Colombia cimbró

Jueves, 13/05/2021 01:33 AM

El Estado colombiano les ha transmitido a sus cuerpos de seguridad sobre todo a su mercenaria policía que juntos deben llegar a la contención de quienes protestan hoy. El convencimiento es tal que no logran ver como todo el país y el mundo se les ha venido encima.

Su abominable concepto de seguridad nacional los ha marcado como para nunca olvidar los peores actos de crimen cometidos por la Policía Nacional en contra de los habitantes de su mismo país.

Han convertido el día a día en sangre, gritos, torturados, desaparecidos, gente lanzada desde carros policiales casi muertos después de quebrarlos a golpes y torturas. Seres humanos heridos apenas respirando en estado de shock son lanzados a patadas desde toda clase de vehículos de la policía.

Todo esto es sin dudas la actuación paramilitar y de sicarios, sin dudas es el cártel quien actúa, al final juntos policías y esta clase de delincuentes se han entrenado juntos. Durante décadas han convivido y se han servido uno del otro.

Sin fluctuar su mandatario coloca el desarrollo de lo que pudo haber sido una situación la cual pudo solucionar por medio del diálogo la pasó violentamente a los objetivos de un Estado fallido, y lo peor es que todo va sucediendo en medio de un parlamento donde ni un candidato presidencial con rostro de gafo -bobo- es capaz de decir algo.

Todos prefieren mirar primero al Matarife antes de hablar. Como cuando los diputados al parlamento chileno observaban a Pinochet antes de tomar la palabra, allá, sentado en su sillón de cuero curtido depositado en el edificio del Congreso en Valparaíso.

Pero con miedo no podemos vivir por eso el colombiano tiene el derecho a rebelarse dura y contundentemente. Ochenta años marcados de violencia por la cual debe responder la actual oligarquía, más lo vivido a partir de 1800 les dan el derecho a cambiar su historia, esa responsabilidad es una obligación.

El colombiano sabe que la sangre depositada en las calles denuncia un reguero de delitos. Por eso no queda otra que levantarse duro y con fuerza o vendrán más asesinatos. Latinoamérica y el Caribe, repudiemos estos actos atroces, esta barbarie.

Es increíble como una sociedad pudo llegar a estos extremos. Seguro el silencio y la indiferencia los ubico en un silencio perenne. Tanta persecución, encarcelamiento y el control de los aparatos ideológicos del Estado fueron elaborados a toda prueba de cambio, pero todo ha de tener su momento.

Han convertido la entrada del Palacio de Nariño en el sitio del perro Cancerbero de tres cabezas, adentro está el negreo, van circulando en la Barca de Caronte, llevan la muerte, son los transportistas de víctimas, están depositando el desastre.

Y a pesar que la muerte, el homicidio, la tortura navegan en Colombia, llegó el momento del revelarse…

Hasta más pronto…

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