Imposible hacer tortilla si esta no lleva como ingrediente principal las posturas de gallina, pero en la política siglo XXI el fascismo español a punto de vencer por el engaño de la ultra derecha violenta en las elecciones madrileñas del 4 de abril 2021, le faltan testículos y ovarios necesarios en el componente político independiente y soberano. La ultra derecha española afirma que Madrid no es Caracas, un esperpento politiquero de campaña electoral falsaria que desdibuja la política venezolana revolucionaria y socialista, distinta al despelote español.
Nada extraño en una nación desde hace décadas con bases estadounidenses en su territorio, guiándose por vidiotización televisiva o cinematográfica gringa, y por la democracia falaz heredera del franquismo fascista asesino de la derecha déspota, entregada a Washington bajo la monarquía que consume parte del presupuesto necesario para atender al pueblo, y que, sin embargo, vota por la derecha a ultranza afirmando que el PAPA Francisco es comunista… El desorden politiquero español no lo esconden sus excelentes programas televisivos, simple escudo de la democracia representativa del pan y circo, la del capitalismo salvaje.
La pandemia ha demostrado que el fracaso en la atención sanitaria a la población de menores recursos y esencialmente a los más vulnerables a fallecer por la Covid 19, somos los ancianos, y en esa coba de no parecerse a Caracas, la madrileña que puede ser electa se jacta de afirmar con desprecio discriminador que no son un país caribeño. Claro que no, acá tenemos a Cuba, Nicaragua y Venezuela, territorios libres de la dominación imperialista española y de los neocoquistadores estadounidenses.
El día que la tortilla politiquera española le ponga verdaderos huevos a la política con ingredientes envidiables, podría ser como la cubana, nicaragüense o venezolana, superando robo de recursos, bloqueos ilegales, piratería a los alimentos, medicinas y negocios bancarios internacionales. Pero la resiliencia, habilidad e inteligencia popular los vence día tras día, con sobradas razones apreciables. El lío lo llevan en el alma podrida por el salvajismo mercantilista de la democracia representativa, plenamente develada en sus miserias en este siglo XXI.
Véanlos en el ojo del huracán de las protestas, ante el mundo con torpezas represivas, encarcelando hombres y mujeres de todas las edades, expulsando de sus hogares adultos, niños y ancianos, apresando cantantes y cultores populares, amedrentando a la población, y dando cobijo a ladrones venezolanos de la oposición, que viven en el exterior en inexistentes cargos de un presunto interinato gubernamental. España no es Venezuela a Dios gracias, a los madrileños les convendría parecerse a Caracas socialista, y tomen en cuenta que nadie los ataca allá con medidas coercitivas, grandísimos hijos políticos de la madre patria.
Vengan a Venezuela europeos, latinoamericanos, estadounidenses o canadienses, los del gamelote por redes sociales y corporatocracia de prensa, sin aprender sus equívocos. Afirma La Voz de Alemania sobre el primer Beato católico venezolano, un médico que "trae esperanzas a hospitales colapsados por coronavirus", ignorando que Venezuela supera en atención eficiente al lado de pavorosas cifras alemanas y europeas, o las de Brasil, India y Estados Unidos. En definitiva, ¡que torta! la de esa tortilla eleccionaria madrileña del 4 de mayo.