Sobre las palabras de Dorticós en la apertura del I Congreso de la Uneac (II)

Jueves, 19/08/2021 08:32 AM

¡Al pueblo hay que ir, y no digo descender, porque al pueblo se asciende y no se desciende!

Cincuenta y dos días después del discurso de Fidel en la reunión con los intelectuales de las letras y las artes, se inauguraba el congreso al que había hecho referencia al final de su intervención del día 30 de junio de 1961. Y su inauguración, el día 20 de agosto, estuvo a cargo del Presidente del Gobierno Revolucionario, Osvaldo Dortiscó Torrado. Fueron palabras enjundiosas, al estilo característico del mandatario cubano, que tuvieron como objetivo insistir en principios, delinear estrategias y apelar a la conciencia y a la actitud de todos los creadores con respecto a la Revolución.

En aquel acto inaugural trasladaba el saludo cordial del Gobierno Revolucionario al Congreso y recalcaba la significación para la cultura cubana y para la ubicación dentro del proceso de la Revolución de los hombres de las artes y letras. Destacaba el hecho de que tuviera como auspicios el recuerdo entrañable del poeta español Federico García Lorca.

Consideraba oportuna la convocatorio del Congreso, reconociendo además que si bien la Revolución ya había trascendido produciendo determinados cambios fundamentales en la estructura socio-económica del país, sin embargo, estos no habían tenido un eco tan directo e inmediato en las zonas del arte y de la literatura.

Como quiera que Dorticós abordara aspectos conceptuales sobre la sociedad y la cultura, la revolución y la cultura, los intelectuales y el pueblo, la creación artística y literaria como reflejo social y sus formas y contenidos, así como otros asuntos, citaremos algunas de sus ideas raigales que sirvieron de directriz en el marco del desarrollo del Congreso.

- Esta reunión es oportunidad magnífica para que los escritores y artistas de Cuba, frente al hecho revolucionario y a todo cuanto esto demanda de los hombres de artes y letras, adopten posiciones, definan actitudes futuras y perfilen el quehacer individual de cada uno y el quehacer colectivo de todos; es oportunidad para que escritores y artistas, frente a su pueblo, con su pueblo como juez supremo, digan su palabra definidora ante los deberes del tiempo histórico que les ha tocado vivir.

- De inmediato podemos contestarnos que la Revolución Cubana aún no ha podido generar una literatura y un arte que puedan denominarse hijos de esta Revolución… No lo es, porque aún la literatura y el arte, tal como afirmábamos hace unos instantes, no han recibido en toda su profundidad, en nuestro país, el impacto del proceso revolucionario de Cuba.

- Los artistas y escritores tienen hoy deberes como hombres del pueblo, pero tienen también deberes como hombres de su oficio.

- Una Revolución más tarde o más temprano, transforma plenamente la vida cultural de un país. La transformación con la misma profundidad revolucionaria que asiste a todos los cambios que una sociedad en revolución experimenta. Pero ¿quiere decir esto, acaso, que una revolución es estreno de una cultura?, ¿quiere decir esto, acaso, que una revolución es descubrimiento inaugural de una cultura? Seguro que no. Una revolución que esté empeñada en transformar la vida cultural de un país debe comenzar precisamente por recoger, purificándolo, evaluándolo con sentido histórico, todo el acervo cultural de la nación. Una revolución que se hace contra las peores tradiciones de un país, en el orden cultural, aunque esto parezca paradoja, debe comenzar por mantener y salvar la buena tradición cultural de ese país (Aplausos).

- Pero lo que creemos que debe ser convicción unánime, es la de que para fomentar una verdadera cultura revolucionaria y promover una rica vida literaria y artística en nuestro país, debemos comenzar por salvar, nuestra mejor tradición. Situando cada hombre en cada obra, en su minuto histórico, con culto sentido revolucionario, debemos afanarnos, especialmente ustedes, por salvar para esta generación, y para las generaciones futuras, los logros fecundos de mentes señeras que no tuvieron la dicha de convivir con nosotros en esta época luminosa de nuestra historia, pero que, sin embargo, cumplieron en el momento en que les tocó vivir, su deber de hombres, de cubanos y de intelectuales. Y es que, además, nuestra misma Revolución, en toda su dimensión, es en definitiva consecuencia histórica de nuestros tiempos pasados.

- Nuestra cultura habrá de encontrar sus propios caminos, pero en contacto con todas las manifestaciones de la cultura universal y, además, con el aprovechamiento de esa tradición cultural, de esas obras, de aquellos logros, de aquellas realizaciones, para así poder reconstruir con sentido de vigencia nuestro pasado cultural.

- ¡Al pueblo hay que ir, y no digo descender, porque al pueblo se asciende y no se desciende! (Ovación). Al pueblo hay que ir, ¡pero honrándolo!, y se le honra desde vuestro quehacer profesional cuando a él se acude con las armas de la mejor excelencia literaria o artística (Aplausos). Al pueblo hay que ir, para encontrar en él el contenido temático de las producciones futuras, la inspiración cotidiana o la inspiración suprema. Y al pueblo debe regresarse, después, con la producción literaria o artística, para devolverle el tesoro que a artistas y escritores el pueblo sabe regalar todos los días (Aplausos).

- Y aquellos que aún no hayan podido crear para el pueblo, sin embargo, no deben faltarnos en esta hora.

- Todos, por lo menos, deben recordar aquellas palabras transidas de angustia de Antonio Machado, cuando dijo: ‘’¡Qué más quisiera yo que escribir para el pueblo!’’ (Aplausos). Y recordar también que escribir para el pueblo no es descender en la escala jerárquica de lo artístico. Machado decía también que escribir para el pueblo era llamarse Cervantes en España, Shakespeare en Inglaterra, Tolstói en Rusia (Aplausos).

- En el futuro de una patria que ha entrado en Revolución, los escritores tienen el privilegio de escribir para el pueblo a plena conciencia; los escritores tienen, además, en ocasiones como la de Cuba, el privilegio excepcional de que muy pronto nadie del pueblo estará impedido de leerlos (Ovación). Y es que, en un futuro cercano, en nuestro país habrá de depararse esa gran oportunidad para todo escritor y artista cubano. ¡Sus obras de arte y sus libros estarán a disposición de la curiosidad genial, intuitiva a veces, culta más tarde, de todo un pueblo!

- Pero ¿es que acaso estas tareas vuestras tendrán que realizarlas sin la preocupación de la dirección revolucionaria de Cuba y del Gobierno Revolucionario de Cuba? Nosotros debemos comenzar por afirmar que ustedes tienen esos deberes para con la Revolución y para con el pueblo, pero que el Gobierno Revolucionario sabe también cuáles deberes tiene para con todos ustedes (Aplausos)… Tiene, antes que nada, el deber de formular una política cultural. Es esto algo a lo que no podemos renunciar, es un deber que tenemos que cumplir.

- Algo, sí, de extraordinaria importancia está haciendo, no ya el Gobierno Revolucionario, sino todo el pueblo; algo que no solo es contribución a la labor meramente educacional, sino que es la más sublime y admirable contribución a la cultura, y es la tarea gigante de la alfabetización (Aplausos). Pero mucho, repito, tendremos que hacer en el futuro.

- Después de esta reunión ¿qué os espera? Digámoslo en pocas palabras: ¡a las puertas de esta reunión os espera el pueblo! (Aplausos). Por ello, al pueblo deben ir con vuestras mejores armas literarias y artísticas. Pero para la tarea enorme que pesa sobre los hombros de ustedes, entendamos algo, y es que no basta por sí solo la calidad artística y literaria y el empeño de comunicarse con el pueblo. ¡Para entenderse hace falta comprenderse! (Aplausos); ¡comprender es algo más que entender! Un hombre entiende a otro cuando habla el mismo idioma, pero para entender a un pueblo, hay que comprender todo el proceso social y económico en que ese pueblo se debate y discurre (Aplausos). Por eso, permitidme la licencia, que no es irrespeto, de pedir a los escritores y artistas de Cuba que se afanen por elevar su nivel cultural y político. (Aplausos prolongados).

- Puede ostentarse una exquisita erudición literaria, y exhibirse también una alta calidad artística, pero eso solo no basta para realizar esa tarea de entrañable comunicación con el pueblo. Para servir al pueblo y a la Revolución, muchos hombres humildes, muchos hombres que no son intelectuales, que no son escritores, que no son artistas, que ni siquiera son bachilleres, están hoy afiebradamente haciendo esfuerzos extraordinarios para ganar una amplia y profunda comprensión del proceso revolucionario, una alta cultura política. Por eso debemos condenar algunas tendencias que a veces germinan en círculos literarios y artísticos, de desdén hacia la cultura política.

- Nuestros escritores y artistas, si quieren proclamarse cultos, no se resignen solamente a mostrar sus novelas, sus poemas, sus cuadros y sus esculturas (Aplausos). ¡Es necesario también que ganen en cultura política, que quiere decir, en comprensión de nuestro proceso socio-económico! El arte y la literatura no se logran y producen al margen de los tiempos y por sobre las sociedades. Son productos de la sociedad, y yo me pregunto cómo es posible gran calidad en lo literario y en lo artístico, calidad no solo formal, sino esencial, si escritores y artistas no entienden la sociedad en que viven (Aplausos).

Dorticós concluyó sus palabras con una exhortación a los escritores y artistas con el tratamiento de compañeros "¡Trabajemos, compañeros escritores y artistas, trabajemos, ustedes y nosotros, los hombres del Gobierno Revolucionario, juntos y dentro del pueblo, por la Revolución, por la patria y por la Cultura. Muchas gracias. (Ovación)"

El Episodio TRES ocurrirá con las palabras de Fidel en la clausura del Congreso el día 22 de agosto con una exhortación final semejante también dirigida a los compañeros escritores y artistas.

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