El presidente Abinader "no la puso en China", sino en Washington; no tan lejos, más cerca, pero "pior". Como otros "mandatarios" del "patio", aceptó imposiciones de la Casa Blanca en una actitud, que más propias de presidentes republicanos, les cuadran bien a gobernadores de colonias. Ya Pompeo y el Subsecretario Hemisférico de EE.UU le habían dado las instrucciones pertinentes cuando se entrevistaron con él y el canciller Roberto Álvarez en agosto pasado, a raíz de la ceremonia de traspaso de mando.
EE.UU exigió el veto a Huawei, al 5G chino y a todo lo relacionado con conectividad, tecnología digital de punta, comunicación y sistemas electrónicos. Revocación de acuerdos concertados con INDOTEL. Ingreso al grupo anti chino (que conforman 50 países subordinados a EE.UU). Bajo perfil comercial y nada de inversiones chinas en energías, puertos aeropuertos y "áreas de seguridad".
El énfasis mayor se puso en el 5G, en el que China le lleva ventajas al decadente Coloso del Norte, porque la superioridad en esa nueva tecnología implica monopolio para controlarla, poder de decisión para imponer las normas de propiedad intelectual, primacía en la cadena de suministros y en procesos de automatización y robotización de la industria, sistemas de comunicación y energéticos, y transporte.
Abundan mentiras. Se esgrime la seguridad de la región desde la nefasta consideración de "patio trasero de EE.UU". Se habla de una soberanía inexistente aquí y en países latino-caribeños re-colonizados e intervenidos por esa superpotencia. Se emplea un concepto de soberanía que le permite a EE.UU solo defender la propia, en tanto útil para abusar, sobreexplotar, saquear, invadir y dominar. Y, para colmo de tergiversación y desvergüenza, se afirma que se está ejerciendo una soberanía inexistente aceptando órdenes del imperio; mientras lo que realmente se defiende es la supremacía y recolonización neoliberal gringa, amenazadas por la creciente rebeldía de los pueblos y la multipolaridad mundial.
Ahora vino el Subsecretario de Estado de Crecimiento, Energía y Medio Ambiente, Keith Krach, que junto a la Embajadora Berstein, forzaron al gobierno a aterrizar la imposición y ratificar lo convenido con sus jefes, como prólogo de lo que significarán las APP y las ventas de activos estatales.
Es vergonzoso que un país intervenido varias veces por el Pentágono, saqueado por corporaciones norteamericanas, sometido por ellas y gobiernos lacayos a una peligrosa degradación ambiental, empobrecido y plagado de penurias a consecuencia de neoliberalismo "made in USA", sea humillado de esa manera con el beneplácito del nuevo gobierno perremeista-abinaderista, que al parecer no tiene límites en extremar la abyección.