publicada, el candidato demócrata Joe Biden iba liderando el conteo con 264 votos electorales y 72.110.951 votos populares (50,4%), versus los 214 votos electorales y 68.649.947 votos populares obtenidos por el candidato por el partido republicano y actual mandatario de ese país aspirante a la reelección, Donald Trump.

Todas las tendencias favorecen a la llegada de Biden a la Primera Magistratura del país norteño. No obstante, Trump ha manifestado, además del desconocimiento de los resultados, su impugnación de los mismos ante la Suprema Corte de EEUU.

De hecho, el equipo legal de Trump ya ha procedido a impugnar resultados en estados como Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Casualmente los que 11 días antes señaló Sanders en sus declaraciones, y dos de los cuales triunfó Biden.

Importante es de destacar que, en caso de que ninguno de los dos candidatos obtenga la mayoría de votos electorales para ser elegido o reelegido presidente, la decisión de elegir al Presidente pasa al Congreso, según la Enmienda 12 de la Constitución estadounidense, de la siguiente manera:

§ La Cámara de Representantes elige al Presidente de entre los tres candidatos más votados. Cada delegación estatal en la Cámara tiene un voto.

§ El Senado elige al Vicepresidente de entre los dos candidatos más votados.

§ Esta situación se ha presentado dos veces en la historia de EEUU:

§ En 1801, Thomas Jefferson y Aaron Burr recibieron el mismo número de votos electorales (aunque Burr competía como Vicepresidente, según el procedimiento vigente en la época). Después de 36 votaciones seguidas, el Congreso eligió a Jefferson.

§ En 1825, John Quincy Adams y Andrew Jackson no recibieron la mayoría absoluta de los votos electorales de la época. La Cámara eligió Presidente a John Quincy Adams, a pesar de que Jackson obtuvo más votos populares.

También como dato a considerar, y es que en 4 ocasiones el candidato con más votos populares, no ha resultado ser el presidente de EEUU. Esos casos son los siguientes:

§ En 1824. John Quincy Adams fue elegido Presidente, aunque el General Andrew Jackson obtuvo 38.000 votos populares más.

§ En 1876. Rutheford B. Hayes obtuvo el apoyo casi unánime de los estados pequeños y resultó elegido Presidente, a pesar de que J. Tilden consiguió 264.000 votos populares más que él.

§ En 1888. Benjamin Harrison fue elegido Presidente con menos votos populares que Grover Cleveland. Los votos de éste último provenían casi en exclusiva del sur, por lo que el sistema cumplió su misión de prevenir la victoria de un candidato apoyado sólo por una región del país.

§ En 2000. George W. Bush fue elegido Presidente con 271 votos electorales y gracias a la adjudicación de los votos del estado de Florida tras una impugnación y recuento. Aunque Al Gore obtuvo casi 450.000 votos populares más, sólo llegó a 266 votos electorales sin el apoyo de Florida.

Tampoco podemos desdeñar que el 26 de septiembre de 2020, el presidente Trump nominó como integrante a la Suprema Corte de EEUU a la jueza conservadora Amy Coney Barrett, en sustitución de la fallecida Ruth Bader Ginsburg. El senado, el pasado 27 de octubre confirmó la designación de Coney Barret como nueva integrante de la máxima instancia judicial en los Estados Unidos a una semana de estos decisivos comicios: ¿Casualidad? ¿O no sería para prepararse para un escenario como el que estamos observando?

Lo cierto del caso es que, el tema de las elecciones de EEUU pareciera que se puede convertir en una elección de tercer o cuarto grado, donde no decide el pueblo, sino los grupos económicos y de poder que hacen vida en el Congreso, o nueve personas que integran la máxima instancia judicial en ese país.

Pero aún más. Coincido plenamente con el análisis formulado por Diego Sequera, analista del portal web Misión Verdad, al señalar que este tema de las elecciones generales 2020 en Estados Unidos ha dejado de ser un tema electoral para pasar a ser un asunto de tecnología política. Incluso empleo un término y una categoría bien interesante y digna de estudio, porque ciertamente podemos considerar en estos momentos a los Estados Unidos de Norteamérica como un Estado Fallido de Primer Mundo.

Y este asunto, que plantearía la definición de esta contienda de acuerdo a la opinión de algunos analistas en unas dos semanas aproximadamente, dada la batalla judicial que se encuentra en un estado incipiente, asimismo, nos permite avizorar la disyuntiva de lo que puede ocurrir, si el mantenimiento de una sociedad idiotizada por los medios hegemónicos, o si por el contrario, un desenlace violento de impredecibles consecuencias para ese país.

Esto lo sostengo, en virtud de las primeras manifestaciones violentas que vienen siendo invisibilizadas por los medios hegemónicos, pero que ya han comenzado a ocurrir en estados y ciudades como Nueva York, Washington DC, Detroit, entre otras, entre un pueblo que no quiere más a Trump, y los denominados WASP (White Anglo Saxon Protestant, por sus siglas en inglés) partidarios de Trump, que pretenden mantenerlo en el poder a sangre y fuego.

Es decir, una verdadera crisis institucional y política de su modelo y su sistema que no aguanta más, está viviendo EEUU en estos momentos.

Indudablemente entiendo y respeto la postura del presidente Nicolás Maduro de no opinar sobre el tema de EEUU, pero este servidor, en su caso de ser cuadro militante revolucionario y analista de este tipo de acontecimientos e investigador si se permite hacerlo, basado en algunos datos que he podido obtener.

Indudablemente faltaría un trecho importante para señalar que llegué a EEUU un presidente que respete la soberanía de los pueblos del mundo. La situación de ese país va mucho más allá de sus liderazgos, también tiene que ver con su sistema político que tienen, y que tiene que ser readecuado a los nuevos tiempos que vive el mundo y superar el anquilosamiento en el que se encuentra en estos momentos.

Dios quiera que la solución no sea cruenta y sea lo menos traumática para el pueblo de EEUU. Los ojos del mundo están puestos en estos momentos sobre ese país.

Y en el caso de la República Bolivariana de Venezuela, esto podría darnos cierto respiro y margen de maniobra. Ojalá la sepamos aprovechar, y de esto podríamos referirnos en sucesivas entregas de esta columna.

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!

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