El Quinquenio 2020-2025 supondrá la irrupción en el escenario geopolítico de América Latina de una nueva ola negra involucionista que consistirá en la implementación de "golpes de mano blandos" con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes insensibles a los dictados de Washington por regímenes tutelados por EE.UU., quedando como utopía inalcanzable la Patria Grande de Manuel Ugarte.
Alianza del Pacífico, caballo de Troya de EE.UU.
Tras la fachada neoliberal de la Alianza del Pacífico se escondería un refinado proyecto de ingeniería geopolítica cuya finalidad última sería dinamitar el proyecto político-integracionista representado por la UNASUR e intensificar la política de aislamiento de los Gobiernos progresista-populista de la región,en especial de Venezuela tras quedar huérfana del alma mater de la Revolución Bolivariana (Chávez). Otro objetivo sería finiquitar el proyecto integrador económico del MERCOSUR, proceso de de integración económico creado en en 1991 tras la firma del Tratado de Asunción entre Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay al que posteriormente se habría incorporado Venezuela como Estado parte, quedando Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Surinam y Guyana como "Estados asociados".
Dicha estrategia fagocitadora tendría como objetivos a medio plazo aglutinar el Arco del Pacífico para integrar además a Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá e incorporar por último al Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) , siguiendo la teoría kentiana del "palo y la zanahoria " expuesta por Sherman Kent en su libro "Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana" (1949). En dicho libro, Kent afirma que " la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: [...] armas [...] políticas y económicas. La clase de guerra en que se emplean [...] (son la) guerra política y la guerra económica".
Bolivia y la Guerra del litio
Bolivia poseería el 70% de las reservas mundiales de litio, elemento esencial para la fabricación de celulares y del coche eléctrico pero la complejidad de su extracción y procesamiento ha impedido a Bolivia desarrollar una industria propia al carecer del capital necesario y la tecnología adecuada. Al asumir el poder en el 2006, Evo Morales procedió a nacionalizar las principales zonas extractivas bolivianas cuya concesión estaba en manos de empresas como Jindal Steel y South American Silver, con lo que se granjeó la enemistad de las cancillerías anglo-estadounidenses y pasó a engrosar las filas de los países refractarios a los dictados de Washington. Asimismo, el acuerdo con Rusia para la creación de un centro de tecnología nuclear en Bolivia y la entente con la empresa china Xinjiang TBEA Group Company para la construcción de una planta de carbonato de litio en el departamento de Potosí, habría encendido las alarmas en el Pentágono y provocado el golpe blando cívico militar contra Evo Morales que supuso su defenestración política y posterior exilio a Argentina.
El retorno al Poder de la izquierda tras la aplastante victoria de Luis Arce en las últimas elecciones y la excesiva polarización del estamento judicial estaría tras la reciente detención de la ex Presidente Jeanine Áñez acusada de "sedición y terrorismo", tras la que la Administración Biden recordó al Gobierno boliviano " la necesidad de mantener las garantías sobre los Derechos Humanos así como respetar los principios de la Carta Democrática Interamericana". Dicho recordatorio sería una advertencia clara al Gobierno boliviano de que "debería facilitar el desembarco de empresas anglo-estadounidenses y regresar Bolivia a la senda de países dóciles a EEUU", pues en caso contrario podríamos asistir a un nuevo golpe blando contra Luis Arce que contaría con las bendiciones de la Administración Biden.