Apenas rozando el calor

Sábado, 07/08/2021 01:21 AM

Hoy, han transcurrido setenta y seis años de un lejano cercano apocalíptico lanzamiento de las bombas sobre la humanidad de Hiroshima y Nagasaki. Allí, poetas y pintores presagiaron dolencias que aún viven la tragedia de un padecimiento inacabable, inaguantable. Todas las lágrimas se esfumaron y las risas se congelaron. Desde aquellos lugares no se volvió a dibujar.

Dolorosos hechos marcados por una vida tan dura que afrontarla para esta tierra no es el lugar. Hay una humanidad convertida en un pegoste malévolo la cual necesita agua para desmelcocharse.

La maldad resumida en este último siglo arrastró el desamparo al dejarnos solos. Se resumió la herencia por la codicia en la voraz obtención de los recursos arrebatados al futuro de desalentados herederos.

Cada bomba, cada bala, cada encarcelado sea cual sea su delito es lo más parecido al apocalipsis bíblico. Cientos de siglos atrás millones de letras de algún desocupado presagiaron lo más parecido a la verdad expresada en estos salmos. Será que alguien quiso que esto fuera así.

El dolor pregunta cómo habremos llegado hasta aquí. Como dejamos de reír. Cómo pudo haber sucedido la tragedia de Hiroshima y Nagasaki. Con cada bombazo nuestra voz se seca aún más.

​Acaso vamos a seguir permitiendo que nuestros jóvenes pasen la cerca de una academia policial o militar y se transformen en contra de los "civiles". Cuál es la finalidad de tanta tragedia. Dónde están los miles de millones desbordados en ganancias. Hasta cuando tanta avaricia. Acaso son tantos los que desean el inagotable capital. Acaso no basta con todo lo apoderado. Hasta cuando tanta opulencia en las cuentas de pocos.

​Veremos carcajearse el último viejo olvidado cuando los avaros no puedan beber una gota más de agua y sus cuerpos lo transformen los vientos y el polvo de tantas bombas estalladas.

Bendita humanidad caminante huyendo del espanto de la guerra. Vencedores de la muerte frente a inútiles los cuales se creyeron héroes con zapatos y ropas de moda sin saber la enseñanza de los pasos en la vida.

El Rey petróleo caerá y su estruendo será tan trágico que ni sus espantos vendrán por ellos. Las torres y sus balancines serán su cárcel cuando nosotros apenas habremos rozado los gritos de su calor.

 

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