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Bachelet busca colocar su sello en la transición chilena y alejar a Boric de la juventud rockera

Sábado, 25/12/2021 09:20 AM

Somos parte de un viejo proyecto político de izquierda, aunque fuimos abucheados y aislados de muchos, pero, vamos creciendo, mi columna El Faro del Araguaney empezó a salir publicada en Málaga, (España), en el Diario Sur. Un Faro que alumbra hacia Magallanes, la zona austral del mundo y desde Tenerife donde es el origen de mis abuelos, lanza su resplandor hacia otro Faro ubicado más allá de Chile, mirando las Islas Malvinas, siguiendo las matrices del Libro Azul de Chávez y su Plan Rector Integracionista hacia el Sur, siempre al Sur.

Los gobiernos progress de América Latina se están dejando controlar por la burguesía. Por esto, se tiene que tener cuidado con las Asambleas de diputados de cada país, porque cada uno de los representantes por partido no reflejan el voto natural y, nadie puede estar de beneplácito con las fuerzas de poder.

América del Sur en este período 2022, tiene que tener un solo enfoque y no descuidar los flancos. Es el tema económico y la necesidad de expandir el campo de la protección y seguridad social.

Estos planes financieros, deben tener un período de largo o corto plazo, porque se apuesta a un programa de gobierno y, la clave para obtener éxito esta fomentado en iniciativas público- privadas y en áreas estratégicas, aplicar reglas claras racionales y no arbitrarias. Ya que todo, va implícito en la capacidad de gestión que incluye el cuidado de los circuitos macroeconómicos. Para esto, se encuentran las coaliciones para tranquilizar los mercados.

Se necesita una unidad de fuerza popular alcanzable, no esta en los militares, esto, es solo un compromiso parcial, porque el pueblo se encuentra herido con ésta fuerza castrense, porque ha sido reprimido con anterioridad en las dictaduras pasadas y el ejemplo más clásico son sus intervenciones de apoyo a un gobierno central como el de Sebastián Piñera y, ni hablar de Uruguay, Paraguay y Venezuela, donde Teodoro Petkoff y José Vicente Rangel desaprovecharon la oportunidad de empujar al MAS y PCV hacia un triunfo por sus mezquindades, dando lugar que el golpismo estuviese siempre latente.

Todos los países del Sur deben ir a una Reforma Constitucional, menos Venezuela, lograr una gran coalición y, de allí ir hacia el camino de las Reformas. Para esto, movilicemos a los jóvenes y, no permitamos que los Pura Sangre y enchufados controlen el poder federal, mejor sea una juventud de izquierda vigorizada.

Quitemos el mote de nueva política y nueva izquierda. En este campo, todo cambia y el pasado hay que impugnarlo para olvidar la tristeza de ver jóvenes encarcelados y, todavía encerrados en verdaderas cajas de cautiverios, lo hace siempre, evoluciona y cambia.

Hay que construir mayorías mediante el debate público y conversatorios. No hay nada esencialmente virtuoso en la juventud ni en la vejez.

Ahora, no puedo negar que hay componentes generacionales en la disputa política actual, pero justamente creo que uno de los principales desafíos para el progresismo actual es superar esa pelea, conducirla a una discusión de proyectos. Percibo que el énfasis generacional esconde el vaciamiento de un proyecto sustantivo. En concreto, las izquierdas, en todos colores y variedades, tienen el desafío de encontrarse, más allá del año en que nacieron y del juicio histórico que tengan sobre la transición, en un proyecto común.

El PCV, debe ser respetado junto Acción Democrático, ellos manejan las variables políticas de una esencia partidista.

Hay un cambio etario. Más jóvenes desean un papel relevante en el voto. ¿Qué defectos del pasado no quieren repetir? ¿hay virtudes de generaciones anteriores que sí rescatan? Seamos conscientes, hay que crear bloques corresponsables y sin

asumir los costos políticos, digamos si al desarrollo del mismo para no tener un destino adverso.

El analista político y director de Estudios Sociales y Políticas de Azerta, Camilo Feres, sostiene que uno de los aspectos claves del próximo gobierno será equilibrar los simbolismos y ritos, algo que "nunca comprendió cabalmente Piñera". Además, cree que su desafío será armar un equipo, que logre "la estabilización de las turbulencias".

El desafío de un líder político es lograr la coordinación de instituciones, personas, partidos, facciones y grupos que, en términos coloquiales, se odian entre sí. No tengo dudas de las condiciones de Gabriel Boric para sostener e incluso liderar ese dialogo, pero el verdadero desafío será armar un equipo que pueda hacerlo

. Estoy pensando en todos los candidatos populistas que se conocen que empiezan ganando con dificultad y después van acumulando poder, adquiriendo cuotas de poder para convertirse en autócratas. No sería la primera experiencia en el mundo.

La izquierda de Boric. En un conocido artículo de 2006 el académico Mexicano Jorge Castañeda resumió el avance de la izquierda en América Latina como una batalla de dos izquierdas: una democrática y fiscalmente responsable (como las de Chile y Uruguay) y una expansiva y populista (como las de Argentina y Venezuela). Y si bien es una matriz simple para describir un fenómeno complejo, sigue siendo utilizado como un faro para pensar en la distribución de las izquierdas en la región.

Será un debate extenso, lleno de matices, no obstante, necesario. En simple, y juzgando por lo que se ha visto ahora, la respuesta pareciera ser que un gobierno suyo se asimilaría más a la segunda izquierda que a la primera. Y aunque no fuese así, hay evidencia anecdótica que sobra para pensar que no son pocos los que sienten que un gobierno suyo seguiría la peligrosa senda que han seguido tantos otros líderes de germen autoritario en la región.

¿Quién gobernará? Lo interesante del análisis es que, en el caso chileno, en el caso de Boric, hay que separar al candidato de los sectores que lo apoyan. Pues, después de todo, los matices son importantes. Boric no es Evo Morales ni tampoco Nicolás Maduro. Como político, ha sido hábil en entender dónde y cuándo ceder, y de ese modo, desactivar potenciales crisis. Siempre ha escogido la democracia por sobre el autoritarismo.

El problema comienza cuando se observa la naturaleza de su relación con los sectores que lo apoyan, y la facilidad que tienen ellos para persuadirlo a él de cambiar su opinión. En ese sentido, el candidato no es tan problemático como su sustento político. Gobernando con ellos, es más fácil asumir que el país giraría hacia el radicalismo que hacia la moderación. El asunto es que a esta altura parecen ser inseparables.

La preocupación es que el país podría girar fuertemente a un extremo, no porque es el curso natural de la historia demandado por la gente o la sociedad es su extensión más amplia, sino que por la ambición de un sector político que ve en Boric una vía para apoderarse del botín del Estado

La preocupación es que se pueda ofrecer más justicia y representatividad al costo de menos democracia.

La hora de las definiciones. Lo anterior es un flanco abierto para Boric. Quizás no en lo inmediato, considerando su ventaja en la carrera electoral, pero sí en un eventual gobierno. Abre preguntas sobre gobernabilidad y estabilidad económica, política y social. Que parte de la izquierda que lo apoya sea indiscutiblemente autoritaria es preocupante. Lo único que eso garantiza, en un país de tradición democrática, es inestabilidad y tensión.

Una señal preocupante es la alineación titular de su comando. Pues, hay algunas incorporaciones que simplemente no tienen sentido.

La resistencia. Cuando se revisa el registro de lo que pasó con los países de América Latina que giraron a la izquierda en los dos miles, en la marea rosada, como le denominó Castañeda, los números son lapidarios. A los países que siguieron la primera senda les fue bien y a los otros les fue mal. Así lo demuestran índices de democracia, economía, corrupción, desarrollo social, y bienestar en general. Obviamente, no es el fin de la historia, pero algo indica.

Chile ha girado a la izquierda en los últimos años, y con justa razón. Hay trabajo que hacer en materia social y económica y por eso no vendría mal una centroizquierda fuerte para conducir el reajuste. En esa línea no hay que descartar que un gobierno de Boric podría ser un aporte. Pero al mismo tiempo habría que admitir que funcionaría si, y solo si, logra conformarse lejos de los extremos que tanto daño les han hecho a otras democracias de la región.

No es una tarea fácil. Hoy, Boric está tratando de apaciguar a los sectores que quedaron dañados tras la primaria, pero en eso, también ha solidificado su influencia en su campaña, y por qué no decirlo, en lo que podría ser su gobierno. Quizás ya ganada la elección, pero estará lejos de probar que podrá ofrecer gobernabilidad. Es hora de empezar a encarar esa preocupación

Apenas tenía dos años para 1988, cuando se realizó el plebiscito que terminó con la dictadura de Pinochet. Esa vez las fuerzas que pedían su salida obtuvieron 55% de la votación, la misma cifra que Gabriel Boric obtuvo el domingo frente a José Antonio Kast, un candidato que no ocultó su admiración por Pinochet, y que en un acto suicida fue apoyado por toda la derecha. De hecho, la gente salió a las calles a celebrar con un fervor que recordó el de hace 33 años, cuando se inició la larga y tumultuosa transición chilena a la democracia.

Hay resquemores, al ganar Gabriel Boric, hay reuniones para abordar el futuro y los desafíos que vienen donde el objetivo es fundar un movimiento de izquierda con un centro de estudio para fundamentar a jóvenes líderes. Al reciente presidente electo ha llamado a sus amigos roqueros para crear vínculos en el ejercicio de poder como gobierno, ya sabemos que esta idea tiene un fin que, nadie tenga una base de liderazgo para encabezar ningún proceso de reformas al buscar girar la Constitución.

Jadue, Guillermo Teillier (PC) Teillier y Vallejo recalcaran estos días que el PC es el partido más grande de la coalición de Boric. Aunque el elemento generacional es de vital importancia, hay que incorporar parte de esa juventud que dejo sus vivencias en las calles de Santiago y otros detenidos, pero, detrás del triunfo de Boris en la segunda vuelta se encuentra la imagen de Michell Bachelet, ex presidenta y regidora de los nuevos movimientos de izquierda en el Sur y adversaria tácita del presidente venezolano Nicolás Maduro Moros y del Capitán Diosdado Cabello Rondón por razones ya conocidas de Derechos Humanos. Hay que poner un sello y ella lo lleva para sellarlo y acabar con el oportunismo político, el asunto es sumar experiencia y, todo lo que esto implica.Pero esta moda de ponerlo como condición me parece maniquea. Ya Bachelet intentó esas figuras en el pasado, de nombrar, por cuoteo o por señales, a figuras que eran un aparente contrapeso y dado que en realidad nunca contaron con su complicidad, el experimento casi siempre fue un desastre.

Acá hay una generación política de reemplazo y la música han de ponerla ellos, lo que no implica ser ni sectarios ni aceptar cuotas negativas (vetos por edad o similares). Pero si están donde están es porque la ciudadanía de manera sostenida y sistemática ha venido jubilando a la generación de la transición, no es parte de su tarea darle respiración artificial.

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