La guerra con Colombia, el teatro del final

Viernes, 05/03/2021 10:57 AM

Si observamos la historia de la humanidad, percibiremos con horror el camino del humano hacia su propia destrucción. La humanidad tiene ahora más poder para causar devastación, hoy el hombre tiene la capacidad militar de eliminar varias veces la vida planetaria en sólo unos pocos minutos, de lesionar gravemente a la naturaleza. En la segunda guerra mundial murieron entre 70 a 80 millones de humanos, en la primera cerca de 60 millones, en la próxima se acabará la especie. El derretimiento de los polos es una señal conmovedora.

El aumento de la fragmentación de la sociedad es el signo de estos tiempos. El hombre es un animal social, que sólo en sociedad puede alcanzar su sanidad espiritual. Ahora es obligado a ser un solitario en medio de la multitud, a vivir aislado de sus semejantes y de la naturaleza, prisionero de sí mismo, extrañado de su yo suplantado por las manipulaciones mentales de los creadores de realidades ficticias.

¿Cómo, por qué la especie humana se ha convertido en su propio verdugo? El hombre tiene la facultad de pensar, de sentir, y esa es su gran fuerza y también su gran debilidad. Tan poderosa es la mente humana capaz de crear obras artísticas, teatro, pinturas, literaturas, y también es capaz de crear obras que superan el ámbito artístico y se constituyen en realidades sustitutas. De esta manera el humano vive sumergido en la ficción que él mismo crea, en la macabra obra de teatro en que transformó la vida.

Los instrumentos para crear estas realidades sustitutas, el teatro de la vida, esta literatura transfigurada en sociedad, son variados y cada vez más eficaces; el teatro y la literatura se escaparon de su territorio artístico y tomaron cuenta de la vida, o podríamos decir, la vida se convirtió en teatro, en literatura, en ficción.

El guión de este fatal teatro de la vida siempre termina en destrucción, siempre existe un enemigo que es culpable, un villano que debe ser perseguido y destruido, un bosque que extinguir, un mar a contaminar, una guerra que librar, un héroe que salvará a la sociedad de un peligro inminente. Los héroes de hoy serán las víctimas de mañana; la destrucción, la violencia es la norma. De esta manera, la humanidad comete la locura de crear armas cada vez más poderosas, más veloces, más eficaces. La destrucción del prójimo está justificada, la destrucción de la naturaleza es negocio ético.

Sólo así entenderemos que los gobernantes de hoy sean claros personajes de esa obra de teatro que es la humanidad. Por ejemplo, trump es más un bufón de segunda que un estadista. Los gringos son los villanos mundiales, junto a rusos y chinos. Sólo así se explican los bombardeos constantes, los asesinatos de gobernantes, las guerras entre hermanos.

Un ejemplo claro de estos guiones manipuladores, de estas obras de teatro vivientes, es la guerra entre Colombia y Venezuela, una guerra no declarada pero que avanza desde su fase retórica hacia su desenlace militar. Si dejamos de lado el libreto montado por gobernantes, que más son personajes histriónicos, encontraremos en la realidad real, miles de razones para la paz, y nada que justifique la guerra. Sin embargo, la obra de teatro sangrienta sigue su curso, las declaraciones suben de tono, los preparativos bélicos ocupan los días, los verdugos copan el escenario. No es posible sentar en una mesa a los sensatos de allá con los sensatos de acá, tienen miedo, los aplasta el guión de la falsa realidad.

Después del holocausto, donde lo único verdaderamente real será la sangre de hermanos y la devastación, sobre los cadáveres y las ruinas, vendrá un poco de reflexión, la obra de teatro será sustituida por otra que aparente sensatez, será un intermedio para preparar otros pasos hacia la extinción de esta especie que tuvo el don de pensar y no lo supo honrar…

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