En sendo Comunicado, numerado como el 21/248 y fechado 23-08-2021, la Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, hizo pública la decisión de ese organismo financiero internacional, dice el comunicado: «Hoy entra en vigor la mayor asignación de derechos especiales de giro (DEG) en la historia del FMI, equivalente a aproximadamente USD 650.000 millones. Esta asignación es una importante inyección de ánimo para el mundo, y si se utiliza con prudencia, una oportunidad única para combatir esta crisis sin precedentes. La asignación de DEG proporcionará liquidez adicional al sistema económico mundial ya que complementará las reservas en moneda extranjera de los países y reducirá su dependencia de la deuda interna o externa más onerosa…». Decisión que, sin dudas, marca un punto de inflexión en las políticas de «austericidio» que, por más de cuarenta años, caracterizaron las políticas económicas promovidas e impuestas por la fuerza de la necesidad por el FMI, a aquellos países endeudados y en crisis, sedientos de recursos para paliar sus malas situaciones económicas, viéndose obligados a solicitar préstamos a ese organismo financiero internacional, bajo la égida imperialista de los EEUU, su principal accionista. Si el Neoliberalismo, fue la inspiración ideológica de una política económica -impulsada y promovida por el FMI como paradigma- a imponer en todo el planeta; el Monetarismo, fue la receta clave para contener la inflación e imponer el «austericidio» como norma global. Recetas todas, cónsonas con la propuesta de libertad de mercado, formulada por Milton Friedman y que se convirtió en dogma de fe del FMI desde 1970. Las tesis de Friedman, fueron la base de las políticas del Fondo Monetario Internacional que, desde entonces, condicionó las fuentes de financiamiento a los estados al establecimiento de políticas económicas destinadas a reducir el tamaño del Estado o Estado Mínimo, a través de la contracción del gasto público, eliminación de subsidios, restricción de la masa monetaria o Monetarismo, concesiones de empresas públicas (privatizaciones), entre otras medidas que conllevaran a establecer al neoliberalismo como política del Estado en cuestión. Y, con el «austericidio» llegaría la resistencia de los pueblos contra tales políticas, y en esa batalla de imposición-resistencia, miles de pobladores del planeta perecieron víctimas de la represión. Tan solo, en la Venezuela de febrero 1989, se calcula en tres mil los muertos por la represión del gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien sacó al ejército de ese entonces para contener la rebelión popular que desató la imposición de dicho paquete de medidas neoliberales por parte del FMI y el gobierno adeco. Esa rebelión popular, la primera ocurrida en el planeta en rechazo a la imposición del modelo neoliberal, sería el prólogo de las rebeliones militares de 1992 y el ascenso en 1998 de la Revolución Bolivariana al gobierno; trayendo de vuelta a la escena pública, al Estado de Bienestar Bolivariano como se le llamó y aún se le llama.
Los Monetaristas, consideran que la mejor política económica posible consiste en disminuir los impuestos y la inversión pública al máximo, reducir el tamaño de las administraciones públicas al mínimo posible y mantener una estabilidad de precios bastante rígida conteniendo la emisión de masa monetaria. Las administraciones públicas como tales, deberían quedar reducidas al ejército, la policía, la administración de justicia, la política exterior y poco más, desmontando casi todo el Estado de Bienestar actual. Uno de los cometidos económicos del Estado neoliberal, debe ser: «mantener la estabilidad de precios mediante el control de la masa monetaria». Desde que la Administración de Ronald Reagan designara a Friedman como Presidente del Consejo de Política Económica de los Estados Unidos y le condecorara con la Medalla de la Libertad, la más alta condecoración civil que otorga el imperialismo, las tesis y propuestas económicas del fundador de la Escuela de Chicago se convirtieron en la doctrina dominante en el mundo Occidental y, por ende, en dogma de fe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Mientras esto ocurría en EEUU, en Inglaterra, el gobierno conservador de Margaret Thatcher, 1979 - 1987, se adhirió a las tesis de Friedman, reduciendo –drásticamente- la intervención del Estado en la economía, estableciendo un monetarismo estricto y confiando en los mecanismos del mercado como sistema de asignación eficiente de los recursos. En el sur de la América, ocurrían estas cosas un tanto diferentes; las dictaduras militares del Cono Sur, habían servido de escenario social para experimentar antes con dichas políticas, elaboradas –previamente- en el departamento de economía de la Escuela de Chicago. El número de víctimas por torturas alcanzó las 38.000 personas, de ellas más de 3.000 murieron o desaparecieron en Chile. Fue en medio de ese clima de terror o shock de la población, que en abril de 1975, Milton Friedman se reunió con Augusto Pinochet y planteó una política económica que incluía drásticas reducciones del gasto público, privatización de empresas estatales, reducción de aranceles, fomento de la inversión extranjera, y eliminación absoluta de obstáculos para la libre empresa. Así, la dictadura pinochetista daba parto al neoliberalismo. Un año después, 1976, otro golpe militar se ejecutaba en Argentina, a la cabeza de Jorge Rafael Videla, quien durante el período 1976-1983, incrementó los desaparecidos y los asesinados por la junta militar superaron con creces las 30 mil personas, fue en ese ambiente de shock de la población, que la dictadura implementó las políticas ultraliberales que predicaba Friedman, el eslogan empleado por la dictadura argentina era: «achicar el Estado es agrandar la nación». Pasado el tiempo, y vista la propagación de las ideas ultraliberales de Friedman, el testigo de la imposición del neoliberalismo como dogma de fe de la política económica fue traspasado de las juntas militares al Fondo Monetario Internacional -vía Consenso de Washington- que, como instrumento financiero global del imperialismo, se convirtió en el único mecanismo capaz de imponer esa política a todos los países -necesitados de ayuda financiera- para superar sus crisis y pagar sus deudas, «democráticamente».
A juicio de Friedman, fue la política monetaria deficiente del Banco Central de Estados Unidos —la Reserva Federal— lo que constituyó la causa principal de la Gran Depresión de la década de 1930, ya que erró al no neutralizar las fuerzas que ejercían presión a la baja sobre la oferta de dinero y al reducir la cantidad de dinero (A Monetary History of the United States, 1867–1960, Milton Friedman y Anna Schwartz, 1963). Para los monetaristas, la inflación es un proceso meramente monetario causado por un aumento de la cantidad de dinero en circulación. En la República Bolivariana de Venezuela, el monetarismo tiene importantes críticos y críticas que se han esforzado en desmontar sus supuestos dogmas de fe. Resaltan, las críticas formuladas por la investigadora Pascualina Curcio, quien señala: «No olvidemos que la corriente monetarista es el sustento teórico del neoliberalismo, y de paso, el velo del arma más criminal del imperialismo: el ataque a las monedas. El problema no es que ellos se contradigan en sus propios principios, tampoco que sean incapaces de demostrarlos teórica y empíricamente, lo verdaderamente preocupante son los efectos de las políticas económicas que se desprenden de su diagnóstico errado y que consisten principalmente en la disminución de la cantidad de dinero lo cual va de la mano con la congelación de los salarios, la reducción del gasto público y del tamaño del Estado…» (¿Por qué la mayor cantidad de dinero no es la causa de la hiperinflación en Venezuela?, Pascualina Curcio, Últimas Noticias, Septiembre 6, 2021).
La muerte del monetarismo -como dogma de fe económico- fue anunciada por James K. Galbraith, en época temprana: «Qué era el monetarismo? La famosa definición de Friedman fue la proposición de que "la inflación está en todos lados y siempre es un fenómeno monetario." Eso quería decir, que el dinero y los precios estaban vinculados. Pero más allá de eso, Friedman, creía que el dinero era una variable de la política monetaria – una cantidad que el banco central podría crear o destruir cuando quisiera. Si se crea demasiado, habrá inflación. Si se crea demasiado poco, la economía podrá colapsarse…» ("The collapse of monetarism and the irrelevance of the New monetary consensus", junio 2008). El propio, Milton Friedman, en 2003, le reconoció a Simon London del Financial Times, que el Monetarismo era irrelevante, dijo: "El uso de la cantidad de dinero como meta no ha sido un éxito. No estoy seguro que yo lo promovería tan fuertemente hoy como lo hice en el pasado." No obstante, el Monetarismo, se mantuvo como dogma de fe hasta la llegada de la pandemia por Sars-CoV2 o Covid-19, que ha resquebrajado todo el sistema económico dominante y ha terminado por darle la razón a la Dra. Pascualina Curcio, y sus acertadas críticas al Monetarismo como dogma de fe de los economistas neoliberales tanto de derecha como de izquierda.
La propia Organización Mundial de Comercio (OMC), así lo señalaba en sus informes de 2020: «El comercio ya experimentaba una desaceleración en 2019 antes del ataque del virus, lastrado por las tensiones comerciales y la ralentización del crecimiento económico… Es inevitable que la conmoción económica causada por la pandemia de COVID-19 invite a hacer comparaciones con la crisis financiera mundial de 2008-2009. Estas crisis son similares en ciertos aspectos, pero difieren mucho en otros. Al igual que en 2008-2009, los Gobiernos también han intervenido a través de la política monetaria y fiscal para contrarrestar la recesión y proporcionar a empresas y hogares ayuda temporal a los ingresos…» (Comunicado de Prensa, OMC, 08 de abril 2020). Es así, que el FMI ha revertido sus políticas de «austericidio» y ahora promueve entre sus países miembros: «incrementar el gasto público y apostar por medidas que permitan incrementar el potencial de crecimiento de la economía e impulsar la productividad, así como preparar al país de cara a retos futuros como los planteados por la demografía…» (El FMI aconseja a Alemania subir salarios y aumentar el gasto público - EUROPA PRESS – 2021). ¡Vueltas que da la vida! Asimismo, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde de 65 años, otrora ex presidenta del FMI y hoy presidenta del Banco Central Europeo, recordada por su funesta frase: «Los ancianos viven demasiado y tenemos que hacer algo ya porque son un peligro para la economía», mientras que -desde la dirección de dicho organismo financiero- proponía elevar la edad de jubilación a 67 años, ha hecho alarde en un tuiter de sus políticas expansivas desde que llegó la pandemia por Sars-CoV2, gracias a las cuales «la economía se recuperó un 2,2% en el segundo trimestre del año, que fue más de lo esperado (...) Está en camino de un fuerte crecimiento en el tercer trimestre.» El BCE, ha logrado con sus más de 3,5 billones de euros en estímulos, amortiguar el impacto del coronavirus en la economía y evitar que desembocara en una nueva crisis de deuda. Dichos estímulos o ayudas a sus países miembros; que en lo fiscal, no significan otra cosa sino la expansión monetaria del bloque europeo.
Tal como lo señaló la actual Directora Gerente del FMI, Kristalina Geogieva, con motivo de la asignación extraordinaria de DEG a los países miembros, y en estudio por la institución financiera de otras opciones de ayuda a los miembros más pobres y vulnerables para apuntalar sus esfuerzos de recuperación económica, como sería el caso de la creación de un nuevo Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad para facilitar un crecimiento más resiliente y sostenible a mediano plazo. Lo que, no deja lugar a dudas de que un cambio de paradigmas se ha producido a lo interno de esa institución financiera (FMI), que tantas víctimas mortales dejó a todo lo largo de estos últimos cuarenta años. Un síntoma de que todo cambia y nada ha permanecido igual. «Que nadie se baña dos veces en el mismo río», como afirmaba Eráclito de Efeso en el siglo IV antes de Cristo. Mientras tanto, ha venido ganando espacios y simpatías una novedosa Teoría Monetaria Moderna, así llamada, que plantea como premisas que: «el gobierno puede financiar las necesidades públicas sociales con déficits financiados con dinero, específicamente, cuando la economía está lejos del pleno empleo.» Más aún, en la crisis pandémica actual donde la oferta monetaria es –particularmente- importante para mantener el objetivo del pleno empleo como una condición primordial en la economía política del dinero. QEPD, decimos al Monetarismo o austericidio como le conocimos hasta el 2019, que lloren desconsoladamente sus viudos…
Caracas, 14-10-2021