Jeanine Áñez tras las rejas

Miércoles, 17/03/2021 02:59 PM

Por fin se hará justicia para el pueblo boliviano. Tarde pero seguro. Los principales responsables del sangriento golpe de Estado del año 2019, en contra del presidente en ejercicio Evo Morales, harán frente a los tribunales penales de justicia para responder por las consecuencias del daño causado. El mismo Evo lo resumió de manera clara y contundente: "justicia y verdad para las 36 víctimas fatales, los más de 800 heridos y más de 1.500 detenidos ilegalmente en el golpe de Estado. Que se investigue y sancione a los autores y cómplices de la dictadura que saqueó la economía y atentó contra la vida y la democracia en Bolivia". Es una oportunidad para esclarecer todos los hechos, principalmente las actuaciones represivas del gobierno de facto.

Las imágenes de funcionarios policiales arrestando y poniendo tras las rejas a la infame golpista Jeanine Áñez dieron la vuelta al mundo. Solamente en este proceso judicial la fiscalía boliviana la imputa formalmente por los delitos de "terrorismo, conspiración y sedición" junto a sus cómplices, los exministros Álvaro Coímbra y Rodrigo Guzmán. La lista es larga y aún faltan por detener otros responsables directos, tanto en la consumación del golpe de Estado como de la represión y persecución ejecutada posteriormente. La Fiscalía procesará al excomandante de las Fuerzas Armadas Williams Kaliman y a otros integrantes de la cúpula militar.

Los delitos identificados por la Fiscalía están más que claros. Jeanine Áñez y sus cómplices se confabularon para asaltar de manera írrita e inconstitucional la presidencia de la República. Todo "de una forma amañada" y "Los hechos de violencia y sedición tenían el propósito de consolidar la imposición ilegal e ilegítima de un nuevo gobierno contrario al orden constitucional". Arrasar con las fuerzas populares afines al presidente Evo Morales y al Movimiento Al Socialismo (MAS). Su objetivo era evitar que nunca más volvieran a gobernar en Bolivia. "Si no nos unimos vuelve Morales", fueron sus amenazantes palabras. Que malos demócratas resultaron ser estos aventajados pichones de neofascistas.

Luego del arresto de la golpista Jeanine Áñez, absolutamente nadie del pueblo salió a defenderla. Ocupará su sitial en la historia política latinoamericana como una fracasada golpista, fiel representante de la logia conservadora latinoamericana que no puede acceder al poder por la vía de los votos. Su caso recuerda a otros esperpentos construidos en los laboratorios de guerra del imperio norteamericano para imponer en los países "líderes" o marionetas que respondan a los exclusivos intereses del Pentágono.

El descalabro de la popularidad de Jeanine Áñez es abismal. En menos de dos años pasó de ser la petulante presidenta impuesta ilegalmente por la derecha para usurpar las funciones del presidente Evo Morales, a ser la figura más repudiada de Bolivia. Para más señas solo hay que ver que sus aspiraciones como candidata para las elecciones presidenciales del año 2020 rodaron al no pasar del cuarto puesto en todas las encuestas. Sin vergüenza alguna declaró que declinaba de todas sus aspiraciones para "cuidar la democracia". Farsante. Pero la estocada fatal a su supuesto liderazgo político llegó en marzo de este año, con los paupérrimos resultados que obtuvo en las elecciones para la gobernación del Beni, donde quedó relegada al tercer puesto, detrás de la ambulancia, con apenas el 13% de las preferencias electorales.

Mientras tanto sus antiguos aliados tragan grueso. Los principales actores internacionales prefirieron la mesura diplomática. A ninguno le gusta anotarse con fracasados. Almagro simulando indignación con su intrascendente frase de "compartimos preocupaciones", que pega con el descaro de querer "Reformar el Sistema de Justicia" boliviano, para así lograr la impunidad de los violadores de derechos humanos. Mayor descaro. Estados Unidos "sigue con preocupación" el arresto de sus agentes. La Comunidad Europea que la apoyó con su novedosa frase de la "solución institucional", ahora se pone el pañuelo en la nariz. Se ha quedado huérfana la fracasada golpista.

Pero no todo es desdicha para la confesa criminal Jeanine Áñez. En medio de tantas tragedias recibió el reluciente espaldarazo del protoprócer neofascista venezolano Juan Guaidó. Así es, su colega en esas lides de dar golpes de Estado e intentar tumbar presidentes, apareció en escena en modo indignado para bramar por las redes sociales que "Rechazamos el injusto encarcelamiento de la expresidenta de Bolivia @JeanineAnez y dos de los ministros de su Gobierno" y tratando de minimizar las actuaciones del sistema de justicia boliviano señaló que "Exigimos su liberación. En Venezuela sabemos que la venganza y el revanchismo en política comprometen las democracia y la institucionalidad". Parece un chiste, pero no lo es. Estas son las palabras del "presidente" del club de golpistas fracasados, que ahora vaga como un fantasma tras la sombra de su propia pena. Guaidó no tiene en lo absoluto vergüenza o moral alguna, siendo el máximo representante del odio, el sectarismo y la ignominia.

Por cierto que el sometimiento a juicio de la golpista Jeanine Áñez levantó nuevamente las esperanzas de que Guaidó y compañía sigan el mismo camino y deban, tarde o temprano, enfrentarse a la justicia. Su profuso expediente criminal así lo demuestra y no puede quedar impune: usurpación de funciones, participación en intentos de golpes de Estado, magnicidios, invasiones militares y el saqueo de activos de la República. Como diría Martí, "En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí". El caso de Áñez es la advertencia final para los despropósitos ("la salida" violenta) de la extrema derecha venezolana.

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