Ser de izquierda, derecha o centro, no es una vacilada política sin importancia: es el rumbo

Miércoles, 13/10/2021 08:01 AM

1. Ser de derecha, de centro o ser de izquierda no es una vacilada política o ideológica. Los gobiernos, partidos, políticos, siempre esconden sus ideas porque no las tienen o les da miedo expresarlas; pero no hay personas sin ideas. Siempre, en cada país, las ideas dominantes son las ideas impuestas por siglos por la clase dominante. En México todos los gobiernos, empresarios, la iglesia y la escuela, han sido de derecha, ¿cómo será el pensamiento de la mayoría de los mexicanos? La derecha defiende la gran propiedad privada, ejerce apoyo mutuo con los grandes empresarios, apoya los grandes negocios de las empresas de México y el extranjero, odia las luchas sociales de los pueblos, su religión es el negocio.

2. Ser de izquierda es lo contrario de la derecha: es reconocer la existencia de las clases sociales, es decir, aceptar que en la sociedad capitalista no existe entre los seres humanos igualdad económica, política, social. Que esa injusta desigualdad tiene una historia milenaria que viene –no de Dios, del cielo, del destino o de la mala suerte- sino del esclavismo y sociedades anteriores en las que las poblaciones mayoritarias fueron profundamente explotadas y despojadas del producto de su trabajo por una minoría de seres que controlaba con la fuerza a las masas por medio de las armas, las cárceles, las leyes que ella mismo redactó e impuso a su gusto. Desde el esclavismo los trabajadores no han podido levantarse.

3. Lo segundo que te hace ser de izquierda no es solo reconocer la existencia de las clases sociales, sino ver que hay una fuerte lucha de clases que sólo terminará cuando la minoría de ricos explotadores y opresores sean derrotados por la inmensa mayoría de la población pobre y miserable, es decir, cuando desaparezcan los opresores para siempre y los oprimidos se hayan liberado. Por el contrario, lo que hace la derecha es defender (incondicionalmente a los millonarios que la sostienen y la mantienen) de las rebeliones de los pueblos. La derecha se dice pacífica, pero silencia que la pobreza y miseria de los sublevados ha sido provocada por la feroz violencia de los explotadores que ejercen los capitalistas al mantener al pueblo en el hambre.

4. La posición de Centro no es sencilla como se cree, porque se tiene que saber caminar en "el filo de la navaja", manejarse bien en la balanza de modo de no disgustar a los extremos. Sin embargo, colocarse en medio es siempre servir a la clase social que domina; es ver que se sigan jodiendo o golpeando a los pobres por los millonarios y permanecer neutral. El Centro político, el creerse representante de todo el pueblo sin ver que hay clases sociales, es jugar el "independiente" cuando en realidad se sirve a los poderosos. El PRI jugó de centro político de 1929 a 1982, sin embargo, la realidad es que siempre sirvió a los empresarios. Fue el presidente Salinas el que en 1988 obligó al PRI a definirse abiertamente por la derecha.

5. En México la cristiada o los cristeros de 1924-29, el sinarquismo y el panismo de los 40, surgieron contra la Revolución Mexicana, contra el cardenismo y lo que llamaron comunismo. El grito de ellos, desde entonces, fue la defensa de la gran propiedad privada, de los dueños de las grandes haciendas, de la religión católica aplacadora. Tanto la Revolución como el cardenismo –a pesar de errores y traiciones- tendieron hacia la izquierda, es decir, a la defensa de los intereses de la población mayoritaria. La cristiada fue aparentemente popular, pero nunca dejó de ser una gran manipulación del fanatismo de parte de la población por curas y líderes católicos. Parece que con la visita del líder español Abacal al PAN, se desata la derecha.

6. En México la izquierda que defiende la lucha de clases está en rápido proceso de desaparición. Equivocadamente llaman al lópezobradorismo como si fuera izquierda cuando el mismo presidente lo ha negado por ser de centro, como el viejo PRI de los tiempos de Cárdenas (1934-40). En los últimos días el presidente López Obrador ha puesto a prueba su gobierno tratando correctamente de obligar al PRI a definirse: O es nacionalista "cardenista" votando porque la electricidad regrese al gobierno mexicano o es neoliberal salinista dejando que la CFE siga en manos de empresas extranjeras; no hay término medio. ¿Por qué no programas dos o tres grandes movilizaciones, así como denuncias para desenmascarar?.

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