En México, política son acuerdos y nada más; el pueblo vota sólo para hablar de democracia

Jueves, 22/07/2021 05:40 AM

1. No sé si en todo el mundo, pero en México –muy por encima y distante del pueblo o los electores- toda la llamada "democracia" política se puede resumir en acuerdos entre grupos de empresarios, gobernantes, partidos y dirigentes políticos. No sólo entre esas minorías dominantes se llegan a acuerdos para determinar lo que hay que hacer en el país, sino que incluso en los procesos electorales con el reparto de dinero, regalos y privilegios, se encauzan y se reparten los votos de los electores hacia los intereses dominantes. Nunca el pueblo ha contado con conciencia política, conocimiento y reflexión, para determinar en favor de sus intereses colectivos. Por la pobreza, miseria y hambre, de más del 80 por ciento de sus habitantes, siempre ha predominado en los electores la compra-venta de votos en distintas formas, es decir los intereses individuales.

2. Los tontitos de los partidos: PRI, PAN, PRD, enojados por que el partido Morena siguió siendo mayoría, declararon que no negociarán nada en las cámaras para impedir que el partido del gobierno apruebe algo. Se olvidó que toda la política se define con acuerdos políticos entre diez jefes o entre dos poderosos; que los acuerdos varían porque pueden ser económicos, políticos o personales; tanto en el salón, en la mesa o en la cama. Si bien en los mítines y asambleas se requieren de buenos oradores, para llegar a acuerdos se necesitan buenos negociadores, los que sepan intercambiar beneficios. En México Porfirio Díaz en elecciones y con votos presidenciales fue electo siete veces y el PRI desde 1929 hasta el año 2000 seleccionó al futuro presidente y los electores votaron por él, demostrando con ello lo que puede hacerse con lo electoral.

3. Por ejemplo si Morena pide votos a los demás partidos para renunciar a los miembros del INE (electoral) por muy funesto, vendrá entonces una gran negociación llena de acuerdos: dos altos funcionarios para cada partido, enorme financiamiento, no encarcelar a expresidentes. Si acaso se quiere acabar con la profunda corrupción en la SCJN (Justicia) cada partido pediría cargos nacionales y cargos en los estados del país; además pediría la cabeza del fiscal Gerz, sobre todo del investigador Nieto Castillo de la UIF. Cada partido se apresuraría a pedir negociar, pero poniendo en primer lugar sus intereses particulares. Incluso, de establecer una mesa permanente, podrían firmarse acuerdos entre partidos sobre candidatos aceptables u otros peligrosos que deben aparecer como el caso de los excandidatos a gobernador guerrerense y michoacano.

4. La dictadura democrática de Díaz duró 35 años -1876-1911- (con congreso y elecciones cada cuatro años); la dictadura democrática del PRI -1929-2000- (con congreso y elecciones cada seis años desde 1934) tardó 70 años. En ninguna de las dos dictaduras participó el pueblo, aunque sí votó por donde le indicaron. El dictador Díaz declaró al periodista gringo Creelman al final de su último mandato: "El pueblo ya está preparado para votar y gobernarse, antes no". Hoy se repite hasta la saciedad que el pueblo es sabio "cuando vota por mí " y es tonto cuando lo hace por el otro. Nadie se atreve a reconocer que el pueblo no sabe nada de política ni le interesa; que a él sólo le convence trabajar, tener un poco de ingreso salarial, para dar de comer a la familia. En algunos países las elecciones son distintas, pero hay diferencias de apreciación, según la clase social y la ideología.

5. Todos la expresidentes mexicanos –siendo flamantes burócratas de gobierno- antes de ser candidatos, llegaron a muchos acuerdos con las fuerzas vivas, las que dominaban la política nacional y la economía. Ya candidatos fueron obligados a firmar acuerdos para no sobrepasar los límites. Al pueblo pobre siempre le hicieron creer que con su voto el gobierno se obligaba a servirlo. Nada más iluso vivir con esa creencia sin ver que tras bambalinas, tras grandes cortinas la burguesía cocina a su gusto los acuerdos que quiera. Por ello nunca he votado, jamás he creído en instituciones electorales ni en comicios que se organizan; pero tampoco he dejado de analizar lo político y participar en las luchas anticapitalistas porque son en primera instancia lo determinante en los cambios políticos buscando avanzar hacia la igualdad humana.

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