La República Popular China con una política de paz y cooperación ha logrado convertirse desde hace 13 años en el principal inversor y socio comercial de los países africanos y se augura que esa beneficiosa relación continuará incrementándose.
Pese a dos años de padecer el mundo la epidemia de Sars-Cov-2, China no abandonó en ningún momento a sus socios comerciales del continente africano y por el contrario los ha ayudado a enfrentar la pandemia.
Durante la Octava Conferencia Ministerial del Foro de Cooperación, efectuado a finales de 2021 en Senegal, el presidente Xi Jinping anunció que Beijing proporcionará a África, 1 000 millones de dosis de vacunas contra la Covid-19, de las cuales 600 millones son donaciones y 400 millones serán proporcionadas por la coproducción entre empresas del país asiático y las naciones africanas.
Hasta finales de diciembre, solo el 7 % de los 1 300 millones de africanos habían sido vacunados completamente, situación por la que no se han interesado las antiguas metrópolis coloniales, ni tampoco la Organización Mundial de la Salud lo ha podido resolver a través del mecanismo Covax.
Jinping significó que su país ayudará al continente a vacunar al 60 % de su población para 2022, además de emprender 10 proyectos de asistencia médico-sanitaria y enviar a 1 500 trabajadores expertos en salud pública.
El presidente chino informó que trabajará, además, con los países africanos en unos nueve proyectos de áreas prioritarias como la expansión del comercio y las inversiones y el fortalecimiento de la cooperación en economía digital.
El empuje del gigante asiático en el pasado decenio hacia esa región ha sido fabuloso. Ha creado 26 zonas de cooperación económica y comercial en 17 países a las que le ha asignado una relevante inversión.
Hacia esas zonas, según el Informe Anual de Relaciones Económicas y Comerciales entre China y África, han llegado 625 empresas con una inversión de 735 mil millones de dólares a finales de 2020.
Ese documento señala que en los primeros siete meses de 2021 la inversión directa se situó en 2 070 millones de dólares lo que, (sin haberse terminado de contabilizar el año) ya superaba el nivel reportado antes de la pandemia.
El pasado mes de septiembre, durante un Foro de Negocios, ambas partes suscribieron acuerdos por 510 millones de dólares en intercambio de alimentos y productos agrícolas. En esa ocasión, el viceministro de Comercio, Wang Shouwen, enfatizó que la colaboración comercial se encuentra en un momento importante de transformación, actualización y mejora de la calidad y la eficiencia, por lo cual esos encuentros sirven para actualizar y modernizar las cadenas industriales.
Con el proyecto de la llamada Nueva Ruta de la Franja y la Seda, Beijing ha propuesto impulsar en el continente el desarrollo de la infraestructura con la construcción de carreteras, presas, líneas de ferrocarril, estadios, aeropuertos y viviendas.
Mientras las naciones africanas se benefician con esos disímiles proyectos e inversiones para encaminar a sus pueblos hacia el ansiado desarrollo, China por su parte obtiene productos alimenticios, minerales y materias primas que le son fundamentales para mantener el crecimiento de su poderosa economía.
Por ejemplo, las tierras africanas contienen más de sesenta tipos de minerales y albergan un tercio de las reservas del mundo entre las que se encuentra el 80 % de coltán (indispensable para la fabricación de teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos) o el 60 % de las de cobalto.
También se hallan grandes reservas de petróleo, gas, uranio, mármol, cobre, estaño, manganeso, cobalto y hierro, entre otros.
Las naciones occidentales, que durante siglos saquearon a sus antiguas colonias, o más tarde, lo han hecho mediante las compañías transnacionales, ven con incertidumbre el acercamiento económico y político cada vez más efectivo entre China y África.
Pese a las campañas difamatorias realizadas en congresos, conferencias, eventos y medios de comunicación hegemónicos para tratar de dañar esas relaciones, Washington y Bruselas no lo han podido lograr.
Son mayoría los jefes de Estado y de Gobierno africanos que resaltan la importancia de esas relaciones, entre ellos el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, quien ha declarado que "China es un verdadero amigo y socio confiable para los pueblos de nuestro continente en tiempos de dificultades y desafíos".
Macky Sall, mandatario senegalés, ha reiterado que su país esta ampliamente satisfecho con la cooperación con Beijing y espera fortalecerla aún más.
Ni la anterior administración estadounidense de Donald Trump, ni la actual de Joe Biden, han podido cercenar los programas de colaboración del gigante asiático en el continente africano.