1. Los mejores tiempos de las corrientes políticas de izquierda en México fueron sin duda la década de los sesenta y la primera mitad de los setenta. Aquí se enmarca la gran revolución cubana, las guerrillas en ocho países de América Latina, las huelgas ferrocarrileras y de médicos en México, la revolución juvenil en la música, el sexo, la droga y muchas huelgas obreras en los setenta. Los jóvenes izquierdistas vivimos en las grandes manifestaciones, marchas, confrontación con la policía, con enorme intensidad aquellos maravillosos cambios en México y en el mundo. Mis compañeros eran maoístas, trotskistas, espartacos, estudiantes radicalizados, algunos obreros y campesinos.
2. El peor golpe a esa izquierda radicalizada vino del PRI, del presidente López Portillo y Reyes Heroles en 1977 al lanzar una reforma política/electoral, que ofreció decenas de legisladores, registros y subsidios millonarios a partidos, cargos dentro del gobierno, uso de medios de información, pago de locales y viajes. La izquierda oportunista –que era la mayoría- se lanzó desesperada para conseguir espacios; más de 30 de mis amigos se hicieron flamantes legisladores. Denunciamos aquella maniobra de la clase gobernante, pero los radicalizados quedamos solos como loquitos. Desde 1976 publicábamos la revista "autogestión" y esa reforma para oportunistas aceleró mis pasos hacia el anarquismo.
3. La derecha y la ultraderecha se fortalecieron a partir de la gran negociación de 1988 entre el presidente Salinas, con los dirigentes del PAN: Álvarez, Castillo y Cevallos, buscando el reconocimiento el mismo Salinas. En este contexto se ha hablado del asesinato del excandidato presidencial el empresario Manuel Clouthier. El PAN –aunque fue fundado en 1939- tuvo que esperar 49 años con 300 militantes en todo el país porque además declaraba que era un partido de ciudadanos, nunca de masas. Fue Salinas quien le dio vida al PAN y buscó desaparecer al mismo PRI encuadrándolo al mismo PAN. Las renuncias de Cárdenas y Muñoz Ledo al PRI en 1986/87 fue por haber dejado el PRI el Centro y declararse de derecha.
4. La derecha en México es fuerte porque el pueblo de México es de derecha: religioso, con 99 por ciento de radio, TV y prensa de derecha, con padres de familia y una educación pública igual, de derecha. Hay muchísimos argumentos para demostrar que al pueblo no le interesa la política y menos los partidos; trabaja para su familia y goza con el futbol. Vota por obligación y compromisos anteriores; los arreglos y acuerdos entre políticos y empresarios, el abundante dinero y la compra de votos, determinan los procesos electorales. Así ha sido desde la llamada Independencia de 1821, pasando por la Reforma, el Porfiriato, la Revolución Mexicana, el Cardenismo. ¿En qué país, en qué parte del mundo, el pueblo está consciente de su realidad?
5. El presidente López Obrador ha dicho mil veces que no es de izquierda; su justa ubicación es de centro, como lo fue el PRI desde que nació en 1929 hasta 1988, cuando Salinas negoció todo con los líderes del PAN. Sólo los presidentes Cárdenas y Echeverría tuvieron, sobre todo el primero, algunas inclinaciones con la izquierda. Pero fue el presidente López Mateos quien desde el centro del PRI jugó con los dos bandos: dijo textual: "soy de izquierda dentro de la Constitución"; pero al iniciar su gobierno reprimió y encarceló a más de mil obreros ferrocarrileros encabezados por Vallejo. López Mateos –desde el Centro- era muy hábil para engañar a líderes oportunistas de derecha y de izquierda.
6. Por ello, los que tenemos 60 años viviendo y estudiando la política no nos sorprende que López Obrador coloque a PRI, PAN y demás funcionarios corruptos, ladrones y tramposos en su gabinete. Al ser AMLO un presidente de Centro –aunque se pase haciendo demagogia contra la derecha o el PRIAN- todo mundo sabe que en política todo es más de lo mismo. Entre un año, cuando los candidatos estén en plena campaña nos daremos cuenta que todo es igual y en 2023 nadie podrá parar las denuncias contra el lópezobradorismo. Así son todos los sexenios: dos primeros años de promesas y esperanzas para luego llegar a todas las justificaciones para demostrar que no se pudo y a quien echarle la culpa.