En Chile ganó Boric, el pueblo chileno o perdió Kast y el fascismo?

Lunes, 20/12/2021 02:04 PM

Uno, como decimos los venezolanos, al rompe, pudiera decir, "es lo mismo". En efecto, ganó Boric y perdió Kast, con todo lo que ambos representan. Pero no es exactamente igual para los efectos de la política, la necesidad de ganarse aliados y no contribuir a crear desazón, promover el odio entre los supuestamente perdedores, los de aquella nada despreciable cantidad de gente, sobre todo del sector popular que sufragó a favor de Kast.

Lo primero que llama la atención y hasta causa aliento, es que el ganador, exponente de la democracia, el movimiento popular, fuerzas progresistas y hasta aquellas que pudieran calificarse de revolucionarias, alcanzó una ventaja contundente de cerca del 10 por ciento del total de votantes. Una como para que su oponente y quienes uno sabe están detrás de él, pese se hayan demostrado prudentes, aunque advierto no hablo de Sebastián Piñera, objeten el triunfo y hagan uso de recursos ilegales o hasta se tomen su tiempo, como en Perú, buscando las 4 patas del gato el cómo desconocer los resultados.

Pero es digno de mencionar, que hasta este momento, las cifras indican que hubo una abstención cercana al 45 por ciento, lo que según la visión venezolana, tratándose de una elección presidencial luce abultada. Pero en Chile la realidad ha sido otra; pues en el país austral, esas cifras de abstención, como demasiado altas, suelen ser comunes. Recuerdo ahora, como cuando la señora Bachelet fue elegida por segunda vez, frente a una opositora puesta en aquel rol por Piñera, la abstención fue tan alta que, la recién electa diputada por el Partido Comunista Chileno, Camila Vallejo, para aquellos días muy popular y célebre, por haber sido líder de los protestas estudiantiles, un poco como preocupada por aquello, se manifestó a favor se modificase la ley y se volviese el voto, no un derecho, sino una obligación.

Y llama más la atención esa cifra abstencionista, tomando en cuenta que en Chile se desarrolla un proceso constituyente, resultado de las conquistas de las fuertes, muy concurridas y persistentes manifestaciones contra el gobierno de Piñera y sus políticas acordadas con el FMI. Y más, cuando el gobierno se desbordó en agresiones brutales contra los manifestantes, tanto que dejó decenas de muertos, centenares de heridos, detenidos y hasta los carabineros, esa policía que se solaza en la represión hasta más no poder, estrenó en América Latina en esos mismos días, la práctica de disparar a los ojos de quienes protestaron con balines de goma, dejando a centenares con por lo menos un ojo perdido. Lo que lleva a proponer al nuevo gobierno no sólo que los delitos no se mantengan impunes, como dijo en su primer discurso el presidente electo, sino que opte por disolver y suplantar ese cuerpo represivo infernal y asqueroso que tiene las cifras de asesinados y atropellados más altas del mundo.

Pero el triunfo de Boric también refleja un retroceso de la la derecha e influencia de EEUU en América Latina. Los del grupo de Lima pierden otro socio, pues no hace mucho perdieron a Perú, la sede misma, con el triunfo de Pedro Castillo.

El cuadro latinoamericano se complica para el país imperialista del norte, pues de nuevo aquel, de cuando fue derrotado en Punta del Este, en su intento de imponer el Alca, pareciera retornar.

Recientemente sus aliados perdieron también las elecciones en Nicaragua y en Honduras. Y no dejemos pasar por alto que en México, gobierna Manuel López Obrador, un político progresista que venido poniendo empeño en unir a los pueblos y gobiernos de América Latina, aquellos partidarios y ganados para imponer un equilibrio, respeto en las relaciones al gran vecino del norte. Sin dejar de tomar en cuenta que el gobierno de Fernández en Argentina, pese sus devaneos no está sujeto a los designios de Biden y pudiera, ante la nueva realidad, mostrarse más solidario co los sueños y anhelos de unidad latinoamericana.

Y el cuadro es más alentador, si recordamos que, para el próximo año, están previstas elecciones presidenciales en Brasil, donde las cifras hablan por adelantado del triunfo de Lula Da Silva. Y en Colombia, la derecha que allí ha gobernado por años al amparo de EEUU y el narcotráfico, pareciera no estar viviendo un momento apropiado como para pensar que pudieran volver a ganar las elecciones.

Ese es pues el nuevo cuadro que pareciera pintarse para América Latina, particularidad que llama a una revisión de lo antes hecho. Todo cabe en esa revisión desde el discurso hasta los hechos. No podemos seguir actuando como si nada hubiese sucedido y menos que aprender. Estamos obligados hasta revisar el discurso.

Anoche leí con suma atención el primer discurso de Boric. Se lmitó a comentar sobre los asuntos inherentes a Chile y los chilenos. Tuvo, diría yo, como sumo cuidado en no salirse de ese espacio y menos, pese su fama de militante izquierdista, como que suelen calificarle de socialista, desbordarse en expresiones que pudieran "prender las alarmas" en su natirales opositores o darle argumentos a sus enemigos para desatar desde ya guerra con él y sus planes. Eso sí, lo que es muy importante, no dejó de hacer mención de manera reiterada, de la necesidad de revisar las políticas económicas que benefician a quienes más acumulan y favorecen la pobreza; también puso énfasis en la necesidad de favorecer a trabajadores y ancianos. Acerca de esto, no incurrió en la práctica del FMI de considerarlos un estorbo y menos en el lamento de ciertos gobernantes de que ellos existan y "tengamos que mantenerlos".

Pero también prensa internacional fue pródiga hacer mención de mensajes de felicitación a Boric de mucha gente progresista y revolucionaria, donde se destacó su triunfo y con éste el del pueblo chileno y se solazaron en destacar cómo se amplía el espacio para la unidad de los pueblos de la Patria Grande.

Hago mención muy particular del mensaje del presidente de Cuba, Díaz Canel, quien se limitó de manera discreta a felicitar al ganador y calificó aquello como un triunfo del pueblo chileno.

De su lectura uno entiende que asume ha ganado el pueblo chileno, aquel que votó o no en su favor, pues partimos de la idea que, es lo mejor que pudo sucederle a los compatriotas de Pablo Neruda y Salvador Allende. Pero también, de ello uno deduce, que triunfaron los pueblos todos de América Latina en un momento estelar de la historia de la humanidad.

En sus inicios, esto lo he comentado antes, el presidente Chávez solía decir, palabras más o menos, "este triunfo nuestro es una derrota de o esta ley está dirigida contra". Ese lenguaje le usó en aquellos momentos cuando promovió las leyes habilitantes del inicio. En su inexperiencia se excedía en resaltar no a quien o quienes se favorecería, sino a los afectados en aquel acto de justicia. No sé si por su propia cuenta o inducido por alguien, en un momento cambió todo aquello y optó por hablar en positivo y resaltar lo bueno. De esto hubo en el mensaje de Díaz Canel y una buena cantidad de personajes que felicitaron a Boric y por él a los chilenos todos.

Pero hubo quien rompió la cuerda, se dejó dominar por la insensatez y, en su mensaje, en el estereotipado, viejo y negativo discurso de siempre, lejos de resaltar el triunfo de los chilenos, de la gente humilde, de los trabajadores, de la progresista, etc, y con ello "poner su huevito" por la unidad de los chilenos todos, incluso de unos cuantos que pudieran considerarse equivocadamente derrotados, optó resaltar que en Chile hubo un derrotado. Y este fue un facista y una secta de lo mismo que no vale la pena mencionar.

Según en ese discurso no pareciera haber nada que celebrar, un motivo para unir, un triunfador y hasta millones de triunfadores, sólo unos pocos derrotados, los fascistas.

Es una manera pesimista, triste de mirar el mundo. Como si no existiese la victoria sino solo la derrota. "Gloria al vencedor, honra al vencido", más cuando entre este universo, quizás sin que ellos lo sepan, como miles de trabajadores chilenos, también pueden contarse como vencedores y nada tienen de fascistas.

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