Diario de una Cuarentena. Capítulo Doscientos Cinco: Como dueles Colombia

Jueves, 06/05/2021 09:54 AM

Hemos podido presenciar en esta última semana, como el pueblo hermano de Colombia se encuentra convulsionado y en plena revuelta popular. Y como auténticos y genuinos bolivarianos, nos preocupa realmente la situación que en estos momentos se vive en ese hermano y vecino país.

El argumento legitimador o detonante de la explosión social que en estos momentos sacude al país neogranadino tomando como epicentro de las manifestaciones y de la salvaje represión de los efectivos de la fuerza pública colombiana, y en especial la temida ESMAD (Escuadrón Móvil AntiDisturbios) fue una reforma tributaria impulsada por el presidente Duque, quien como buen capitalista, pretende solventar los problemas del modelo económico que promueve, metiendo sus manos en los bolsillos de los sectores más vulnerables económicamente, y protegiendo a los grandes capitales.

Recordemos que el concepto de Colombia (no Gran Colombia como nos mal enseña la historiografía publicada y oficial) es una idea originaria de nuestro Generalísimo y Precursor de nuestra Independencia, don Sebastián Francisco De Miranda, primer venezolano de proyección universal. Y la idea de Colombia fue posteriormente tomada por el Padre de la Patria Grande, Simón Bolívar.

Independientemente que posteriormente, los antiguos territorios que conformaban el antiguo Virreinato de la Nueva Granada se apropiaron del nombre y del concepto mirandino y bolivariano de Colombia, no sólo desde este espacio reiteramos nuestro amor sino nuestro respeto por Colombia.

Lo que ha venido ocurriendo no es más que la consecuencia de un Estado Fallido tomado por las mafias del narcotráfico y del paramilitarismo, que no da para más. Un modelo de exclusión y de desigualdad vigente prácticamente luego de la muerte de Bolívar durante casi 200 años, y que por lo menos en los últimos 70 años, casi 80 se ha venido desangrando a raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, ya no aguanta más parches ni pañitos de agua tibia.

No puede el amo del actual mandatario colombiano, me refiero al senador y ex presidente de ese país, Álvaro Uribe Vélez, continuar propugnando al aniquilamiento de las fuerzas progresistas y de izquierda en ese país. Pero es que el plan de Uribe, que es de manufactura gringa no sólo se basa en el dominio de Colombia por parte de la oligarquía de ese país, sino que EEUU necesita un enclave en el pleno corazón de Suramérica, para apuntalar sus políticas de injerencia y tutelaje, en especial sobre la República Bolivariana de Venezuela.

Tamaño drama social que vive Colombia, y que es invisibilizado por los medios hegemónicos, es lo que hace que el propio imperialismo estadounidense y la propia oligarquía colombiana se desespere, e incluso pretenda acelerar los planes de intervención sobre nuestro país, Venezuela, como parte de la huida hacia delante de sus propios problemas que son incapaces de resolver. De ahí la importancia de extremar nuestras alertas y atenciones ante cualquier Operación de Falsa Bandera que el Estado colombiano pueda desplegar para distraer la atención de la crisis que tienen en estos momentos.

Ni siquiera porque el propio presidente Duque ha retirado la propuesta de reforma tributaria ni aceptado la renuncia del ministro de hacienda de ese país, ha logrado parar la protesta social activada desde hace una semana en ese país. Algunos incluso, no sólo plantean la renuncia del Primer Mandatario neogranadino, sino la celebración de elecciones anticipadas en ese país.

De igual manera, y por primera vez en mucho tiempo, la izquierda lidera las preferencias electorales de ese país para los comicios presidenciales a celebrarse el próximo año en ese país, en la persona de Gustavo Petro. Dios quiera que las mafias que sustentan los groseros privilegios de la oligarquía colombiana no lo asesinen, como ya lo han intentado en anteriores oportunidades, no sólo con el propio Gustavo Petro, si no con otros dirigentes de la izquierda colombiana con reales posibilidades de llegar al poder, y que fueron quitados del camino producto del accionar de asesinos o sicarios contratados por los sectores pudientes de ese país.

Tal y como fue expresada en su debida oportunidad por el propio Comandante Hugo Chávez: "La paz de Colombia será la paz de Venezuela", y en esta máxima tenía y tiene toda la razón el Inolvidable Comandante, puesto que esa situación que padece Colombia con el asesinato casi a diario de su dirigencia social, y en especial aquellos que se desmovilizaron de las guerrillas para darle un verdadero chance a la paz en Colombia, indudablemente que golpea y afecta a nuestro país, no sólo por el propi tema de la emigración sino por la delincuencia transnacional que muchas veces se pasa del lado colombiano al venezolano, dado el estado de completo abandono que la fuerza pública neogranadina tiene de su lado fronterizo que comparte con nosotros en una extensión de 2.217 kilómetros cuadrados.

Y precisamente en medio de la convulsión social que en estos momentos vive ese hermano pueblo, no podemos bajar la guardia en lo que concierne a la República Bolivariana de Venezuela, ya que desde las Fuerzas Armadas de Colombia manejan el tema de la Doctrina Damasco, para así apuntalar una intervención a nuestro país, con el apoyo de toda una coalición internacional liderada por EEUU y utilizando de plataforma para tales ataques el propio territorio colombiano.

Quiero permitirme cerrar estas modestas pero sentidas reflexiones sobre el estallido social que en estos momentos se está dando en Colombia con un fragmento de esa hermosa canción de nuestro panita Alí Primera, la guerra del petróleo, en el fragmento que textualmente se lee:

"El Orinoco y el Magdalena se abrazarán

Entre canciones de Selva,

Y tus niños y mis niños

La cantarán a la paz".

Para que definitivamente la hermana Colombia pueda enrumbarse definitivamente al camino de la paz, pero siguiendo para ello la senda de la justicia social

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