- El youtuber mejicano Alex Tienda ha adquirido notoriedad en las redes porque en ella prevalece, ya lo sabemos, la ignorancia, la novedad y la estupidez. El susodicho, con su típica pose modélica pro-gringa, ha estado visitando países socialistas para verlos desde su diminuta y cursi lupa occidental. Estuvo en Venezuela con el mismo cliché con el que visitó a Corea de Norte, para decir entre otras memeces, que en estos países lo que existe es un brutal culto a la personalidad (tanto de Kim Jong-un como de Chávez). El pre-pagado Alex Tienda, no ve el culto a la personalidad de los suyos, a los McDonalds, a la Pepsicola, a Hollywood y a sus muñecos como el Capitán America o el Hombre Araña; a las vacuidades de los casinos y burdeles en Las Vegas, a la adoración que crean los gringos en los niños a las armas, y en fin al becerro del oro del sangriento y degenerado capitalismo. Nada de eso le pasa por su tupida cabeza de aderezos y virguerías occidentales, para poder hacer comparaciones que realmente valgan la pena.
- Sólo daré una muestra de la miserable condición de este infatuado enano de peluca saturada de burdos y miméticos flecos. Diré de entrada algo que lo retrata de pie a los flecos de su peluca: en su visita al centro de Caracas aparece tomándose un sorbete, y lo llevaba por menos de la mitad cuando se acerca una señora con sus hijos pobres a platicarle. En un gesto de "generosidad", el canalla le da a una de las niñas el resto de lo que ha estado tomando, con el mayor irrespeto, falta de educación y salubridad, y tomando en cuenta además que estamos en medio de una terrible pandemia. Típico de toda simplicidad.
- Se desprende por todo lo que narra, que este cuate de Vicente Fox no tiene la menor idea de quién fue Simón Bolívar, de nuestra historia. Llega a los países con unos libreticos de Wikipedia bien mal elaborados, y a la vez con la audacia de pretender ponderar sobre lo bueno, sobre lo justo, lo feo y horrible que va viendo. En su tendenciosa manera de juzgar la política venezolana, al entrevistar a una señora ecuatoriana que vende suspiros por los lados de la Plaza Sucre, al oeste de Caracas, supura un odio viscoso y brutal contra el chavismo. Al expresar la señora un sentimiento religioso con citas bíblicas, de esperanza y comprensión por lo que estamos pasando, el cuate de Fox se lo atribuye al "envenenamiento cristiano que Chávez le metió al pueblo".
- Viendo este programa de fulano youtuber mejicano, por recomendación de una amiga, a la final concluí: "Bárbaro, tenía que provenir de un mejicano, qué ironía y qué elemental, tenía que ser así". Cuando Chávez llamó cachorro del imperio a Fox, uno de los que se molestó fue don AMLO porque con ese juicio se insultaba a México. Porque en definitiva eso es México: se cree la madre de lo latinoamericano (por estar al lado de los yanquis) y a la vez busca vengarse de lo que le hacen los gringos maltratando y vejando a los que se encuentran al sur de su territorio. Cuando yo criticaba a aquel guiñapo escritor de Carlos Fuentes (agente de la CIA), que escribió un adefesio ensalzando la figura de Slim cubano-venezolano, ladrón y agusanado de Gustavo Cisneros, cierta élite intelectual de la izquierda mejicana se indignó conmigo. Carlos Fuentes era adorado por el rey Juan Carlos y todos los franquistas, por vivir escribiendo sandeces sobre "la grandeza de la conquista y colonización de América", y el México pro-yanqui y oligárquico lo considera genial, como genial el hecho de que el abominable conquistador Hernán Cortés le haya pedido a la virgen de su tierra (Guadalupe) que se le apareciera en México y, ¡BINGO!, fue y se le apareció al indiecito Diego. Qué más quieren. Esa es la estirpe y el núcleo del sentimiento y el pensamiento de la clase mejicana que dirige y domina ese país.
- Igualmente debo decir, que lo que vale de México es su gente humilde, su pueblo. Yo amo esa cultura genuina de sus indios que por cierto en muchos lugares (escuelas, por ejemplo) no los dejan entrar con sus vestimentas. La televisión mejicana muestra el horror de lo que domina en ese país con sus telenovelas y con sus programas asquerosos en los que se muestra el mayor desprecio hacia Pancho Villa y Emiliano Zapata. Yo he visto a presentadores famosos, como Raúl Velasco, decir que Pancho Villa fue simplemente un vulgar bandido y asaltante de los montes.
- Cuando decidí visitar México previamente había leído y estudiado las obras que mejor lo definen, como las de Juan Rulfo y Martin Luis Guzmán (antes que la última camada de Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Fuentes). También leí con sumo cuidado e interés, los clásicos que mejor retratan a México desde el exterior, como "Bajo el volcán" de Malcoln Lowry, "La serpiente emplumada" de D. H. Lawrence, "Tirano Banderas" de Ramón del Valle Inclán, "Epitalamio del Prieto Trinidad" de Ramón Sender y "El poder y la gloria" de Graham Greene.
- EE UU lleva 120 años llevando a México a su total perdición… enajenándolo y convirtiéndolo en un monstruoso país que ha acabado en gran medida por despreciarse a sí mismo… y produciéndole especímenes como Salinas de Gortari, el Felipe Calderón o Vicente Fox, el Peña Nieto o el intelectual de la catadura servil y miserable de Enrique Krauze. Si existe un país cuyos gobernantes y políticos son lo que menos han aportado a la construcción de la Patria Grande latinoamericana, han sido los que han tenido México. Históricamente, el principio de la política mejicana ha sido conformarse con ser un alfil de los imperios gringos y europeos e ir tirando como pueda, acomodándose a lo que mejor le convenga a los intereses de su vil y ultrajante burguesía.
- Me tocó viajar en varias ocasiones a México entre 1976 y 1982. Conocí Ciudad de México, Tijuana, Mexicali, Guadalajara, Guanajuato, Mazatlán… recorriendo miles de kilómetros en carros y en trenes. Intimé durante seis años con amigos mejicanos que vivían en Los Ángeles y San Diego, mientras estuve haciendo un doctorado en matemáticas en la Universidad de California. Viví un tiempo en la ciudad gringa de Los Ángeles, digo, que en este mundo tiene más mejicanos después de Ciudad de México y en donde se ven carteles en los comercios que dicen: "se habla inglés".
- En 1976 en viaje de Caracas a Los Ángeles hice escala en Ciudad de México y observé cómo el trato de los funcionarios era infamante para con todos los viajeros latinoamericanos que bajamos del avión. Fueron indescriptibles las humillaciones y ofensas. Me admiraba de la catadura insolente de los agentes del aeropuerto en Ciudad de México para con sus colegas latinos, siendo que al mismo tiempo trataban con evidente sumisión y hasta con indignante bajeza a gringos y europeos. A los gringos y europeos, con vocecita suplicante les llamaban "-Patroncitos". "Sí, por aquí, patroncito", "como no, pase, patroncito", "-Ya lo atiendo patroncito"…
- Lo contradictorio del trato era en ocasiones de lo más cómico y detestable. Un funcionario de la aduana en el aeropuerto se molestó al ver que seguía en vuelo a Los Ángeles, y me preguntó por qué iba yo a ese país de los malditos gringos. Aquello se convirtió en un severo interrogatorio. Hube de responder que había sido admitido para hacer un postgrado, y trataron de hacerme ver que yo era un arrastrado por escoger ese país para estudiar. Como viesen que me volvía en extremo tolerante con sus acosos, se sublevaron aún más, y agregaron que tenían que someter a una severa revisión mi caso porque no reunía todas las condiciones de legalidad para seguir con mi viaje. Casi a poco de perder el vuelo, que tuvo un retraso de tres horas, me dejaron ir. A otros la humillación alcanza niveles psicópatas y delirantes.
- Latino que va a una prisión mejicana, puede decir que ni Cristo lo salva. En este sentido se puede decir que no existe un país más corrupto que México. Nadie que haya ido a México como turista se ha salvado de ser matraqueado o extorsionado.
- Encontrándome de paseo en Mazatlán (en 1981) con el escultor español Francisco Antolín, una tarde de verano, paseando por una avenida frente al mar, unos policías me ordenaron detener mi carro. Parecían tres fiscales de tránsito. El carro que yo conducía era rentado y eso ellos lo sabían, es decir turistas a la vista. Requirieron de nuestros documentos y encontraron que todo estaba en perfecto orden. Luego de revisarlos arguyeron que yo iba a exceso de velocidad, y tuve el atrevimiento de decirles que iba a mucho menos que todos los carros que estaban pasando a nuestro lado en ese momento. Luego trajeron una cámara, nos fotografiaron a mí y el vehículo, y exigieron el pago de doscientos dólares. Añadieron que debíamos ser reseñados en una estación de policía, y al final, después de tantas amenazas dijeron que nos dejaban libre si les dábamos ochenta dólares.
- A partir del robo en Mazatlán nos comenzamos a sentir inseguros y preocupados. El regreso lo hicimos en tren, de la vieja Línea del Pacífico, en época de verano como digo, con las ventanas de las cabinas herméticas, y con temperaturas a cuarenta y cinco grados centígrados. En el tren que nos llevaba a la frontera con Estados Unidos vimos como cientos de pasajeros iban dormidos sobre el acero trepidante, en un viaje que habría de durar más de ocho horas, en condiciones realmente salvajes.
- Ahora, dígame usted, a cuarenta años de aquellas terribles experiencias que viví, cómo se encontrará ese México, controlado hoy por el narcotráfico, invadido por cientos de miles de inmigrantes centroamericanos y en el hervidero de cientos de mafias dedicadas al tráfico de armas desde Estados Unidos. Un país prácticamente sin Estado y sin ley, y con un cuadro social tan tétricamente igual al de Colombia. Colombia tiene nueve bases militares gringas y con éstos produciendo cocaína con unas trescientas mil hectáreas de coca controladas desde Washington, pero México no necesita bases militares yanquis porque toda su estructura económica e industrial, toda existencia como sociedad es un mero filón del negocio de las mafias de las transnacionales. México ni Colombia existen como naciones, como Estados-Nación.