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Miércoles, 13/10/2021 02:26 AM

Este 12 de octubre se cumplen 529 años cuando Cristóbal Colón, navegante genovés, llega a la isla de Guanahaní, hoy perteneciente a Las Bahamas, habitada en aquel entonces por los indios Taínos, una cultura ahora casi desconocida que poblaron Cuba, Puerto Rico y Jamaica, esta etnia fue casi diezmada y desaparecida años después, aun cuando recientes estudios de ADN en restos encontrados, los emparenta con los actuales puertorriqueños.

El 1° de agosto de 1498 en su tercer viaje, Colón pisa las tierras de lo que hoy es Venezuela y desde el 4 al 12 de agosto exploró el golfo de Paria, el cual separa Trinidad de Venezuela. En su reconocimiento de la zona llegó hasta la desembocadura del río Orinoco, navegó por las islas de Chacachacare y Margarita, todo este inmenso territorio fue reclamado para "Gloria del Reino de España", desde entonces, comenzaron nuestras desgracias, los españoles entraron a sangre y fuego en este inmenso y virgen territorio, con un solo objetivo, las riquezas, ergo, el oro.

En su célebre libro "Las Venas Abiertas de América Latina" escrito en 1971, Eduardo Galeano, escritor uruguayo hoy desaparecido, hace un dramático recorrido por toda la extensa geografía de nuestra América y, en un descarnado análisis, sostiene la tesis de que con la llegada de los españoles, empezó un genocidio sobre los pueblos originarios, hasta su total extinción. Más de 50 millones de indígenas fueron sacrificados para provecho del imperio español; culturas soberbias como la de los Aztecas, fueron aniquiladas por estas hordas europeas, formadas por lo más bajo de los desechos sociales, que se enrolaban en los barcos que salían a América, en busca del metal amarillo.

Según Galeano, "las riquezas mineras de las tierras latinoamericanas fueron aprovechadas y explotadas" lo que contribuyó al auge de los reinos de España y Portugal, incrementando nuevos centros urbanos de poder, en detrimento de nuestras culturas originarias, esto a su vez, originó la aparición de "desterrados en su propia tierra, condenados al éxodo eterno, los indígenas de América Latina fueron empujados hacia las zonas más pobres, las montañas áridas o el fondo de los desiertos, a medida que se extendía la frontera de la civilización dominante. […] donde el alimento de las minorías se convierte en el hambre de las mayorías". Así fueron apareciendo estructuras sociales de denominación, la esclavitud fue una de ellas y nuestros indígenas, débiles para el trabajo extremo, fueron acompañados de un tráfico de africanos, quienes fueron incorporados a esas masas irredentas dominadas y expoliadas.

Así, Galeano aduce que "La rapacidad de la naciente burguesía provocó el agotamiento de los recursos mineros de toda Latinoamérica, haciendo caer las principales ciudades mineras (Potosí, Zacatecas, Guanajuato y Ouro Preto) y reestructurando las necesidades de la economía europea al mutar su modelo económico en primario exportador, con el objetivo de recaudar nuevos ingresos. De este modo, los productos alimenticios como el azúcar, el algodón, el café y el cacao dejaron de ser fuentes primarias y se convirtieron productos económicos de suma importancia". Esto fortaleció una incipiente burguesía apuntalada por los últimos en la escala social, los negros y los indios. Por eso, con criterio nacionalista y de reivindicación el otrora Día de la Raza, por mandato supremo de nuestro comandante Hugo Chávez fue vindicado a El Día de la Resistencia Indígena, como lo conocemos hoy en día.

Así que hoy no es un día de júbilo sino de recordatorio de los miles y miles de indígenas que cayeron víctimas de la apetencia de riquezas de los antiguos conquistadores.

 

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