Fragmentos de la realidad

Los "choques y/o guerras entre civilizaciones" condimentados con narrativas religiosas

Miércoles, 01/09/2021 10:45 AM

La situación nacional e internacional se va configurando como más compleja, confusa, dialéctica/contradictoria resultando más difícil lograr captarla, aprehenderla, analizarla y comprenderla para prefigurar cómo y cuánto nos seguirá tocando/afectando a las mayorías sociales venezolanas, ya bastante golpeadas, estrujadas, exprimidas como frutos cítricos, amenazadas y sometidas a los más variados y prolongados experimentos de castigos, torturas y exterminios prolongados. Frente a la variedad de sufrimientos, limitaciones, carencias y dificultades extremas que nos han aplicado por decisión de los altos funcionarios de Estado y Gobierno de los EEUU con el apoyo de sus socios europeos coaligados en la OTAN durante estos últimos 6 años (2015-2021) podríamos afirmar que estos funcionarios decidieron inspirarse y copiar a las élites Nazis Alemanas (1933-1945) quienes planificaron, ejecutaron y/o promovieron las criminales acciones de exterminio humano basados en pre-juicios políticos, étnicos, religiosos, de géneros, pigmentos/melaninas de piel, sociales, linguisticos, culturales, territoriales contra numerosas poblaciones que habitaban dentro de Alemania y contra los habitantes de las naciones de Europa, extendiendo su expansión destructiva hasta la actual Ucrania y Rusia.

Todas estas conductas criminales de unas numerosas y variadas élites civiles y militares estaban orientadas a concretar su decisión de promover e iniciar una Segunda Guerra Imperialista Internacional sobre Europa que los convirtiera en la Primera Potencia Militar y Económica del Mundo desde mediados del siglo XX. Los venezolanos hemos padecido desde 2015 hasta hoy, la aplicación de estas morbosas prácticas criminales Nazis, orientadas a quebrar, debilitar, dominar, subsumir y humillar poblaciones, estados y gobiernos, con la finalidad de apropiarse de sus diversos, ricos y estratégicos recursos naturales, que también incluyen mercados cautivos de consumidores y suministro de mano de obra muy barata, maquilada y casi esclavizada.

Resulta que ahora si es verdad que "se nos subió la gata a la batea" cuando nos enteramos, por declaraciones oficiales del Embajador de los EEUU en Colombia y el presidente de esta nación Iván Duque, que durante estos días estarán llegando a este vecino país como inmigrantes protegidos alrededor de 4.000 personas que trabajaban como personal de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán, donde se desempeñaban en diversas labores militares y civiles propias de una violenta intervención militar extranjera sobre estos empobrecidos territorios poblados mayoritariamente por los miembros de las etnias Pashtunes, Tayicos, Uzbecos y Hazaras. Como puede deducirse, la incorporación de Colombia como socio y protegido de la OTAN desde hace varios años, no es un acto casual e improvisado. En gran parte, esta extraña incorporación a este organismo militar, dedicado fundamentalmente a las intervenciones militares, está orientado a convertir este y otros territorios de Suramérica, Centroamérica y el Caribe en alternativas territoriales para operar y preparar personal regular e irregular, quienes cumplirán misiones abiertas y/o encubiertas en diversos territorios del área regional y posiblemente mucho más allá.

El inmenso y estratégico territorio que ocupa Afganistán entre Euro-Asia, Medio Oriente y Asia Central, permitió utilizarlo desde finales del siglo XX hasta la actualidad, para desarrollar diversas actividades orientadas a mantener asedios y vigilancia activa sobre China, Irán, Rusia, India y Pakistán, así como intentar controlar las muy ricas en recursos energéticos y mineros Repúblicas Ex-Soviéticas de Azerbaiyán, Turkmenistán, Uzbekistán Tayikistán, Kirguikistán y Kasajistán.

Afganistán, es un país encapsulado y sin salidas al mar del Asia Central, multiétnico con una población mayoritariamente caracterizada por la pobreza y el asedio de las potencias económicas y militares. Lo integran las etnias Pashtunes (muy emparentados con los Pashtunes Pakistaníes) los Uzbecos, los Tayicos y los Hazaras (estos dos últimos grupos hablan una lengua Persa/Iraní). Desde comienzos del siglo XIX los Zares Rusos, los gobernantes Franceses y los Ingleses/Británicos se disputaban el control de este territorio que funcionaba como corredor o tapón para permitir o evitar el avance desde Europa hacia los ricos e inmensos territorios de la India, incluyendo para esos años el actual territorio de Pakistán que formaba parte de la India hasta 1947, cuando los Británicos antes de aceptar la conquistada Independencia de la India y retirarse, procedieron a dividirla en tres territorios como la India, Pakistán Occidental (actual) y Pakistán Oriental (hoy Bangladesh) Toda esa inmensa extensión territorial del Asia Central, constituía la colonia más rica y productiva que los Británicos tenían en el mundo, explotándola hasta situaciones extremas y manteniendo agresivas y severas prohibiciones de acceder al uso y consumo de sus productos naturales o procesados por parte de los habitantes originarios de esos territorios, nos referimos a quienes con propiedad y pertinencia se denominan INDIOS.

A finales de la década del 80 y comienzos del 90 del siglo XX, después de la derrota militar que los ejércitos soviéticos sufrieron en esos territorios ante las fuerzas de combatientes Mujaidines, Señores de la Guerra, Yihadistas y Talibanes, provenientes muchos de estos Yihadistas de distintas regiones del mundo donde se practica la religión islámica y particularmente en su versión o interpretación Sunii, quienes contaron con mucho apoyo económico, militar, técnico, inteligencia militar, equipamientos y entrenamiento de personal vinculado a la OTAN y diversos gobiernos de Asia Central y Medio Oriente.

Desde esos años, el territorio de Afganistán fue convertido por los EEUU, sus socios de la OTAN y los aliados regionales como Pakistán, Arabia Saudita y otros gobiernos islamistas del Medio Oriente, en un escenario para la Guerra Permanente. Además de ser un territorio estratégico para mantener asedios puntuales contra China, Rusia e Irán, además sostienen una vigilancia cercana sobre Pakistán y la India, sirviendo también para ejercer control estratégico sobre los ricos yacimientos de petróleo, gas, uranio, tierras raras y otros minerales ubicados en los espacios territoriales de las Ex–Repúblicas Soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, Kisguikistán y la extensa y muy rica Kasajistán.

Un aspecto de gran importancia que ha sido estudiado, señalado y denunciado en diversas publicaciones desde comienzos del siglo XXI es el importante papel que ha jugado este territorio como una especie de gran sembradío o invernadero internacional para reunir, reclutar, formar, adiestrar, entrenar a miles de jóvenes varones partidarios o creyentes de la religión islamista con su Sharia o ley islámica, preferentemente influidos por sus interpretaciones y versiones Sunii (Pakistán) y Wahabistas (Arabia Saudita) diferente a la que practican los islamistas chiitas que predominan en naciones como Irán e Irak. Se calcula que entre finales del siglo XX y comienzos del XXI, han pasado por los campamentos militares de los diversos grupos en pugna o aliados dentro de Afganistán más de 50.000 jóvenes varones, muchos de los cuales regresaron a sus lugares de origen como Irak, Siria, Yemén, Sudán, Argelia, Chad, Niger, Angola, Tailandia, Filipinas, Malasia, Nigeria, Marruecos, Etiopía, India, Egipto y otros territorios con el compromiso y la convicción fanatizada de impulsar las guerras santas islamistas o yihad. El objetivo verdadero, detrás de lo aparente, apunta a socavar gobiernos con Estados Nacionales Integrados y promover la creación de diversos Califatos con características monárquicas, que permitan formar pequeños gobiernos familiares hereditarios, como los que existen actualmente en ricos territorios del Medio Oriente. Un escenario estelar para acceder con facilidad y con muy bajos costos impositivos, de regalías y sin exigentes obligaciones de compartir grandes beneficios con pequeños y débiles gobiernos de grupos familiares recubiertos con las narrativas religiosas, en estos casos las relacionadas con la religión islámica.

Lo recomendable ante esta anunciada llegada a Colombia de alrededor de 4.000 funcionarios o colaboradores de un organismo militar como la OTAN en Afganistán, donde se desarrolló por 20 años continuos una violenta intervención militar con tropas regulares de los países que la integran, soldados–contratistas privados extranjeros (paramilitares) y fuerzas internas afganas bajo el comando y coordinación de las fuerzas militares y de inteligencia de la OTAN, decimos que lo pertinente es estudiar sin pre-juicios, tratando de ver más allá de lo aparente con sus múltiples y complejos componentes, esos procesos de preparación de escenarios de intervención como Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, Sudán, Yemén y por supuesto el caso del empobrecido y topográficamente accidentado territorio de Afganistán.

¿Porqué tanto dinero, equipos tecnológicos, personal profesional, inmensas cantidades de recursos económicos que se cuentan por BILLONES DE DOLARES, sacrificios de muchas vidas humanas, numerosos heridos, mutilados y enfermos mentales? ¿Una guerra tan lejana de los territorios de EEUU y Europa, acaso ese país significa un peligro para sus fronteras, sus culturas, sus inversiones, sus hábitos y costumbres? ¿Significaba Afganistán un peligro para las estabilidades monetarias de EEUU y Europa? ¿Constituyen los empobrecidos habitantes genuinos de Afganistán un gran peligro para el predominio y estabilidad de las creencias religiosas de las mayorías sociales y las élites de EEUU y Europa? Son muchas y diversas las preguntas y dudas que nos acechan ante esta absurda guerra de intervención y destrucción contra los habitantes de esa milenaria nación del Asia Central.

Así como se construyeron narrativas ideológicas de conflictos religiosos barnizadas/envueltas en formatos "académicos y científicos", también se han venido desarrollando e impulsando las narrativas de protección del medio ambiente, la inmigración forzada, los derechos de las minorías, la protección de la salud y los procesos de vacunación preventiva y por supuesto la defensa de los derechos humanos, como parte de los discursos que justificarían las agresiones, bloqueos, sanciones y ataques abiertos o encubiertos contra naciones convertidas en objetivos económicos, políticos y militares. Por supuesto que todos estos temas resultan vitales para proteger la vida humana y la sustentabilidad planetaria, lo que no es éticamente correcto es utilizarlos para destruir millones y millones de vidas humanas, interviniendo naciones y seguir deteriorando las condiciones de vida en la TIERRA.

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