He pactado con la vida que, en mi rudimentaria y desordenada lucha desde la Diáspora por la liberación de mi patria Palestina contra el anacronismo colonial israelí, ella sea intrínsecamente mi sendero y encuentro con la humanidad misma, con todo lo noble, sano, justo, honesto y generoso. No hablo de lo hermoso, porque todo esto es doloroso y lo protejo estoicamente con el barro y la miel de la dignidad.
Cuando mueras, no celebraré tu muerte. Digo esto porque se tiende a celebrar la muerte de los traidores. Tal vez yo muera antes que tú. Y no celebraré tu muerte justamente para no degradarme en la miseria humana que provoca el sufrimiento, que la injusticia no me deshumanice. Me refugio en la condición humana, ese es mi templo. Cuando una criatura humana justa o injusta muere, es el mismo yo humano. Cuando Rulilahla Mandela murió, es mi mismo yo humano y me regocijo de su fecunda humanidad, cuando el genio genocida de Ariel Sharón murió, es el mismo yo humano que me espanta de vergüenza y horror. La muerte de los tiranos, de los sanguinarios, genocidas y traidores no es una victoria de los pueblos en lucha. No celebraré la muerte de Henry Kissinger, George Bush, José María Aznar, Tony Blair, Bin Salman, Madeline Albright, Tzipi Livni, Mohamed Bin Zayed Al Nahyan, Hamad Bin Isa Al Jalifa, entre muchos otros y otras.
Por respeto y amor a la humanidad y a la vida no celebraré tu muerte, pero sí y desde la franca indignación, aclararé que ha muerto un traidor de mi pueblo. El más grande traidor del mundo árabe es un palestino.
Siento el poema de nuestro galileo, Mahmud Darwish que reza, escribe que soy árabe. Se escribirá que Mahmud Abbas fue un traidor árabe. Tu criminal traición a la humanidad, contribuir no solo con el colonialismo sino al proyecto sionista de poner fin, hacer desaparecer, exterminar a nuestro pueblo, poniendo además en peligro la existencia y continuidad de los pueblos y culturas árabes, persa y kurda. La Gran Israel.
La liberación de Palestina contra el yugo y anacronismo colonial, esa causa desesperadamente justa y tormentosamente humana, es el desenlace y contribución para la historia contemporánea y universal de avanzar contra la inhumana barbarie colonial, la atrofia imperial y contra el más eficaz movimiento fascista de nuestro tiempo, el sionismo.
Dialécticamente, el enemigo también nos suministra fuerza, mantiene el fuego de la dignidad, pero la traición de un propio hermano te quiebra emocional y moralmente. Estoy preparada ya que todas las luchas contra el colonialismo son duras, largas, amargas, crueles, sucias, corruptas, traidoras y malditas. Tú y los intocables tiranos, traidores árabes, esas vacas sagradas del imperio occidental, por muy devastador y temible no me detendrán, sé que causo risa al decir no me detendrán.
En un encuentro de múltiples colectivos populares en la barriada del Guarataro, en Caracas, Venezuela, desde esas ágoras, tal cual Atenas, un hombre decía que la liberación de Palestina era la liberación del mundo, que eso debía provocar un nuevo rumbo histórico, que el mundo cambiaría para bien. Cuando un hombre a cientos de miles de kilómetros de Palestina es capaz de sentir esto y que un nativo no sea capaz de concebir lo mismo, nos hace saber quién se encuentra en las entrañas de la humanidad y quién no.
A manera de público relato con mi pueblo Palestino y sus dolientes
Cuando niña jugaba a la guerra, a la liberación de Palestina. Una vez tomé un cuadro de Yamal Abdel Nasser y mi papá me regañó, diciéndome que nadie le tocara su cuadro.
Desde la Diáspora en Venezuela era tradición si alguien venía de Palestina traía tierra de allá y colocaban un puñado en un frasco de vidrio. Las familias palestinas ponian el frasco en la biblioteca, algunos en el cuarto otros en la sala, como un pedestal. Nosotros lo teníamos en una ventana. A veces yo me llevaba el frasco de tierra a la escuela y le explicaba a los niños que era tierra de Palestina y que los judíos habían robado nuestra tierra patria. Habían pasado varios días y el frasco no estaba en la ventana, mi papá sabía que yo lo tenía y me dijo que se lo diera, se lo entregué pero vacio, sin la tierra. Preocupado me preguntó dónde está la tierra, le dije llorando que me la había tragado, él impresionado hizo un gemido femenino y me preguntó porqué había hecho eso y lo mire a los ojos y le dije, yo soy Fidahiyah (combatiente) y me lo comí a besos.
Me encontraba sentada en las piernas de mi padre viendo la televisión, era la Inauguración de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Cuando anunciaron al régimen colonial de Israel, el recibimiento fue apoteósico, yo dolida y mi padre, un campesino palestino, sobreviviente de Al Nakba, herido decía, son unos ignorantes criminales. Pero cuando iban por la P, yo le decía emocionada, ¡ya viene, ya viene Palestina!. Anunciaban a Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, Puerto Rico, y no anunciaron a Palestina. Me volteé, de rodillas al suelo me puse a llorar entre sus piernas, él me acariciaba dolido y continuaba viendo esa fascinante inauguración olímpica, que casi todo el planeta veía.
Me recreaba y disfrutaba los libros y catálogos de atlas pero era triste, un ultraje, humillante y desgarrador ver cómo habían hecho desaparecer, borrar a Palestina del mapa mundi (Pero hoy es tenebroso ver cómo la Autoridad Palestina es la que está haciendo desaparecer el mapa de Palestina dentro del mismo pueblo palestino, mediante la trampa de dos Estados). Una vez en la biblioteca de mi colegio de la primaria, tomé un hermoso libraco de atlas y escribí Palestina sobre Israel. Acusaron a un niño libanés y él dijo que no lo había hecho, cuando le mostraron el libraco, el niño dijo que eso era correcto, que el verdadero nombre es Palestina. Le dijeron entonces sí fuiste tú. Hoy pienso en ese niño y a él le importaba un bledo la acusación, estaba sumergido en explicar que el nombre correcto es Palestina. Llamaron a sus padres, le mostraron el libraco y ellos al verlo dijeron, eso es correcto, es Palestina no Israel, gratamente dijeron sí fue nuestro hijo y se fueron felices. Yo sentí un mágico y travieso amor árabe.
Saquemos a los mercaderes del templo
No hay pueblos sin héroes y sin traidores. La peor crisis no es la política ni la económica, es la crisis moral y de identidad. La lucha más dura es la interna, debemos abolir la Autoridad Palestina (sin que provoque una guerra civil que sería lo ideal para el colonialismo israelí). Hay que rescatar, resucitar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El proyecto sionista es hacer desaparecer al pueblo palestino y al resto de los pueblos arabo-persa y kurdo. Los judíos de buena fe nunca negociaron con los Nazis. Hay judíos que negociaron con los Nazis y fue para sus propios intereses económicos. Es un pobre pensante el palestino que hoy crea en dos Estados. A partir de los Acuerdos de Oslo, nos hemos dejado alienar, no nos dejemos acomplejar. La falsa e indigna propuesta de dos Estados es un sedante para el exterminio invisible del pueblo palestino. Yo retorno a mi infancia a recoger el sentimiento más puro, resucitar la causa de Liberación de la Palestina Histórica. No perdamos nuestra razón de ser y rescatemos nuestra propia identidad.
Tenemos una cita con la historia y una deuda con la humanidad, execrar el anacronismo colonial y derrocar al más poderoso fascismo de nuestro tiempo, el sionismo.
Al mundo le pido no confundir la digna Causa Palestina con el Palestino, tenemos a nuestro dulce Jesús pero también al traidor de Judas.
La Virgen María fue palestina y María Magdalena también, a las dos las amo. Si esto es historia o mito es historia o mito de Palestina. Palestina un pueblo que rehúsa desaparecer.